Matando los impulsos

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Pam ha querido acercarse a su padre un par de veces, pero una fuerza interior que ha catalogado como orgullo no se lo ha permitido. Un par de veces ha querido bajar cualquier barrera y ser la niña de los ojos de su padre.

Las negaciones a su padre han requerido el uso de la fuerza más grande de su ser. No puede creer que después de tantos años donde su padre desaparecía en cuestión de días, esté aquí, listo para tener una charla y hacer el desayuno.

Ha tenido impulsos de ir a abrazarlo y llorar en su hombro, pero justo después de que sus pies dan algunos pasos, recuerda una de las tantas ocasiones donde su padre le falló. Cuando el impulso es pequeño, tan solo recuerda uno de los tantos cumpleaños o graduaciones perdidas; pero cuando es un impulso significativo, se dirige inmediatamente a las ocasiones en donde le habían dicho que ya no regresaría, sin embargo, lo hacía, pero tan solo para calmar las lágrimas de ella y su madre y regresar la semana siguiente al trabajo como si nada hubiera pasado.

Recuerda todas las veces que le rogó que se quedará. Algunas veces tomaba uno de sus pies para no dejarlo avanzar. Siempre era la misma respuesta. «El país y el mundo necesitan que seas una niña fuerte». «Nunca dudes que tu padre te ama».

Al principio, esas palabras eran suficientes, pero llega una edad en donde ya no hacen sentido y tan solo se convierten en una excusa. Su madre tuvo que soportar todas aquellas rabietas que le precedían a la partida de su padre, las cuales duraban hasta una semana.

Cuando era más pequeña culpaba a su madre también, pero al crecer se dio cuenta que ambas sufrían lo mismo, su madre lo escondía, pero los ojos hinchados y la somnolencia que le causaban las pastillas que tomaba lo hacían evidente.

Hasta la fecha, tiene un firme deseo de que su madre encuentre a otro hombre. Cuando lo pensó por primera vez, sintió que estaba defraudando a su padre, pero con el tiempo, decidió que no le debía fidelidad alguna. Nunca le compartió a su madre este deseo.

Cuando su madre se enteró que estaba embarazada otra vez, lloró por semanas. Pam no entendía porqué. Fue cuando escuchó a su madre decirle a su abuela que sería madre soltera de otra niña que comprendió todo.

No entiende cómo en su corazón puede existir tanto odio, pero también tanto amor por una persona. Su padre era el héroe de su historia, pero llegó un momento en el que era inevitable que perdiera ese papel.

Su terapeuta le ha dicho que debe soltar las expectativas, pero es difícil hacerlo cuando todo el mundo, excepto tú, piensan que su padre es el héroe nacional. Trató de buscar alguna conducta violenta o machista en la personalidad de su padre para fundar su odio hacia él, pero cuando regresaba a casa, era el hombre perfecto.

Fue cuando comprendió que ese sentimiento no tenía que ver con quién era su padre cuando regresaba a casa, sino con la decisión continua e irrevocable de Christopher de siempre irse. Esa decisión no la toma un padre que ama y elige a su familia. 

Las mujeres del héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora