🛡 Un Escudo

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U- ¿Y qué vas a hacer?

D- No lo sé, apenas tuve tiempo de pensar - respondió ella, acariciando la copa de vino -. He estado muy ocupada esta mañana, pero se me ocurrirá algo - añadió encogiéndose de hombros, sin prestar atención.

U-Por supuesto - respondió Christopher, levantando la copa en su honor. Es una mujer ingeniosa, la más imaginativa que he conocido. Por no hablar de su cabeza dura y tenacidad.

D- ¡I...! Gracias. Creo - añadió Dulce, tomando un sorbo de vino.

Un camarero se acercó y Christopher pidió dos platos de langosta. Mientras les atendían, hablaban del clima, de un artista que Dulce acababa de descubrir, que hacía sábanas y bufandas de seda a mano, y de una nueva idea financiera de Christopher's. Minutos después, una sombra alargada cayó sobre la mesa. Christopher miró hacia arriba, pensando que era el camarero, pero era una mujer rubia de unos veinte años.

...- ¿Y Christopher Uckermann? preguntó la rubia en un tono calculadamente seductor.

U- Sí, yo mismo. y ella es dulce

Dulce hizo ademán de saludarla, pero la rubia la miró brevemente y despectivamente y se giró hacia Christopher, ofreciéndole la mano como si esperara que la besara.

...- Hola, soy Amália Hunt, de Beacon Hill's Hunt, ¿sabes? ¿Quieres cenar conmigo? Esta noche, si estás libre, o cualquier otra noche que te apetezca.

U- Señorita Hunt, de los Hunts de Beacon Hill, muchas gracias por su oferta, pero me temo que tengo que rechazarla - suspiró Christopher, soltando la mano del rubio, sintiéndose enfermo, incapaz de poder hacerlo reprimiendo el sarcasmo y mirando significativamente hacia Dulce.

- ¡Lástima! - respondió la rubia mirando brevemente a Dulce y valorándola, probablemente, por su apariencia -. Aquí tienes mi tarjeta, si cambias de opinión - añadió, inclinándose sobre Christopher y colocando la tarjeta en el bolsillo superior de su chaqueta, mientras le ofrecía una tentadora vista de su escote -. Adiós.

Dulce tosió, reprimiendo una risa. Christopher la miró con el ceño fruncido. No iba a salir con esa rubia, pero tampoco estaba hecha de piedra.

U- No digas una palabra. ¡Ni siquiera una palabra...!
- repitió Christopher entre dientes, guardándose silencio cuando el camarero se acercó con los platos.

D- Bueno, considerando que me usaste como excusa para deshacerte de esa pobre chica...

U- Sí, fue muy útil. En el camino hacia aquí, otra mujer me hizo exactamente lo mismo. Hubiera sido mucho mejor si hubieras venido conmigo.

Ambos empezaron a comer. Bueno, Christopher la está devorando y ella está comiendo bocadillos. Dulce tardó tanto en comer como cualquiera en recitar la Declaración de la independencia. Cuando terminó, Christopher miró el plato de Dulce.

D- En absoluto, querido - dijo ella, cubriéndolo.

U- Tenía que intentarlo - respondió Christopher.

Dulce se mordía el labio inferior y parecía inquieta. Christopher sospechaba que algo la preocupaba. Habían crecido juntos en Charlestown, al norte de Boston, en el corazón del barrio irlandés.

El padre de Christopher había sido albañil, mientras que Dulce vivía con sus abuelos y su madre, quien toda su vida un todoterreno
Dulce era dos años menor que Christopher. Para él, ella había sido su primer amor. Bueno, en realidad había sido sólo un capricho, aunque hubiera durado mucho tiempo. Además, ella nunca había correspondido. Ni siquiera lo sabía. Hasta donde Christopher sabía, Dulce nunca había descubierto lo que él había sentido cuando era adolescente. Y probablemente fue lo mejor, porque Christopher apreciaba mucho su amistad.

 Un Hijo Tuyo Where stories live. Discover now