Capitulo 4

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El vuelve a enarcar una de sus cejas y suspira. 

—Te preguntaría lo mismo, pero estas muy ocupada coqueteando con mi hermano—dice señalando nuestras manos que siguen juntas. 

Masgullo una maldición por volver a pensar en voz alta, y suelto inmediatamente la mano de Dieter. 

Pero en su momento comienzo a analizar las palabras del gruñón irlandés y quedo estática.

—¿Cómo que hermanos?—cuestiono casi en un hilo de voz por la sorpresa. 

—Sí, pequeña desastre, somo hermanos—dice Dieter con una sonrisa amable, posando al lado de su hermano. 

Ahora entiendo porqué el color de sus ojos me recordaban al gruñón que tengo al frente. 

Bajo del ascensor sin creer nada de lo que escuché, y en el proceso mi pie se tuerce haciéndome caer y llevando conmigo al irlandés. 

—Mierda—dice el gruñón al ver que su camisa quedó manchada de mi pintalabios. 

—¡Ups!—me tapo la boca en un acto de inocencia y culpa. 

—Sabía que nada bueno iba a llegar después que vi tu curriculum en mi mesa—habla levantándose y sacudiendo su fino traje. 

Claro, deja de lado la caballerosidad por un traje. 

Dieter ríe y me extiende la mano. 

Él sí es un ángel. 

Volteo a mirar al guñon irlandés como si pudiera decirle telepáticamente un "Ves, así es como se trata una dama, imbécil". 

—¿Así que ibas a trabajar para mi hermano?—comenta divertido Mi ángel. 

Yo sacudo mi pantalón y bufo. 

—Para mi mala suerte, sí. 

—Mala suerte tengo yo, de tener que hacerte una entrevista a ti—gruñe. 

Dieter me mira y vuelve la vista a su hermano. 

—Yo estaría encantado de hacerle una entrevista—dice Dieter.

El gruñón irlandés frunce el ceño, quedando aún más enojado de cómo se veía antes. 

Ignoro su mala cara y miro con ojos de ilusión a Dieter. 

—¿Podría trabajar para ti?—preguntó. 

Él asiente sin bajar su deslumbrante sonrisa. 

—Tarde para cambiarte de sede, ya te contacte—dice subiendo al ascensor.

¿Pero, qué demonios?

Ni la entrevista he tenido. 

—Oye, espera...—no puedo seguir hablándole para preguntar porque el ascensor se cierra y comienza su trabajo. 

Miro a Dieter y este se encoge de hombros como diciendo "Ni modo, ya te contrato" 

Dieter se va por su lado dejándome ahí en el piso 6 sin saber que hacer o a donde ir. 

Me siento en el piso frustrada con la situación, ahora me tocará un jefe que me torturara por joderle el auto super lujoso que cuesta más que el departamento rentado que tenemos Sebastián y yo.

Me levanto destinada a huir de ese lugar para nunca más volver, aunque sé que los trabajos así de rápidos no llueven de las nubes, pero siento que se las va a descontar todas las que le dejo al ricachon irlandés. 

Antes de poder pulsar uno de los botones, una llamada entrante comienza a sonar en mi teléfono con la canción de pimpinela de fondo. 

¿Sí, bueno?—pregunto. 

La mala suerte de Lía [Trilogía "Gato Negro"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora