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Los gemelos se paseaban por todo Bleiston House hechos una furia. Hace poco habían descubierto que al parecer poseían una enfermedad contagiosa, de la cual no tenían ni idea de su existencia hasta hace una semana.

Sífilis.

Esa maldita palabra producía risas veladas entre el servicio e incluso entre sus propios estudiantes.

—El torneo amistoso será hoy—anunció Raphael luego del desayuno.

—¿Hoy?—preguntó uno de sus pupilos.

Era un miércoles por la mañana, un día inusual para organizar un torneo.

Raphael asintió.

—Y prepárense porque esta vez pienso participar.

Los presentes se sonrieron entre sí. Faltaba poco para la semana de ascensos y esa era una oportunidad única para sobresalir.

—Como desees.—aceptó Francis y se marchó junto a sus alumnos para organizar el área de combate.

Alexander y Connor prefirieron encargarse de distribuirlos según su peso y altura para hacer los combates más parejos.

—¿Alguna recomendación maestro?—preguntó Christopher. Mckenzie era uno de los más diestros en combate, por lo que no tendría problema para superar a sus compañeros.

—Denlo todo y mucha suerte.—Alexander se giró para retirarse.—Los estaré evaluando atentamente.

—¡Sí señor!

—Espera...—Raphael lo detuvo antes de que pudiera reunirse con su gemelo en el palco, desde donde los Sombras observaban todas las peleas.—Tú y tu hermano también participarán.

—¿Cómo?—el moreno no daba crédito a lo que oía.

—Pelearás contra tus propios alumnos, Alexander.—sentenció mientras observaba como Portia le comunicaba exactamente lo mismo a Francis antes de tomar su lugar en el palco. La mujer no solía asistir a este tipo de eventos, pero hoy era una ocasión especial: Raphael pelearía y no quería perdérselo.

—¿Y Connor?—saltó Alexander.

—Él y Víctor no participarán.

—Pero...—apretó los dientes molesto—Seremos la burla de todos si participamos.

—Aún así lo harán.

—Prefiero que nos golpees o nos encierres en los calabozos que tener que seguir soportando este tipo de humillaciones.

Raphael soltó una suave risita al oír su petición.

—Si en verdad deseas que te golpee entonces asegúrate de ganar todos los combates.—lo miró fijamente.—Yo solo peleó con los ganadores.

Alexander apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos. El combate amistoso, se había tornado de repente en una guerra.

—Las reglas han cambiado...—Raphael explicó las nuevas disposiciones a sus estudiantes y una ola de quejas se esparció por todo el lugar.

No es justo.

¿Por qué nosotros tenemos que pagar por sus errores?

Esta era mi oportunidad de ascender, pero si peleó contra ellos no tengo posibilidad.

Esto no hubiese pasado si ellos se comportaban.

Los maestros dejan mucho que desear.

Todo es su culpa.

Prohibido AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora