Condiciones

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—Ha llegado tu cita de las once —dice una recepcionista a Greta a través de un interfón.

—Hazlo pasar por favor a mi oficina —contesta Greta sin poder esconder su emoción, está impaciente y lo hace notar moviendo rápido su pie derecho, provocando que su escritorio tambalee.

Toma un sorbo a su café para aclarar su garganta. Sabe que está por llegar lo que tanto ha estado esperando. Practica una vez más sus palabras, las que tanto ha dicho cuando está a solas.

—Estimado general Christopher, pase, por favor.

Christopher no responde el saludo y elige la silla más alejada de la mujer.

—Debo decir que eres impresionante, Christopher.

—¿Se supone que debo agradecer el cumplido? —responde Christopher con una sonrisa tomando asiento con una postura que hace notar que no se siente incómodo en lo absoluto.

—Es tu decisión —Greta se arregla el saco morado que lleva puesto y aclara su garganta nuevamente—. A pesar de que la situación es un poco extrema, quiero que sepas que soy una fiel admiradora de tu trabajo. No tengo palabras para describir la Burka, es...

—Vaya que eres como te ha descrito Eric, entiendo cómo han compaginado tanto.

Aunque era más que obvio que Christopher tarde o temprano se enteraría de la traición de Eric y de su alianza, Greta siente que ha sido descubierta, lo cual le genera cierta sensación de pena.

—Espero que haya dicho que tengo un trasero espectacular.

—Lo dijo. También te describió como una perra resentida, pero él también lo es a su forma, así que no le tomes tan en serio.

—Siempre tan halagador. Pero dime, ¿el experimento va bien? Hasta donde supe estaban teniendo problemas para...

—Hemos tenido bastantes problemas por el teatro que has montado, ¿entiendes que por tu capricho se pudo haber arruinado todo? —Christopher la interrumpe y, a pesar de que el contenido de su comentario es reclamación, su voz no deja de ser calmada.

—Te has olvidado de que tienes que compartir, Christopher, no lo quisiste hacer en el pasado por medio de invitación, necesitábamos que nos tomaras en serio, y creo que hemos logrado llamar tu atención.

—Tienes razón, siempre he tenido problemas con el control, pero nunca lo he considerado como algo malo.

—Supongo que vas a preguntarme a quién represento, porque supongo que piensas que una mujer no puede hacerte frente.

El comentario le genera gracia a Christopher, quien la mira directamente a los ojos por unos segundos antes de hablar.

—Estás muy equivocada, desde hace tiempo sé quiénes han estado provocando problemas. Además, ¿por quién me tomas? Podré ser muchas cosas, pero la conducta machista es muy primitiva para mí. En esta habitación veo a dos personas muy capaces. Y, si estamos aquí, es por una mujer, ¿no?

—Vaya que tienes labia, lo acepto, y esos ojos. Lastimosamente, no eres mi tipo.

Greta lo mira analizando su lenguaje corporal, no logra detectar ni una sola gota de nerviosismo, y eso no le da confianza en lo absoluto. Se imaginaba un hombre con rabia desmedida. Christopher se levanta de la silla para acercarse a Greta y quedar a escasos centímetros de distancia.

—Ahora que me puedes ver más de cerca, quizás puedas reconsiderar lo que dijiste.

—Debo aceptar que me estás confundiendo —Greta ataca la imposición de Christopher con una postura de total rechazo, tomando con fuerza el arma que lleva en la parte de atrás de su cinturón.

—Entiendo, me alejo —Christopher toma su asiento nuevamente.

—No perdamos más el tiempo con un coqueteo sin sentido, por lo que sé, eres un hombre absoluta e incondicionalmente enamorado, y eso, mi estimado Christopher, estoy segura de que ha complicado un poco tus planes. Debo decirte que no te juzgo, simplemente que tus decisiones de los últimos meses no han sido en lo absoluto congruentes con lo que llevas años haciendo, es como si tu rockero favorito que te encanta a escondidas por su adicción a los excesos, decide dejarlo y rehabilitarse y, a pesar de no quererlo decir en voz alta, ya no te atrae de la misma manera.

—Me encanta hacia dónde va la conversación, y te tengo una sorpresa, no voy a decepcionarte —dice Christopher con una voz siniestra.

Greta no logra entender el comentario de Christopher, pero sigue hablando sobre los detalles de la propuesta: números, fechas, límites, condiciones y más condiciones.

—Tenemos una propuesta de la manera en la que queremos colaborar, bueno, modificar, la estructura de la Burka. Tengo un documento en digital, pero también lo tenemos en físico —Greta desliza por el escritorio de madera en dirección a Christopher un documento plastificado de manera muy ejecutiva, la portada llevaba un gran sello de confidencialidad—. Ahí podrás encontrar las explicaciones y lo que se ofrece a cambio, como lo es la estrategia de desistimiento de ambos juicios, tanto el administrativo como el de tus hijas.

—¿Planeas quitarle las hijas a una mujer sin su consentimiento?

—Si es necesario, sí —responde Greta con una sonrisa retadora.

—¿En qué mundo vivimos? —dice Christopher mientras vuelve a deslizar el documento sobre la mesa en dirección a Greta—Pero como te lo dije, no voy a decepcionarte.

—¿Quieres únicamente la versión digital? Entiendo, por el riesgo de divulgación del conten...

—No quiero nada en lo absoluto —Christopher la interrumpe.

—Christopher, vamos, deberías leer el documento, esto evitará que la Burka pueda seguir afectándose. Louise no lo vale.

—Por ello vine personalmente, porque esto terminará el día de hoy, y quería estar frente a frente cuando entendieran que no estoy dispuesto a negociar y que han perdido su tiempo.

—Christopher, vamos, evitemos más desgaste del necesario. Es una estupidez, te prometo que, si el día de hoy se firma el acuerdo, estás con tu familia el día de mañana, y seguirás siendo alguien importante en la Burka.

Al finalizar sus palabras, la asistente de Greta irrumpe en la oficina, su cara comunicaba urgencia y preocupación.

—¿Qué te ocurre? —dice Greta completamente extrañada por el impulso de la mujer.

—Ocurrió una, una... —la mujer no puede terminar la oración, no encuentra la palabra—. Hubo una explosión, ella al parecer, había llegado con ellas y no hay sobrevivientes.

Las palabras retumban en la cabeza de Greta. Inmediatamente, gira para mirar a Christopher, y sigue encontrando un hombre con semblante calmo. Siente un hueco profundo en el estómago y un miedo ácido rápidamente invade su cuerpo de pies a cabeza. Un zumbido ataca su oído derecho y siente que su corazón está palpitando a una velocidad más rápida de lo normal.

No entiende cómo en tan solo unos minutos ha perdido el control de lo que está pasando. Sabe perfectamente que solo existen dos escenarios; o Christopher adquirió una sordera espontánea que le impidió escuchar los últimos dos minutos en donde dicen claramente que toda su familia ha muerto o está frente a la persona más peligrosa que existe en el mundo. Una con un poder inimaginable y que no tiene, nada, absolutamente nada que perder. 

Las mujeres del héroeWhere stories live. Discover now