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Lucinda y Bonnie regresaron a la habitación de la joven.

—Pensé que la señora Portia opinaba lo mismo que esa mujer y que me regañaría a mí y no a ella.

La doncella negó.

—Los consejeros son duros con nuestros patrones en la privacidad del despacho, pero de cara al público son sus más férreos defensores.

—¿Siempre?

—Siempre.

—¿Quién designa a los Consejeros? ¿Los elije Crystal?

—En parte sí.

Lucinda tomó asiento en el filo de la cama.

—Explícamelo.

—Con todo respeto, milady no es de su incumbencia.

—Por favor.—pidió con desespero.—Quiero dejar de vivir en la ignorancia.

—Es algo complicado.

—Por favor.—insistió.—Prometo que no se lo diré a nadie, será nuestro secreto.

—Mmm espéreme aquí...—Bonnie salió por la puerta y a los segundos regresó con un tablero de ajedrez en la mano. Lo puso sobre la cama y tomó las fichas del rey y la reina.—Mi señor y mi señora.—dijo con un deje de orgullo.—Luego está el Consejo.

—¿Allí entra Portia?

—No, el Consejo es solo de varones, son cinco.—colocó a los cuatro alfiles y al caballo: Bastián, Terrence, Leonel, Benjamín y Jacob.

—¿Qué los diferencia del resto?

—Sus influencias y su dinero, milady.—miró las siete fichas en el tablero.—Son ellos quienes nombran al resto.

—¿Y cómo lo hacen?

—Cada año el Consejo y mis señores nominan a un favorito para ascender.—le explicó.—Si la mayoría está de acuerdo esa persona sube de nivel.

—¿Eso significa que ningún puesto es fijo?

—No. En cualquier momento...—Bonnie arrojó la ficha del rey—...se puede caer.

La dama tragó con fuerza.

—¿De qué depende que el señor Bleiston ocupe ese cargo y no otro?

—De sus alianzas.—recogió la ficha del rey.—Si mi señor es fuerte, mi señora también lo es y viceversa.

—¿Y si alguno de los dos perdiera el control?

—Arrastraría a su compañero con él y sería su ruina.

—¿Su hermandad no sería entonces un arma de doble filo?

—Nadie ha dicho lo contrario.

Para doblegarlos es necesario erosionar el vínculo que los une, pensó Bonnie.

—Si es tan peligroso porque insisten en continuar así.—Lucy frunció el ceño.

—Porque así debe ser.—afirmó categóricamente.—Nuestros fundadores vieron en su vínculo un equilibrio de poder y en el sentaron las bases que ahora nos guían.

—¿Bases? ¿Cuáles bases?

—Son varias.

—Dime una...

—Tu status previo no nos importa.

Lucinda recordó entonces su incidente con Lauren. La mujer la trató como su igual y no dudó en golpearla. Ni su nombre o la nobleza de su familia la disuadieron.

Prohibido AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora