Capitulo 5

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Lo primero que hago al llegar a el departamento es tirarme al mueble agotada, en toda la mañana  el idiota irlandés mujeriego me exprimio con puro trabajo, llevar papeles de aquí a allá, hacen planos complejos, arreglar unos medidas, fotocopias y hasta llegué ha arreglar su portátil porqué según el se le había apagado de la nada. 

Suelto un suspiro de frustración al oler mi ropa, ya que como si no fuera suficiente todo el trabajo volviendo a casa una señora estaba botando agua sucia a la calle y sí, yo estaba abajo donde boto el agua sucia.

—¿Estás bien, niña maldición?—pregunta sebas llegando a la sala. 

Lleva solo un mono color negro puesto, sin camisa, exhibiéndo sus gran pechonalidad. 

Lo bendecieron mejor que a mi. 

—Te dije que no me llamaras así—arrugó la nariz al recordar porqué me pusieron ese apodo. 

—¿Qué tal la entrevista?—cuestiona sentándose lo más lejos posible de mi ya que huelo mal. 

Hasta yo lo acepto. 

Jodida señora y su manía de botar agua a la calle y no hacerse responsable. 

—Ni la tuve—le comento. 

—¿Entonces no tienes trabajo?.

Yo bufo. 

—Sí tengo. 

—Pero si no te hicieron la entrevista—dicta con un desdén de manos. 

No se si habla en lenguaje de señas o se le metió algún espíritu de la casa. 

—Igual quede—me siento en el sillón. 

—¿Cómo? 

— No sé—digo—, pero hoy comencé y parece que el jefe me odia. 

Sebastián se cruza de piernas en aquel estrecha sillón mientras que me mira como si estuviera esperando algo. 

—¿Cómo que tu jefe te odia?—pregunta posicionando su cabeza entre sus manos. 

Que rara posición. 

—¿Te acuerdas del tipo que casi me atropella?—le recuerdo, él asiente—, pues resultó ser mi empleador, mujeriego con un gran chisme en el grupo de diseño de interiores—le explicó. 

Sebastián abre la boca de sorpresa. 

—¿Por qué lo dices?

—Cuando llegue, me encontré con un chico guapísimo, así tipo más guapo que Los modelos ruso y a mi si me parecía muy similar con el irlandés idiota, pues ¡Taran!—digo sacudiendo las manos, exagerando la historia—, son hermanos, cuando me dijo de que trabajar con él, subí a su piso y ¿sabes qué me encontré? La secretaria del amigo en sus piernas mientras se comían la boca y yo solo hice una mueca de asco porqué, por los papeles de la mamá en tanga, a quien se le ocurre hacer eso en una oficina—terminó casi asqueada. 

Sebastián se comienza a reír. 

—¿Lo encontraste en pleno acto, Lía?—yo asiento sin entender su risa—, porqué mi niña inocente. 

Se levanta pasando por mi lado y desordenado mi cabello. 

—¡Oye!—me quejo. 

—Ya sé quién es tu jefe, suerte, pequeña maldición. 

¿Pero qué?

¿Cómo es que él sabe quién es?

Mis manos se posan en el blanco respaldar del mueble rojizo,  para voltear a mirar a Sebastián. 

La mala suerte de Lía [Trilogía "Gato Negro"]Where stories live. Discover now