Guerra iniciada

6 5 6
                                    

El sentimiento de abandono no ha dejado en paz al corazón de Pam desde que su mamá se fue. Tiene tanto miedo, tiene tanto miedo de recibir la noticia de que nunca regresará. Le duele tanto que no le digan nada sobre lo que pasa. Tiene miedo de que puedan hacerle algo a su abuela, que la alejen de su hermana, que su papá se vaya pronto y que quede a la deriva.

Ha llorado todas las noches, sobre todo después de que escucha que su abuela estuvo en llamada con su madre. No comprende por qué no quiere siquiera saludarla. Está aterrada de que las cosas sigan el curso de cuando su abuelo murió: solo pasó, sin aviso alguno.

Su hermana le hace demasiadas preguntas y no tiene ninguna respuesta.

Lleva más de una semana que no ha sentido ánimo para tomar sus clases. Y al parecer, tanto su abuela como su padre han perdido el interés en rogarle.

—Hola, Pam, ¿vas a almorzar? —dice Christopher tocando en la puerta del dormitorio.

—¿Puedes hacer que mamá nos marqué?

—Tú y yo sabemos que no toma las llamadas Pam, quizás está muy enfocada en salir del tratamiento lo antes posible. Ella regresará.

—¿Cuánto falta para que también te vayas tú?

—Hoy no quiero discutir, Pamela. Te lo suplico —dice Christopher desesperado.

—Estoy harta de escuchar eso, por favor, solo déjame sola.

—Bien. Solo te sugiero que dejes de victimizarte, eso en la vida solo te dejará decepciones.

—¡Tú eres el foco de decepciones en mi vida!, quizá deberías salir de ella para siempre. Por ti el abuelo murió y ahora es probable que mamá lo haga.

—¿Qué está pasando aquí? —dice Mary entrando a la habitación tratando de tranquilizar la situación, aunque no quería verse involucrada.

—Pamela está diciendo cosas sin sentido. O dime Mary, ¿tú crees que maté a Johnny?

Mary siente que va a desvanecer y se queda mirando al piso. Está totalmente arrepentida de no haber pasado de largo por aquella habitación. De manera automática sale de aquel encuentro sin contestar nada, pero para su mala suerte, Christopher sigue sus pasos.

—Mary, ¿qué demonios pasó con Johnny?

—Por Dios, Christopher, estamos en el pasillo, todos pueden escucharnos.

—Estoy harto de que digan que murió por mi culpa. Vi su acta de defunción, estaba enfermo del corazón, por eso chocó. Todos moriremos, y lamento que él lo haya hecho de esa forma, pero culpar a alguien no te hará más ameno el dolor.

Mary no puede contenerse y abofetea a Christopher. Ha tratado de lidiar con sus ganas feroces de restregarle en la cara todo lo que ha pasado, pero ya no lo logra.

—Tú nos has quitado todo, Christopher, tú maldito trabajo, no jalaste el gatillo, pero estoy seguro de que pudiste haberlo evitado, pero no te importó.

—¿Qué demonios te pasa Mary? ¡Te has vuelto loca!

—Estoy más cuerda que nunca, Christopher, simplemente ya no estoy fingiendo, ya no tengo fuerzas para hacerlo. Solo te digo que, si tu plan es que le pase algo a Louise, tú cargarás con esa maldita responsabilidad, porque trabajas para asesinos y no dudo que tú seas uno —dice Mary entrando a su cuarto y cerrando la puerta.

Las mujeres del héroeWhere stories live. Discover now