Ya estoy aqui

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Ese mismo lunes, al mediodía, Christopher miró el reloj. Acababa de bajar del avión, de regreso de Chicago, y no podía esperar a ver a Dulce. En el aeropuerto buscó un teléfono, ansioso por escuchar su voz. Debe estar en la galería, pensó. Sin embargo, se equivocó.

- Lo siento, pero la señorita Saviñon no puede contestar el teléfono. ¿Puedo ayudarle?

U- Dile que es Christopher.

- No puedo señor, no está en la galería. ¿Quieres que te deje un mensaje?

U- ¿Cuándo va a estar de vuelta? - volvió a preguntar Christopher .

- No puedo decírselo, señor.

U-¿que sucede? ¿Está enferma?

- Bueno... ¿Quién eres... Un amigo?

U- Sí, lo soy, supongo que sería una buena descripción.

- ¡Menos mal! Esta en casa. ¿Por qué no vas a verla?

U- ¿Y por qué no está en la tienda? -

-No puedo decírselo señor.

U- OK, olvídalo. La veré en su casa.

Christopher condujo hasta la casa de Dulce muy tenso, pensando sobre la posibilidad de que hubiera perdido al niño. Sabía que los primeros meses de embarazo eran peligrosos. Buscó un lugar para estacionar y corrió hacia el departamento. Llamó a la puerta y esperó. Esperó y esperó. Golpeó con impaciencia con el puño y volvió a llamar. Finalmente optó por utilizar la llave que le había dado Dulce.

D- ¡Christopher !

Christopher la miró. Aferrada al marco de la puerta, su apariencia era lamentable. Con círculos oscuros debajo de los ojos, su cabello estaba despeinado y despeinado, sus mejillas parecían más delgadas y estaba sudando. Era evidente que Había perdido peso.

U- ¿Perdiste al niño? - exigió, angustiado.

D- No - respondió perpleja -, lo... lo siento - añadió corriendo al baño a vomitar.

Christopher no pudo reaccionar ante lo repentino de la situación. Después de unos momentos se recuperó. No había perdido al niño, pero entonces, ¿qué...? De repente escuchó un sonido inconfundible. Cerró la puerta principal y corrió al baño. La puerta estaba apoyada contra ella, casi cerrada.

U- Dul, voy a entrar.

D-¡No! - respondió ella, apenas capaz de hacerlo.

Pero Christopher no hizo caso y entró. Dulce estaba tirada en el suelo, junto al lavabo. Tenía los ojos cerrados y su rostro muy pálido. Christopher tomó una toalla, la mojó y se arrodilló junto a ella para secarle el sudor.

U- ¿Tiene náuseas matutinas?

D- No, son constantes, todos los días.

U- ¿Desde cuando?

D- Hace una semana. Al principio solo tuve unas ligeras náuseas, pero cada día estoy peor. Sólo estoy bien cuando estoy acostada.

 Un Hijo Tuyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora