33

150 27 5
                                    













Las 2 horas se habían pasado tan rapido que ni siquiera se dieron cuenta, no hasta que su sesión de juegos fué interrumpida por la desagradable presencia de la enfermera cuándo se adentró a la habitación.

— La hora de visita terminó. — informó de mala manera al dirigirse hacía el oji-café.

Rodó los ojos, pero mostró una falsa sonrisa.

— Ya lo sé, ahora me voy a ir. — respondió en el mismo tono.

— Debes irte ya mismo porque Joaquín tiene que descansar.

Bondoni se sentó lentamente antes de fruncir el ceño.

— ¿Porqué estás hablandole mal a mí Emilio? Los empleados no pueden tratar mal a las visitas.

La castaña abrió los ojos sorprendida, su boca se abrió y cerró, sin poder decir nada.

— Yo no estoy hablando ni tratando mal a Emilio, Joaquín.

— Precioso...

Negó, haciendo una mueca.

— Debes brindar comodidad y ser educada, porque están pagándote para ello, además de cuidarme a mí. No le hables mal a mí Emilio, Nikol ó me veré en la obligación de presentar quejas ante tu superior y si ricitos se entera, te vá a echar.

— Lo siento mucho, señores. — dijo a regañadientes. — no volverá a suceder. — agregó antes de salir de la habitación.

Asintió satisfecho ante la respuesta y después entrelazó su mano con la del rizado.

— Ya no volvera a suceder, bebé.

Emilio sonrió antes de acunar el rostro del castaño para depositar un casto beso, ganándose una mirada sorprendida y luego una sonrisa.

— Te amo muchísimo, vida mía. Eres mí pequeño bebé valiente.

— Yo te amo muchísimo también, mí Emilio. Te voy a extrañar.

— Y yo a tí, precioso. Tu madre ya debe estar por llegar.

Asintió antes de volver a recostarse lentamente, pues no podía hacer muchos movimientos y menos con brusquedad.

— Niurka me envió mensajes, dijo que mañana vendrá a verme.

Fingió sorpresa. — ¿Ah, si?

— Sí, dijo que vá a venir y me vá a traer un regalo. — contó con genuina alegría

— Que bueno, amor mío. Mamá ya comenzó a malcriarte otra vez.

Frunció el ceño mientras ladeaba la cabeza.

— No me está malcriando, ella me regala cosas porque me quiere, soy su yerno favorito.

Rió mientras asentía.

— Por supuesto que lo eres, vida mía.

En ese momento llegaron Elisabeth junto a Uberto, éste traía un bolso y una paquete envuelto en papel de regalo.

— Hola, mí ángel. Hola, Emilio. — saludó el mayor.

— Hola, mis vidas. — siguió Elisabeth antes de acercarse al oji-café y besarle ambas mejillas después de un corto abrazo.

— Papá, ¿Qué has traído ahí? — preguntó curioso mientras veía el regalo en manos de su progenitor.

— Es un regalo para tí, cariño.

¿Can I Hold You Again? // Adaptación Emiliaco - 2° Temp. de ¿Puedo Abrazarte?  Where stories live. Discover now