Te cuidare

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Cuando Finn regresó a casa esa noche, salió por la puerta para encontrarse con Christopher.

Ella todavía está durmiendo. Iba a verla todo el tiempo. De hora en hora. Comió la sopa y se quedó dormida inmediatamente.

- Sí, no creo que te des cuenta de lo débil que eres - asintió Christopher, dejando una bolsa de un famoso centro comercial en el suelo mientras Finn lo ayudaba a quitarse el abrigo U-. Iré a verla. ¿Por qué no nos traes la cena a la mesa pequeña de mi habitación?

-Está bien, capitán.

Christopher cogió su bolsa de la compra y subió los escalones de dos en dos. Cuando llegó a la puerta del dormitorio de Dulce, se detuvo. Estaba inclinado. Y los colores de la habitación lo sorprendieron por un instante. Estaba acostumbrado al color azul pálido que había elegido Wendy. Wendy. Por un segundo, cuando vi a esa enfermera, me sentí mal.

No se parecía mucho a Wendy, pero a primera vista cualquiera habría pensado que se parecía a ella .

confundido. Christopher estaba seguro de que Dulce no lo había notado. Durante el camino, la casa permaneció en silencio, en paz. Probablemente luchando contra el sueño. El médico había dicho que el medicamento contra las náuseas le daba sueño. Christopher había pasado todo el viaje pensando en la nueva vida que le esperaba junto a Dulce. Yo era feliz. No delirantemente feliz, sino contento. Wendy lo había amado profundamente y él, cansado de sufrir durante tantos años añorando a Dulce, le había respondido con cariño y dulzura. Sin embargo, siempre había guardado un pequeño rincón en su corazón, dedicado a su antiguo amor.

Esperando a Dulce. Nunca en un millón de años hubiera imaginado lo que iba a pasar. Christopher se sintió culpable. Nunca había querido que Wendy muriera, pero le resultaba difícil olvidar que él no había sido el amante y el marido que ella merecía.

Christopher abrió la puerta y miró a Dulce en la cama, durmiendo. Su cabello rojo estaba despeinado, su rostro en paz, sus labios ligeramente entreabiertos. Se sentó en silencio en una silla, acercándola a la cama, y tomó la mano de Dulce entre las suyas. Dulce parpadeó. Entre la oscuridad apareció el brillo de sus ojos. Ella sonrió y giró su mano para estrecharle la de él.

D:Hola.

U:Hola - respondió Christopher, disfrutando de un momento más dulce de lo que jamás había imaginado, por miedo a perderlo. Creo que voy a tener que cambiarle el nombre, voy a tener que llamarla La Bella Durmiente.

D:¿Que hora es? ¿Cuánto tiempo dormi?

U:Unas cinco horas. Son las siete y media.

D:¡Siete y media! - Exclamó Dulce, intentando sentarse y arreglarse el pijama, que llevaba desde el hospital. Christopher esperaba que ella protestara, que le ordenara que la llevara a casa de inmediato, pero en lugar de eso Dulce se limitó a decir: Pobre Finn, apenas comí lo que me trajo.

U-No importa, estoy seguro de que te perdonara si comes una buena cena. De cualquier manera, te traerá sopa nuevamente.

D:Como mañana podré comer algo más, puedes advertirle que tiene los días contados.

U:¿Seguirás con nosotros mañana?

D- Supongo - respondió Dulce tras dudar, mordiéndose el labio. Christopher no pudo resistir la tentación de acariciar ese labio. Dulce sonrió y se estremeció -. No sé por qué me cuesta tanto mudarme aquí, claro que pensé en hacerlo cuando nos casamos. Es que... siempre me he cuidado: me resulta extraño que alguien me cuide. Me hace sentir mal, no sé por qué. Christopher la miró con compasión, recordando a la niña que siempre se había defendido a sí misma. Esa falta de cariño habría destruido a cualquiera, pero a Dulce la había hecho más fuerte. Dulce había salido victoriosa. No sorprende que le resultara difícil aceptar la ayuda de los demás.

 Un Hijo Tuyo Where stories live. Discover now