10

284 31 19
                                    











El viernes llegó y las horas le pasaron lentamente, tenía mucho trabajo por hacer, pero ni siquiera eso lo distrajo de sus pensamientos.

Estuvo pensando mucho lo que le diría y lo que no, sabía que debía ser cuidadoso al momento de hablar con el castaño. Fué avisado por Leidy de la llegada del castaño a la empresa y que éste se encontraba reunido con ella; apagó la computadora y después de acomodar su traje, salió de su despacho.

Supuso que lo mejor sería esperar al menor en el pasillo de la sala de reuniones, no quería interrumpir su conversación. Minutos después, la puerta se abrió y se encontró con un Joaquín muy distinto al que había visto hace pocos días; su rostro demostraba cansancio; unas pronunciadas ojeras bajo sus ojos, los cuáles se mostraban caídos. Llevaba unos jeans negros y una sudadera roja Nike.

Parpadeó rápidamente antes de bajar su mirada y dió unos pasos hasta estar frente suyo.

—Hola, Emilio.

Intento sonreír, pero su preocupación era inevitable de ocultar.

— Hola, Joaquín. ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien?

Asintió lentamente.

— Sólo estoy cansado. — respondió. — ¿Tú estás bien?

— Estoy bien, Joaco. ¿Nos vamos?

Ladeó la cabeza asintiendo nuevamente.

— Si, claro.

Caminaron hacía el ascensor y luego salieron de la empresa; cuándo estuvieron en el estacionamiento, Osorio señaló su auto, acercándose rápidamente hacía la puerta del copiloto, invitándolo a entrar; pudo notar una mueca de tristeza en el rostro de Bondoni, aún cuándo ese agachó la cabeza y luego se dispuso a ver por la ventana.

Arrancó, saliendo del estacionamiento y emprendiendo el viaje.

— ¿A dónde quieres ir, Joaquín? No estamos muy lejos de dónde vivo ahora, ¿Ó prefieres ir a tu casa? — le preguntó viéndolo rápidamente antes de volver su vista al camino.

Giró un poco el rostro sin mirarlo fijamente.

—Vayamos a tu casa, Emilio. — dijo en un tono bajo antes de volver a girarse hacía la ventana.

Estaba siendo demasiada rara la actitud del menor, pero no quiso insistir aún cuándo se moría de ganas por preguntarle qué es lo que pasaba.

No tardaron más de 10 minutos en llegar al edificio en dónde vivía; bajaron ambos por su lado, ya que Joaquín no esperó a que él le abriese la puerta; lo siguió a 2 pasos de distancia y cuándo llegaron a su departamento, se tomó unos segundos en cruzar la puerta.

— ¿Quieres algo de beber ó comer, Joaco? — Preguntó una vez que sólo estuvo con su camisa blanca y sus pantalones de traje.

Los ojos ámbar dieron un breve recorrido al lugar antes de ver por unos segundos fijamente los cafés contrarios.

— No tengo hambre, pero gracias por preguntar. — respondió juntando sus manos.

— ¿Estás seguro que no quieres nada? — volvió a insistir, pero el castaño negó, entonces no tuvo más opción. — Bien, ¿Quieres que te muestre el lugar? No es muy grande, pero está bien para mí.

Creyó que el menor se negaría, pero terminó asintiendo.

— Bien, ésta es la sala. — señaló el espacio dónde estaban los dos sofás; frente a éstos una pequeña mesa y más adelante el mueble dónde la tele estaba puesta.— el comedor. — señaló la mesa con cuatro sillas. Siguieron el pasillo hasta dónde habían 2 habitaciones y el baño en el fondo. — Ésta es la habitación dónde guardo cosas innecesarias. — abrió la puerta y le mostró sólo brevemente lo que había allí adentro. — el baño allí en el fondo del pasillo y por último, mí habitación. — abrió la puerta de la habitación más grande del departamento, una cama matrimonial se encontraba en medio de ésta; un escritorio, cómoda y el buró al lado de la cama; un vestidor y en un costado se mostraba el gran ventanal, dónde un balcón se encontraba. — y eso es todo. — terminó diciendo dejando un poco de espacio entre ellos.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Onde histórias criam vida. Descubra agora