2. La ira con dos caras opuestas

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【Ian】

Mucho tiempo atrás.

Cinco años han pasado desde que me aventuré junto a Thet, y aunque el primer año fue una vorágine de diversión y emociones intrigantes, prácticamente olvidé cuál era mi cometido original. Pero lo sorprendente es que me vi arrastrado por otros cuatro años más, no por elección propia, sino porque las palabras de Thet lograron socavar mi confianza de formas que nunca imaginé.

Ahora, con quince años en este cuerpo y una imponente estatura de metro ochenta y cinco, me encuentro agotado, día tras día, debido a las tareas que debo realizar para evitar que Thet se sumerja en la decepción y la tristeza por mi causa. Alega que mi cometido es crucial, ya que contribuiré a la felicidad de innumerables personas y permitiré que su familia adquiera una lujosa residencia antes de que yo cumpla dieciocho años.

Pero honestamente, estoy exhausto. Mi cuerpo se resiente a causa de las labores que me son encomendadas, a pesar de que siempre me esfuerzo al máximo para no defraudar a nadie y evitar cualquier atisbo de enfado, ya que mi objetivo es ser un buen chico.

En estos cinco años, Thet ha experimentado cambios notorios. Ahora, con veintiuno, su crecimiento se ha estancado poco después de superar la barrera de los veinte años, y su estatura apenas rebasa el metro ochenta. Además, ha ganado algo de peso, que ha convertido en musculatura. Sin embargo, yo sigo siendo más robusto, con un peso ligeramente superior, y mi fuerza no deja de aumentar, a pesar de mis esfuerzos por mantenerla bajo control.

A lo largo de estos cinco años, he adquirido un vasto conocimiento que normalmente solo se obtiene en la adultez, todo gracias a las lecciones de Thet. Claro está, con la promesa de mantener todo esto en secreto entre nosotros dos. Durante el primer año, cuando apenas tenía once años, Thet se centraba en inculcarme teoría antes de dormir, permitiendo que absorbiera gradualmente sus enseñanzas. Durante los dos años siguientes, hasta llegar a los trece, comenzó a introducir elementos prácticos en su enseñanza, aunque estas prácticas seguían siendo individuales. Finalmente, al llegar a los quince años, Thet comenzó a mostrar signos de atracción hacia mí, algo que me resultaba incómodo, similar a cómo las moscas son atraídas por la miel.

Esta situación me generaba gran incomodidad, aunque afortunadamente, las cosas no solían escalarse a situaciones más incómodas debido a la gran familia de Thet. En ocasiones, decidía trabajar con amigos de la familia como una forma de alejarme un poco de él, utilizando la excusa de que necesitaba ahorrar dinero para futuros viajes cuando surgiera la oportunidad.

A lo largo de este tiempo, aquellos que decían ser mis amigos simplemente dejaron de hablarme, sin ofrecer explicaciones. No respondían a mis mensajes ni aceptaban mis llamadas, lo que me hacía sentir como si hubiera cometido un error grave. No obstante, Thet siempre estaba ahí para brindarme apoyo y asegurarme que me protegería y ayudaría a encontrar la felicidad, siempre y cuando yo demostrara paciencia y continuara a su lado.

Al principio, siendo un niño inocente, no me daba cuenta de la falsedad subyacente en esta situación. Sin embargo, a los catorce años, empecé a percibir que los comportamientos de Thet hacia mí se volvían más bruscos. No permitía que otros chicos o chicas de mi edad se acercaran demasiado a mí, y los observaba con expresiones violentas e intimidatorias. Prácticamente, se convirtió en mi sombra, asegurándose de que estuviéramos juntos en todo momento. Logró que sus padres dejaran de hacerme preguntas sobre mis propios padres, y mi presencia se volvió algo habitual en su hogar, como si fuera un miembro más de la familia, a pesar de verlos con poca frecuencia. Finalmente, entre idas y venidas, consiguió persuadirme para que durmiéramos siempre juntos en su cama, alegando que era más cómoda que mi pequeño colchón inflable.

𝕰𝚕 𝓢𝚎𝚗𝚝𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘Where stories live. Discover now