El inicio del final

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—Buenas tardes, general Williams —le dice una mujer al momento que enseña su placa—. Creo que ya sabe a qué venimos.

Christopher siempre ha detestado que le digan general, aunque sabe perfectamente que lo es, de hecho, es el más importante del país. Trató de cambiar el nombre del cargo, pero fue un fracaso.

—¿No creerá que voy a dejar que mis hijas se vayan con usted por tener una placa y una camioneta bonita? —Christopher quiere provocar la desesperación de aquella mujer.

—Sabe que pudimos haber venido con fuerza pública, pero su esposa nos pidió que no fuera así. Perdón, exesposa —la mujer hace un gesto que expresa su incomodidad—. Aun así, sabemos que usted es un hombre muy inteligente y traigo conmigo... —la mujer saca un papel de una carpeta que traía en la mano—, la orden judicial donde a través de mucha palabrería jurídica dice que debo llevarme a las niñas. Dele un vistazo, verá qué es verdadera.

Christopher toma el papel, lee rápidamente una parte y se mofa del contenido, le molesta el grado de hipocresía de su contenido. Sabe que las leyes se rompen a diario.

—Vaya, parece hasta amenaza, dígale a la jueza que le mando saludos, pero no sucederá —Christopher rompe el papel.

—Verá, general, no es opcional. Admiro su labor, pero esto es un asunto aparte. Podemos hacerlo de esta manera o de la otra, y me imagino que ya sabe cuál es. El mundo se está enterando que se llevó a las niñas, no creo que le convenga que sepa que no las quiso entregar. Eso es un consejo de una persona que lleva años en los problemas familiares. Además, las niñas se irán con su abuela, podrá estar más tranquilo.

—Vaya alivio.

Christopher se da cuenta que Mary y Pam lo están observando, la más pequeña sigue en la arena con su perro y su rostro no puede esconder que se siente incómoda por la escena.

—Es temporal, ¿cierto?

—Me parece que su abogado ya está al tanto del proceso, su firma ya ha señalado algunos lugares para el hogar temporal. Ambos podrán visitar a las niñas mientras se soluciona el conflicto. Si me permite, debemos ir con ellas. Puede despedirse si gusta.

Christopher se ríe, no tenía idea que ya tenía abogado, pero al parecer así funcionan las cosas, sin preguntarle. Trata de contenerse, pero se pone en cuclillas y golpea la arena, siente que va a vomitar.

Ve que las mujeres están hablando con Mary y sus hijas, está tratando de formular un plan, siempre ha sido bueno trabajando bajo presión, pero se da cuenta, que al saber que sus hijas forman parte del plan, todo se complica. Está acostumbrado a la obediencia absoluta, no a que le importe lo que sienten y opinen las personas involucradas en sus estrategias. Puede ver que Laysha se esconde tras la pierna de su hermana, tiene miedo. Ve como Mary y Pam asienten y le dicen a Laysha que vaya por Boss. Ve que todas se dirigen a la camioneta.

—Todo estará bien, amores, ya lo verán —les dice Christopher justo antes de que suban a la camioneta—. Verán que solucionaremos las cosas mamá y yo, todo volverá a ser como antes.

—En verdad espero que no sea así, Christopher. Solo cumple tu promesa —dice Pam mientras sube a la camioneta.

—Cuida de ellas, Mary y sé justa, por favor.

—Sabes que lo haré, Christopher—le dice Mary subiéndose a la camioneta

—¿Pueden darle un último beso y abrazo a papá? —las lágrimas de Christopher comienzan a caer, no puede contenerlas.

Las niñas se acercan, Pam lo abraza más fuerte que nunca, no había caído en cuenta que sería la última vez que abrazaba a su padre. Aunque ha estado más ausente que presente en su vida, su conexión era única, pero sabía que no las elegiría.

La camioneta parte, la escoltan otras dos; Christopher solo puede ver cómo se alejan. Solo permite que unas cuantas lágrimas caigan de su rostro. Segundos después se dice a sí mismo que llorar no lo llevará a nada, algo dentro de sí, cambia, ya no es alguien ajeno que no puede hacer nada, ahora se siente como el estratega principal de esta misión. Al parecer ahora ve a Louise como enemiga. Le marca a Eric, su llamada es contestada inmediatamente.

—Hola, galán, ¿listo para la función?

—Sí. Necesito que una camioneta venga por mí.

—Ya están en camino, campeón ¿En serio elegiste esa playa? ¿Por qué le pones sal a la herida viejo? Uno no va a superar a su ex a la playa donde se casaron.

Christopher sabe que fue tonto de su parte ir a un lugar donde fácilmente lo podían encontrar, quería platicarles a sus hijas lo que había pasado en aquel lugar, convencerlas que la relación con su madre tenía remedio, pero no le alcanzó el tiempo ni se dieron las circunstancias. Solo puede emitir una pequeña risa.

—Bien, aquí espero —le dice Christopher.

—Vamos a arreglar este desastre rápido, Chris, ya lo verás.

—Lo sé. Seré yo quien lo hará suceder.

Las mujeres del héroeWhere stories live. Discover now