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Molly
Horas antes


Una tranquilidad me recorre entera cuando vi que la tía de Tohbías no había dicho nada, pero la decepción no tardó en llegar cuando todo lo que escuché de sus labios fueron como dagas a mi corazón.

«Tú y yo hablaremos cuando regrese de la empresa y tomaremos las medidas necesarias»

Lo escucho marcharse desde la cocina.

—¿Estás bien? —pregunta Mesly.

Cuando la puerta principal se cierra suspiro.

—No me encuentro bien, han sido muchas cosas estos días.

—Cariño tienes que estar tranquila, esta situación no favorece para nada al bebé.

Me giro oyéndola hablar. Ni siquiera ella sabe el significado de las palabras de su sobrino al decirme eso. Es que ni yo misma sé que pasa por su mente.

«¿Qué medidas va a tomar? ¿Me pedirá abortar?»

Sacudo mi cabeza porque no creo que él sea capaz de algo semejante. Mis ojos se empañan y con mis manos me limpio.

—¿Qué sucede Molly? Cuéntamelo —pide Mesly parándose a mi lado.

Bajo la cabeza y me preparo para hablar.

—Me dijo que no quería más hijos, que con Tohb era suficientemente feliz —susurro y una punzada me recorre.

Busco la mirada de mi ginecóloga.

—¿Él dijo algo así? —inquiere como sino se lo creyese.

Asiento sintiendo un profundo dolor.

—¿Pero tú le comentaste sobre el embarazo? —cuestiona.

—No lo hice, sus palabras me abstuvieron —contesto con la voz en un hilo, estoy a nada de llorar.

«Tomaremos las medidas necesarias»

Sus palabras vuelven a repetirse en mi cabeza y eso hace que rompa en llanto. Mesly me abraza y su calor me hace sentir tranquila. Ella me ha dado más cariño y mejor trato que mi propia madre.

—Oh cariño, todo saldrá bien ya verás. Saltará de alegría cuando sepa que esperas nuevos integrantes en la familia —añade pasándome la mano con dulzura por la cabeza.

Sollozo y sopeso sus palabras dichas. Me separo de golpe viéndola a la cara con el rostro húmedo.

—¿Dijiste integrantes? —pregunto porque seguro no escuché bien.

Su mirada cálida va ampliando una sonrisa ancha. Mi corazón retumba en el pecho cuando entiendo lo que dice.

—A eso viene preciosa, no creas que me gusta mucho verle la cara de amargado a mi sobrino dos veces al mes —bromea y rie.

Sus palabras me contagian la risa y limpiando mi cara me enderezo.

—Anda lávate esa hermosa cara para que te cuente bien —ordena y asiento.

AtándonosWhere stories live. Discover now