CAPÍTULO 32

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Una semana después

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Una semana después...

🦦 Young Saeng 🦦

El lugar donde se encontraba estaba muy oscuro y hacia demasiado frio. Temía caer sino miraba muy bien por donde es que pisaba. Lo único que podía ver claramemte eran sus pequeñas manos, y lo cerca que estaba del suelo.

Era solo un pequeño niño.

Derrepente y sin aviso, una neblina cubría sus ojos, llevándolo aparecer encima de una superficie helada y dura, y sobre todo con olor a madera.

—No, por favor —sus palabras salieron muy bajito, mientras su cuerpo empezaba a sufrir intensos temblores—. No quiero.

Alguien estaba cerca suyo, podía verle el rostro, aunque no claramente.

¿Era... el de un hombre?

*

—¡Saeng levántate! ¡Saeng estoy aqui! ¡Saeng!

—No... No...¡noo!

Se levantó en pleno gritó, quedando sentado en la cama, al mismo momento que sus ojos se abrían de inmediato. La respiración suya iba demasiado acelerada, que le fue difícil controlarla para por lo menos decir unas cortas palabras como un "estoy bien". Su cuerpo estaba temblando e incluso sudando. Aquella pesadilla está vez le había producido fuertes sensaciones de miedo, terror y angustia.

No quería aceptarlo, pero en ocasiones Saeng sentía que esos malos sueños, parecían recuerdos y no simples escenas creadas por su mente.

Inhaló y exhaló cada vez más lento, así pudiendo calmar su respiración.

Frente suyo estaba Minwoo, quien se había dado prisa a llegar a su habitación, apenas había escuchado sus gritos, e intentó despertarlo de inmediato.

—Las pesadillas están siendo peores Saengie —dijo Minwoo, acercando una silla al lado de la cama y tomando asiento en ella. Brindándole amablemente un vaso de agua que habia ido a traerle—. ¿Pudiste ver algo más que siluetas negras?

Saeng saboreó un poco mas de su agua, antes de contestar.

—Era yo... siendo un niño —intentó recordar un poco más—. Un hombre Minwoo, había un hombre... su mirada me hizo sentir extraño,  con una sensación de escalofríos.

Su mirada estaba algo perdida. Intentaba recordar más, pero solo oscuridad aparecía. Siempre volvía a ver solo oscuridad.

—Saengie, ¿no recuerdas el rostro?.

—No —negó de inmediato.

—De acuerdo. ¿Te sientes mejor? ¿Quieres más agua?

—Estoy bien, gracias. Crees que p-puedas... quedarte.

AL RITMO DE LA SEDUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora