La inercia de lo inevitable

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—Hola, Louise —le dice Greta, quien lleva en las manos dos cafés y al dejarlos sobre la mesa le cae un poco sobre las manos, maldice un poco y se ríe—. Bueno, no todo sale bien, ¿cierto?

—Pareciera que no recuerdas que la reunión fue un fracaso —Louise no entiende el estado de felicidad en el que se encuentra aquella mujer.

—Linda, era obvio que no íbamos a lograr algo ahí. Ya viene lo bueno, te apuesto que ese Thompson se está cagando en este momento.

—¿Querías el juicio?

—¿Tú no? Linda, necesitamos contenido, necesitamos que el mundo sepa porque te estás llevando a tus hijas. De otra manera, lograrán inventar algo sobre ti que pruebe lo que ellos dicen, como siempre, y quedarías en el olvido en cuestión de días.

—No me agrada que clasifiques mi vida personal como contenido, linda.

—No existe otra opción, Louise. ¿Crees que van a jugar limpio? ¿En serio eres tan ingenua para poder pensar eso? Puedes apostar que en este momento ya están tramando cómo quitar a la jueza para poner a un hijo de puta que trabaje para ellos. Puedes apostar que están inventando que tuviste un amorío con tu instructor de pilates y que solo quieres el dinero de Christopher para ir a hacer tu vida con él, y en serio que van a poner empeño, en un abrir y cerrar de ojos habrá testigos que puedan confirmar que fuiste la mujer que ellos dicen, habrá gastos de moteles en tu cuenta, incluso, hasta una prueba de VIH positivo podrán en tu expediente. O inventarán que mataste a alguien en un ataque de ira porque eres una enferma sin control y que tu lugar, como al inicio de toda esta mierda, debió ser siempre un hospital psiquiátrico.

Louise se queda helada, sabe que ninguno de los escenarios que le acaba de mencionar Greta es imposible. Ella sigue afirmando que mataron a su padre y no les importó que fuera una buena persona, ni que fuera un exmilitar.

«Huye, Louise, el sistema está jodido, y te van a joder, te van a quitar a las niñas, y créeme, no lo van a dudar ni un segundo. Te van a mandar lejos, es un hecho, y si necesitan matarte lo harán. He arreglado todo para que se vayan mañana donde no puedan encontrarlas, todo estará bien, tu madre y yo estaremos bien».

Palabras más palabras menos fueron las que salieron de la boca del padre de Louise. No llegó a dormir esa noche, su madre le dijo que nunca llegó de la tienda. Por la mañana, temprano Louise recibió una llamada y le dicen que su padre había tenido un accidente en el carro y que no había sobrevivido. No pudo ver su cuerpo, le dijeron que quedó irreconocible.

Horas después del accidente, Eric dijo que se había encargado de todo y fue tan hijo de perra que el día del funeral llegó con un folleto de un lugar en las montañas, donde le sugirió a Louise que fuera unas semanas a despejar la mente. Ellas le dijeron que eso sucedería.

No pudo llamar a Christopher para decirle que había perdido a su padre, y que Eric era el culpable, era seguro que habían monitoreado las llamadas de su padre, y era evidente que con las de ella harían lo mismo.

«Oye, mi padre acaba de morir y fue Eric quien lo mató. Me quieren desaparecer, ¿puedes hacer algo al respecto?».

Practicó mil veces diálogos como estos, pero sabía que en el momento en que sus palabras salieran disparadas de su boca, ella desaparecería y cualquier esperanza de salvar a sus hijas también. Haciendo un recorrido por las opciones que le quedan y la drástica realidad que le está tocando los talones, Louise se ve obligada a aceptar la propuesta de Greta. 

Las mujeres del héroeWhere stories live. Discover now