Capitulo 1

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No podía estar sucediendo. No hoy. 

Me levanto de un salto de la cama, mientras miro con odio al despertador, que por maravillas del mundo no sonó. Camino al baño resbalandome en el proceso y cayendo al suelo. 

—¡Mierda!—mascullo de dolor, y me sostengo del lavado para pararme, el lavado se mueve y vuelvo a caer al suelo. 

¡Déjenme levantar, mierda! 

Como puedo me mantengo estable en pie y me puedo asear mientras pienso en si mi jefe se enoja por llegar unos minutos tarde. Al salir del baño me tropiezo, nuevamente, con mi gata. 

¡Que grata sorpresa yo dándole besos al piso! 

Sin esperar a que alguien me ayude a levantar, lo hago yo en menos de un segundo. Comienzo a vestirme con un pantalón acampanados tiro alto, una blusa corta con escote y de mangas abultadas es de color amarillo y unas simples sandalias de tacón bajo. 

Bajo corriendo la escaleras mientras en el proceso tomo mis llaves del departamento y un pequeño bolso. 

—¡Oye no vas a desayunar!—grita Sebas, mi mejor amigo, desde la cocina. 

—¡Llego tarde, Sebastián!—reprocho para pasar por su lado darle un beso en la mejilla y tomar una de sus tostadas con mermelada. 

—¡Pero! ¿No era qué ibas tarde?—cuestiona con un puchero en los labios al ver como su tostada es terminada por mi. 

Yo, restándole importancia a su cara, paso por su lado terminando de darle un mordisco a la tostada y cerrar la puerta. 

Cosa que logro, antes de que me intente sostener con algo y eso es de la alarma de incendios, haciendo que se activen los aspersores. 

—¡¡LÍA!!—me grita Sebastián desde el departamento. 

—Lo siento—mascullo sin que me escuche corriendo hasta la parte baja, ya que si no me enojo toda. 

Cuando salgo del enorme edificio ya mojado y con los bomberos alrededor. El sol pega a mi cara haciendo que retroceda unos pasos tropezando con una chica que se le cae el café en la camisa. 

¡No! Mi mala suerte siempre está jodiendo el día. 

—Perdona, no era mi intención hacer esto—me disculpo con la mujer, quien solo mantiene una mirada seria a mi dirección— ¿sabes qué? Este es el número de mi compañero de piso, es muy guapo y te puede ayudar con tu cara de culo. Recomendado y le han dado cinco estrellas—le extiendo un papelito, el cual toma confundida hasta que lee "Sebastián"

—¡Este fue el imbécil que me dejó caliente en el antro!—exclama en sorpresa y yo solo me golpeo con la palma el rostro. 

Le hubiera preguntado primero como se llamaba, ya que la noche anterior mi mejor amigo había dejado a su conquista, Alana, caliente por venir a mi rescate de una mala cita. 

—¡Increíble! Otra excusa para que le des un golpe en donde no le entra la luz, adiós—no la dejo contestar ya que estoy corriendo en dirección contraria. 

El señor Harrison me va a matar, pasará sutilmente mi cadáver por aquellas sierras de hierro que tiene para luego quemar mis restos y volverme polvo. 

. . . 

Bueno, solo me quedan unas cuantas cuadras y una sola bocanada de aire. En todo el camino no he hecho más que chocar, caer, una de mis sandalias se perdió y estuve dos minutos buscándola y resulta que estaba en mi mano. 

Aparte de eso mi cabello era un desastre por el viento y lo tuve que amarrar en un moño mal desordenado. 

Todo valió la pena al ver la tienda sin sus luces encendidas, así que apurada paso la calle sin saber si estaba en verde o rojo. 

La mala suerte de Lía [Trilogía "Gato Negro"]Where stories live. Discover now