8. Un trato con doble filo

83 11 5
                                    

【Glass】

Estoy atrapado en medio de una persecución desenfrenada para no ser atrapado, porque como esos cabrones me pillen, estoy seguro que me van a violar en cuanto consigan ponerme una mano encima. Me niego a ser una jodida incubadora. Es por ello que corro tan rápido como puedo, aunque sé que no puedo mantener el ritmo para siempre, sobre todo cuando ellos son dos y yo uno; además de que no tengo ni puta idea de por donde voy, ya que es la primera vez que he salido de los muros en mi vida. Sólo sé que mi respiración está acelerada, y mi corazón late con demasiada fuerza, casi tan fuerte como lo haría el rugido de un motor de gasolina.

Los hombres que están detrás de mí son bastante fuertes, resistiendo bastante bien que les lance cosas sin mirar, y a duras penas puedo confirmar que son un poco menos rápidos que yo. Aun así, siento una ráfaga de terror arañarme en cada parte de mi cuerpo, recibiendo bofetadas de las hojas y arañazos de las ramas bajas. Me gustaría saber por qué están tan empeñados en atraparme ambos, cuando mi madre estaba dentro del carro, pero como dudo que me den respuestas no creo que me vaya a quedar para averiguarlo. Casi parece que la idea de la cena con ese imbécil era una sentencia de muerte, y esto es el puto karma que cacarean Los Ancianos cada vez que un Omega hace algo malo: "La virtud te hará afortunado, mientras que la osadía generará mal karma". Me da por el culo esa mierda mística. Lo que yo quiero no es un puto milagro enviado por Helios, sino que alguien ande cerca y me quite a uno de ellos de encima porque con los dos no puedo.

De hecho, mis piernas arden después de un rato correr, saltar, deslizarme y dejarme arrastrar entre pendientes rocosas que me han jodido la ropa. Mis pobres músculos chillan de dolor mientras sigo corriendo entre la maleza espesa y los árboles torcidos, los cuales aprovecho como mejor puedo para tomar algo en medio de un salto y lanzarlo hacia atrás. Normalmente no ocurre nada, y defenderme a duras penas es fácil dada mi situación. La única vez que he hecho daño a uno de eso tipos, ha sido cuando el tomado una piedra y la he lanzado hacia atrás hará cerca de cinco o diez minutos, generando a uno de esos idiotas un gemido de dolor seguido de una caída sorda. Lo malo es que la ventaja ha sido efímera. Siguen emperrados en seguirme, uno de ellos más enfurecido que antes.

Sé que también hay algo ahí fuera. No sé lo que es, o quizás sólo forme parte de la adrenalina, en lo que estoy escapando como mejor puedo pese a todos mis sentimientos apelotonados dentro de mi cabeza; pero sí puedo confirmar que algo está viniendo hacia nosotros. Llámalo intuición, deseo vano o como te dé la puta gana, pero mi intuición sigue palpitando esa sensación que no quiere irse.

Doy rápidamente un giro abrupto para largarme hacia la izquierda, pero soy sorprendido por algo que salta hacia delante, haciendo que suelte un grito alto y resonante por temor a que me rompan estos brutos salvajes de mierda. Pero sorpresivamente no estoy en el suelo, ni siquiera me están aplastando, sino que más bien estoy siendo llevado como un puto saco de patatas sobre el hombro de alguien que no para de moverse mientras corre y jadea. Es bastante rápido para ser tan grande, y por primera vez puedo ver cómo es un salvaje: A diferencia de las personas que puedes conocer en la isla, sus cabelleras están enmarañadas y con bastantes nudos que poseen un poco de todo, barbas frondosas, mirada fiera y penetrante digna de un cazador experimentado que ha obtenido a muchas presas mediante la práctica, piel llena de cortes y manchada de cosas que no quiero ni saber, y por supuesto la ropa rota. Puedes ver más de lo que te gustaría entre los agujeros. Además, no son esmirriados sino que tienen un cuerpo ancho, pero no excesivamente tonificado.

La gente me los describía bastante peor, aunque no sabría decir si prefería más a gente que parecían un tanto descuidada, o la versión salvaje y cochina de la mayoría. Aun así, ambas cosas no sería buenas para mí, si al fin de cuentas yo sería sometido.

𝕰𝚕 𝓢𝚎𝚗𝚝𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora