Dos desconocidos

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Louise y Christopher llegan a casa casi al anochecer, la temperatura había descendido lo suficiente para que las manos de ambos comenzaran a adoptar un color morado tenue en las puntas. A pesar de que tan solo llevan unos minutos caminando en silencio y que logran ver la casa a unos escasos metros, el aire tan incómodo que se siente alrededor de ellos, hace eterna y pesada la caminata.

Christopher le abre la puerta de la casa a Louise y, sin quererlo, encuentran miradas, pero existe algo que se rompió y pareciera que no tiene solución. Habían peleado en el pasado, pero sin duda alguna, en esta ocasión, Christopher ya no veía a una mujer enojada o triste, veía a alguien serena y consciente de haberse dado por vencida.

Cruzan la puerta y logran ver a Mary y a Laysha en la cocina. Los ojos de aquel hombre delatan que algo no planeado y desagradable ha sucedido. Mary no puede creerlo; Louise lo ha dejado. Tantas veces fue un plan fallido, tantas veces se tomaban toda la tarde para hablar sobre sus problemas y regresaban amándose como siempre, tantas veces Louise era convencida que quedarse era lo correcto, pero ese día era diferente.

A pesar de hacer su mejor esfuerzo para contener el llanto por la presencia de su hija más pequeña en la habitación, Louise se rompe y huye hacia su habitación. La cocina adopta un silencio total, las miradas tratan de no encontrarse, no existen palabras que parezcan adecuadas, pareciera que el aire ha tomado una consistencia pesada y tóxica que no permite fluir la sangre por la cabeza.

Christopher también quiere huir e, incluso, abandonar la propiedad, pero es inundado por una reacción heroica y madura, y decide cruzar las ramas de incomodidad que le impedían dar un solo paso y le dice a Laysha que la acompaña a su cuarto. Llegando a la habitación sienta a su hija menor sobre su cama.

—¿Sabes que te amo con toda mi alma, verdad? —le pregunta Christopher.

La pequeña no le contesta la pregunta.

—¿Podemos ir con mamá? No me gusta cuando se pone triste.

—¿Se pone triste muy seguido?

Laysha asiente.

Christopher abandona la habitación de Laysha y hubiera querido evitar la habitación de su hija mayor para ir directamente a un lugar en donde pudiera maldecir y gritar a conveniencia. Se dice que no tiene tiempo para estas idioteces, pero la puerta estaba totalmente abierta y ella sentada en su cama. No quiere ser el adulto responsable que pone a los hijos primero, pero termina haciéndolo, se convence de que es lo correcto.

—¿Así que te irás, Christopher?

A Christopher le sorprende que Pam ya supiera la decisión que había tomado su mamá. Se siente traicionado y exhibido. Se pregunta cómo Louise hizo esta tontería más grande de lo que es, cuando solo necesita tiempo para que sus emociones se tranquilicen; trata de justificar su movimiento cruel y dramático por la muerte de su padre.

Recuerda que planea utilizar una estrategia que le ha funcionado en el pasado, pero no puede esconder que le duele y sorprende que su hija asumiera que él hubiese aceptado el trato. Aquel hombre trata de sacar tantos pensamientos de su cabeza con una profunda exhalación, pero pareciera que la expulsión se ha quedado a medias.

—No me iré a ningún lado, tu madre está pasando por un momento difícil —contesta Christopher.

—Ella está sufriendo mucho.

—¿Tú cómo estás?

Pese a que Pam quiere decirle que las elija a ellas y que se quede, solo puede decir con voz llorosa:

—Bien, supongo.

—¿Mamá te ha contado sobre lo que quiere hacer?

—Sabemos que los demás te necesitan y que no te quedarás —dice Pam conteniendo las lágrimas.

—Eso no fue lo que pregunté —dice Christopher sosteniendo su barbilla para que pueda mirarla a sus ojos.

—Mamá no me ha dicho nada, pero... la he escuchado hablar con la abuela de que se van a separar.

—No hay nada de lo que deban preocuparse, le diré a mamá que tenga más cuidado con sus pláticas con la abuela, pero debes saber que se va a solucionar todo.

—No estoy segura de que pueda arreglarse.

Christopher deja de hablar por unos segundos, el comentario emitido de su hija le confirma que Louise ya lleva territorio ganado con su telenovela, lo cual le provoca un zumbido en el oído que trata de eliminar apretando la mandíbula.

—Me enteré de que renunciaste a nadar, mañana a primera hora hablaré con Eric para...

—Por favor, no sigas, sabemos que no va a pasar —Pam le suplica quitándose las lágrimas de los ojos—. ¿Cuándo te irás?

—No me... no lo sé, nena —contesta Christopher, sabiendo perfectamente que una promesa relacionada con quedarse sería cruel y una absoluta mentira.

Las mujeres del héroeNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ