Prólogo

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— Por última vez, ¿Puedo abrazarte?

Fué lo último que le pidió y cómo bien lo sabía, Emilio jamás le negaría algo, mucho menos uno de sus dulces y tiernos abrazos.

— Voy a amarte siempre, Emilio Osorio. — murmuró por lo bajo separando su rostro para poder verlo a los ojos. — lo sabes, ¿Verdad?

— Lo sé. — respondió el rizado, sin embargo, antes de poder hacer algún movimiento más, el mayor se alejó deprisa, tomando su maleta y saliendo de su apartamento.

Lo vió desaparecer por la puerta sintiendo al instante una sensación de vacío y pérdida; una parte suya quería ir tras el rizado y pedirle que se quedase con él; pero sabía que ésto era imposible, no podía mantener su relación con Emilio y ser un gran artista, pero le era imposible hacer las dos cosas.

Juntó sus manitos y ladeó la cabeza, sin quitar la vista de la puerta.

— Lo siento mucho, mí amor. — susurró antes de darse media vuelta y volver a su estudio.

No pudo concentrarse esa noche, por lo que simplemente se fué a acostar, durmiéndose minutos después.

El día posterior a su ruptura, se sintió cómo nuevo; se levantó con nuevas ideas para sus cuadros y simplemente fué cómo si se hubiese olvidado de todo lo ocurrido.

Los días, semanas y meses pasaron; su progreso fué aumentando, sus cuadros se volvían cada vez más profesionales a tal punto de haber sido peleados en las subastas.

Seguía hablando con su mejor amiga; Elyzabeth lo llamaba a diario y aunque la ojinegra no tocaba el tema de su relación con el oji-café, era un tema que estaba pendiente. Tal vez Mata no podía entender lo sucedido, ni sentía empatía al igual que él; pero había alguien que sí lo sentía y esa era cierta pelinegra de la cuál no había sabido mucho más que vagas palabras de la ojinegra.

Aún recordaba esa noche, en la que estaba vía Skype contándole sobre unos trabajos que debía integrar a su colección cuándo fueron interrumpidos por la mayor.

— ¡Estoy hasta la misma mierda con Emilio! ¡Ya no se qué hacer! — escuchó los gritos de lejos y vió la desviación de los ojos negros hacía detrás de la tablet.

Elyzabeth ladeó la cabeza frunciendo el ceño.

— ¿Qué sucede, Leima? ¿Cómo que estás hasta la mierda? Pero si estás completamente limpia, no hay heces en tu ropa.

— ¡Ely, es una forma de decir! — chilló frustrada la pelinegra. — No sé que más hacer y me siento cómo una completa inútil.

Bondoni prestó atención a la conversación que habían iniciado.

Elyz-...

— ¿Emilio sigue deprimido? — cuestionó la ojinegra.

— ¿Deprimido? — murmuró por lo bajo, confundida.

Escuchó una risa que Leidy dejó escapar.

— ¿Qué si sigue deprimido? — dijo con un tono que los menores no pudieron reconocer. — ¡Está hecho una mierda, Elyzabeth! ¡No quiere ni siquiera ir a la jodida empresa! Ni siquiera puedo dormir por la madrugada con miedo de recibir una llamada diciendo que algo le sucedió.

— ¿Qué sucede con Emilio? — preguntó ésta vez más alto, ésta vez siendo escuchado por la mayor que se acercó inmediatamente y movió la tablet, dejando ver sólo sus ojos, su frente y su cabello desordenado.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Where stories live. Discover now