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Tohbías

Su ceño está tan fruncido que está como clavada al suelo interiorizando lo que antes dije. El niño vuelve a llamar desde su habitación, ella parece reaccionar y se mueve en su busca. Sale y me es imposible dejar de ver su redondo trasero transparentarse completamente.

Sentí unas terribles ganas de asesinar a sangre fría al maldito de Máximo hace solo unas horas, solo el hecho de pensarlo a él en mi posición anteriormente sentado en el maldito sofá, y disfrutando cómodamente de las deliciosas vistas que brinda la madre de mi hijo, de su trasero tras el televisor.

Saboreo mis labios aún sintiendo sus jugosos fluidos en ellos. Es tan dulce que me embriaga su olor y fuego interno. Me enloqueció completamente ver los rosados pezones tras la fina tela, tan duros por mí que me fue difícil no perderme en ellos. Verla desnuda así abierta para mí, me sacó completamente fuera de mí. Es como si le diera a su cuerpo las riendas del momento, yo disponía completamente de el todo el tiempo.

De cómo arqueba su espalda a mis caricias, cómo se erizaba cada maldito poro de su cuerpo aún conmigo prendido en su centro. ¿Es que cómo no podría haberme perdido en ella antes? Esa mujer es la encarnación del éxtasis puro. Su pálida piel y sus pupilas dilatadas mirándome todo el tiempo, con la deliciosa expresión de placer estampada en toda su cara.

¡Maldita Molly!

Salgo tras ella pensando en lo que le dije, porque no puedo seguir más días aquí. No cuando debo antender cosas importantes allá. El niño se irá conmigo y ella si quiere también, por ahora dejaré que pase el maldito mes. Yo soy un hombre de palabras y a pesar de todo tampoco es que vaya a prohibirle ver a su hijo.

Camino hasta llegar a la habitación del pequeño, la ténue luz de la lamparita de noche ilumina escasamente el lugar. Molly está hincada en el suelo y soba la cabezita del niño suavemente.

—Pero mami quiero dormir con ustedes, sentí un ruido extraño en la ventana —pide y en su voz se nota miedo palpable.

¿En la ventana? Camino hasta la misma y corro la cortina mirando tras ella. Un tío vestido completamente de negro lo veo abajo, arrancar en una moto y perderse en segundos. Mis sentidos se ponen alerta y un sabor amargo me recorre.

—¿Sucede algo? —inquiere Molly.

—No, no es nada. Vamos a dormir Tobh —señalo y me acerco hasta tomarlo en mis manos.

Camino con él abrazándome fuerte y me molesta pensar que alguien haya lanzado algo contra su ventana, algo que sonará más fuerte que los gemidos de su madre, y que lo haya incluso despertado. ¿Por qué alguien haría eso?

Entro a la habitación de Molly y me recuesto en la cama con él, sé que estoy siendo irrespetuoso, pero es lo menos que puedo hacer por mi hijo ahora. No se va a quedar tranquilo sino es con nosotros. Sé lo que es sentir miedo siendo solo un crío.

Me recuesto en el suave colchón y su madre sin decir nada al respecto, se acuesta al otro lado de él. Apaga las luces y se queda todo en silencio.

—Buenas noches Tohb —susurra su madre y besa su mejilla.

Mi hijo se abraza fuertemente a ella quedando un espacio más vacío solo para mí.

—Duerme bien pequeño. —Me inclino hacia ambos y besos sus frentes.

Una calidez se instala en mi pecho al sentirme rodeado de lo que antes añoraba.

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