un malentendido

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Según los médicos, los bebés estaban sanos y crecían con normalidad. Esto les vino bien, pero no tanto a Dulce, que se sentía como una ballena. Le era imposible ponerse los pantalones o atarse los zapatos y se cansaba con solo subir unas escaleras.

D:Espero que las próximas semanas pasen rápido, comentó Dulce, apoyando su cabeza en el hombro de Christopher. Estoy cansada de sentirme fea y gorda. -Estoy cansada de que me duela la espalda y se me hinchen los pies. Y estoy cansado de estar cansado.

U:Lo sé, respondió Christopher, acariciando su espalda. Pronto pasará y volverás a ser tú mismo.

D:¿Esto te hará feliz?

U- Me alegraré por ti, pero creo que eres maravillosa, tal como eres, respondió Christopher, colocando un dedo debajo de su barbilla y levantando su rostro para mirarla a los ojos. Dul siempre me pareció hermosa. No ha habido un día desde que tenía trece años que no me haya dejado sin aliento .

Dulce sintió que su corazón se detenía ante la sinceridad de esa confesión. ¿Christopher le estaba diciendo que la amaba o simplemente que ella siempre lo había excitado?

D- ¿Y por qué nunca me dijiste nada?

U:"Estaba con ese jugador de fútbol", dijo Christopher luego de hacer un gesto despectivo alejándose de ella. -¿Qué posibilidades hubiera tenido?

D- No... no lo sé, dijo Dulce sinceramente, feliz y al mismo tiempo... enferma. No, enfermo no era la palabra, pero tampoco aburrido. ¿Realmente te sentiste herido...? Entonces

- Christopher - interrumpió Finn, abriendo la puerta. Ambos se volvieron hacia él. -Lo lamento. Hay algunas cosas que quiero que revises, Christopher. Los saqué del armario ayer mientras limpiaba. Quizás tengas algo que quieras conservar.

U:Bien dijo Christopher, dirigiéndose a Dulce. ¿Quieres venir a revisar?¿conmigo?

Dulce asintió, entendiendo que el momento de la sinceridad había pasado y que no volvería a surgir otro, hasta que le reveló sus sentimientos y arriesgó la existencia de algo más que cariño, atracción y recuerdos entre ambos. Ambos siguieron a Finn al pequeño comedor informal junto a la cocina, donde el mayordomo había dejado varias cajas.

- Lo que ya no quieras, déjalo ahí, yo me encargo - dijo Finn dejándolos en paz.

Me pregunto qué comentó Christopher aquí al abrir una caja. Cosas de secundaria. Añadió libros de texto, moviendo la caja hacia un lado y abriendo el otro.

De repente el rostro de Christopher se iluminó y Dulce se acercó a él para ver qué tenía.

D:¿Que es?

U:¡Cosas de bebé! - Christopher sonrió.

D:¿De bebé?

U:Sí, Wendy los compró cuando empezamos a hablar de la posibilidad de tener hijos, explicó Christopher. Compruébalo y quédate con lo que quieras, añadió sacando una manta y mostrando una expresión tan tierna que Dulce sintió que se le encogía el corazón. Recuerdo cuando Wendy tejió esto. -¿No crees que Emily o Susan estarían hermosas envueltas en esta manta?

D:Mmmm, respondió Dulce, profundamente herida y humillada. -Acabo de recordar que tengo que llamar a Penny. Voy a la oficina.

U- Puedes utilizar el dispositivo aquí.

D:No, no importa, respondió dul, desapareciendo.

Al llegar a la oficina Dulce cerró la puerta y se apoyó en ella. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, dejando un rastro de fuego. Respiraba con dificultad. El hecho de que Christopher pudiera hablar de Wendy con tanta naturalidad,Momentos después de que los dos estuvieran a punto de tener una conversación importante fue lo más revelador. Más revelador que cualquier palabra. Christopher había dejado muy claro cuál era su papel en su vida. Y no era el de una amada esposa.

Dulce siguió sintiéndose dolida al día siguiente, cuando el dueño la llamó para preguntarle si quería renovar el contrato de alquiler del departamento. Dijo que estaba ocupada para ganar tiempo, pero su primer impulso fue decir que sí. En realidad, no necesitaba el departamento, viviendo con Christopher, pero... Una voz en su mente le aconsejó quedárselo, y Dulce sabía muy bien a qué se debía su vacilación. Mientras Christopher siguiera teniendo a Wendy en su corazón, su futuro sería incierto.

Sí, tendrían hijos y estaba segura de que Christopher los vería como un vínculo entre los dos. Pero no estaba segura de poder compartir un recuerdo con Christopher. Y Cada día dudaba más.

Además, había otro fantasma. Un fantasma mucho más real e incluso más aterrador que el recuerdo de su exmujer: el rostro de Christopher al ver a aquella enfermera que tanto se parecía a Wendy. Dulce tenía grabada en su mente la expresión del rostro de Christopher, era como una herida. ¿Qué pasaría si alguna vez conociera a otra mujer que se pareciera a Wendy? Las convicciones de Christopher sobre el matrimonio y la familia bien podrían ponerse a prueba si alguna vez volviera a enamorarse. Y entonces, ¿qué sería de ella? Estaría sola. Sola, como siempre había estado en su vida, Dulce no quería apresurar las cosas, así que llamó al dueño y fijó una hora para firmar el nuevo contrato antes de ir al banco a poner en orden los papeles del préstamo.

Dulce firmó el nuevo contrato ese mismo día y, poco después, acudió al banco con cierta sensación de alivio. Conservar el apartamento la hacía sentir más segura, como si todavía tuviera las riendas de su futuro en sus manos.

-¡Sra. Uckermann! Gracias por venir - la saludó el señor Brockhiser, saliendo al pasillo para saludarla y estrecharle la mano.

D:Es un placer, créeme, sonrió Dulce. Me alegré mucho de que me llamaras. Estoy decidida a ampliar la galería.

El señor Brockhiser la hizo ir a su oficina y tomar asiento.

-Me alegra oírlo, aunque vas a estar muy ocupada con esos gemelos, ¿verdad?

D:Si pero como...? Dulce se interrumpió. ¿Cómo sabes que voy a tener gemelos?

-Christopher me lo dijo, el banquero lo desafió. Creo que ustedes dos eran amigos de la infancia, ¿verdad? Mi esposa muere por conocerla.

D:Hmm... Sí, crecimos juntos, sí. No sabía que conocías a Christopher.

- Oh, sí, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Lo conocí antes de que se hiciera rico. Es una persona con instinto empresarial. Cuando me dijiste que apoyarías cualquier proyecto que propusieras, volví al comité de préstamos y solicité tu crédito nuevamente. Deberías haberme dicho que estabas casada con Christopher, te habría dado crédito al instante.

Dulce tenía frío. Ésa fue la razón del cambio de opinión: Christopher respaldó el crédito, lo garantizó. Todo empezó a tener sentido: la amable bienvenida del banquero, el hecho de que la dejó entrar a su oficina. Dulce intentó parecer indiferente y dijo:

D:¿Le importaría disculparme un momento, señor Brockhiser?

 Un Hijo Tuyo Where stories live. Discover now