18

147 24 8
                                    









En cuánto salió de la empresa, lo primero que hizo fué buscar con la mirada a cierto castaño, el cuál no tardó demasiado en encontrar; Joaquín estaba a un lado de su auto con su celular pegado a la oreja. No se dió cuenta de la presencia del oji-café hasta que éste tocó su hombro con la punta de su dedo, haciéndolo sobresaltar.

— ¡No me toques! — chilló girándose hacia él con sus ojos bien abiertos y su pecho subiendo y bajando con fuerza. Parpadeó ladeando la cabeza, relajándose al instante. — Oh, Emilip. No debes hacerme eso. — reprochó frunciendo el ceño.

Osorio soltó una risa por lo bajo.

— Lo siento, no pude evitarlo. — se disculpó encogiendo sus hombros. — ¿Nos vamos?

— Oh, si, claro. — una voz lejana se escuchó provenir del celular. — Aguarda un segundo. — volvió a llevarse el aparato a la oreja. — Luego te llamo yo, Ricitos... Si, está bien... No, no, no sería conveniente... Porque te digo que no... Elyzabeth, no me hagas enojar... Ya soy mayor, no me digas que hacer... Bueno, ¿Podemos comer creme brulee? De acuerdo, ¿Y puedes preparar ese jugo que me ofreciste anoche? Si, ese que tiene hielo y lo preparas en la licuadora. Bueno, adiós. — y colgó. — Perdón por haberte hecho esperar, ¿Vamos? Traje el auto por si no entran todas las cosas que quieras llevarte en el tuyo. — explicó mientras señalaba el auto detrás suyo.

— Genial, gracias por eso. Sígueme entonces.

Asintió y cada uno subió a su respectivo auto, Emilio tardó unos segundos en aparecerse ya que él tenía el suyo en su estacionamiento.

El viaje duró muy poco, ya que estaba a sólo 10 cuadras de la empresa; en el transcurso del día, Emilio se encargó de hablar con el arrendador para poder terminar con el contrato del alquiler. Agradeció el hecho de haber tenido que pagar la entrada ya que ahora no tenía que pagar nada más. El señor Sheen estaba esperándolo para terminar éste personalmente. Una vez finalizado todo, le dijo que tenía 3 días para desalojar todas las pertenencias, pero 3 días eran más que suficientes ya que no tenía muchas cosas allí.

En cuánto el señor Sheen abandonó el lugar (ya que aún no habían entrado ellos a la habitación del departamento, sólo fué el dueño quién revisó todo.) Osorio tuvo que tomarse el tiempo para poder poner un pié dentro. Sabía que sería difícil, pero no imaginó que iba a ser tanto.

Creía que estaba mejor que los días anteriores, que estaba superando aquel abuso, pero en cuánto entró a la habitación, se dió cuenta que aún no estaba listo para ello.

Respiró profundamente, apretándose el puente de la nariz y cerrando sus ojos tratando de no romperse a llorar ahí mismo, sin embargo, una mano tomó la suya y giró su rostro en el momento en que sintió un pequeño beso en su dorso.

Los ojos ámbar se encontraron con los suyos, se quedaron así, sólo viéndose hasta que Bondoni apretó levemente su mano.

— Tranquilo, Emilio. No estás sólo en ésto. No puedo decirte que sé cómo te sientes, no podría decirte que se te pasará de un momento a otro, pero si puedo decirte que estaré aquí para tí.

Sorbió su nariz antes de atraer al menor entre sus brazos y rodearlo con fuerza, escondiendo su rostro contra su cuello.

— Gracias, Quín.

Una tímida mano acarició su espalda.

— No debes agradecerme nada.

Se quedaron abrazados unos minutos más hasta que el rubio reunió fuerzas y se separó, limpiando sus lágrimas y asintiendo.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Where stories live. Discover now