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Tohbías

Su olor está calado en cada fibra de mi cama, es tan denso que aunque lleve ya varios minutos que ella se encerró en el baño, sigue en mis instintos como si estuviese aún desnuda a mi lado.

Verla despertar ha sido todo un espectáculo, jamás había detenido en ver a ninguna mujer tan despacio como con ella.

Su cuerpo desnudo está hecho a la medida del mío, cabía a la perfección entre mis brazos y el vaivén de caderas moviéndose en la penumbra me hace querer reventar la maldita puerta y volver a hacerla mía de nuevo.

Di un paso en nuestra relación si así podría llamarle a lo que ambos tenemos, dejé que me arrastrara al profundo precipicio que es su cuerpo. De un momento a otro la puerta se abre dejándome ver el reluciente rostro de la madre de mi hijo.

Sus ojos cafés me ven y bajan la mirada. ¿Es en serio? ¿Tiene vergüenza?

—Voy a preparar el desayuno —habla excusándose.

Me enderezo sentándome sobre la cama.

—Molly...

—Basta Tohbías, estoy confundida ahora mismo.

Ni siquiera puede mirarme a los ojos y su incomodidad está inquietándome también a mí.

—¿Puedes mirarme por favor?

No lo hace, simplemente está parada frente a la cama y siento que de un momento a otro saldrá pitando fuera. Reparo nuevamente en su cuerpo perdiéndome en cada deliciosa curva. Sin más me pongo de pie completamente desnudo. Doy pasos hasta ella pero ella no levanta la vista.

En cambio, la percibo hasta nerviosa. ¿Qué diablos le sucede? Con mi mano tomo su mentón y lo elevo, su mirada café me mira profunda e intensa. Sus ojos detallan mi rostro y se quedan en mis labios.

—¿Qué sucede Molly? —pregunto bajito sin dejar de verla.

La siento tragar grueso y cómo lucha por decir lo que piensa.

—Dilo, dime que pasa —exijo serio.

Suspira llenándose de valor.

—No soy de las que follan y luego fingen que nada pasó. No puedo hacerlo, no va en mi persona —dice y se aleja dos pasos de mí haciendo que mi mano suelte su rostro.

Arrugo mis cejas por lo que habló.

—No tienes que hacerlo...

—¿Y cómo quieres que actúe? Para ti es fácil pero para mí no, siempre que te tengo enfrente solo deseo besarte y tocarte, sé que no me dejarás hacerlo incluso ni siquiera sé cómo diablos actuar ahora. Te extraño tan...

No termina porque mi rostro debió haberla detenido de continuar. Baja nuevamente la cabeza y me quedo escrutándola por unos segundos. Noto sus ojos empañarse y no soporto verla así. Tomo su mano y la ubico en mi pecho.

Sus ojos se abren asombrados por mi reacción. Su contacto me enloquece y me hace sentir vivo, mucho más con pensar que se ha mantenido fiel o al menos eso quiero creer.

Su mano se va moviendo sola, sus dedos trazan líneas sobre mi pecho. Los ojos suyos están siguiéndolos con la mirada mientras yo la miro a ella. Su mano baja a mi abdómen y esto ya se va haciendo una tortura.

Noto sus deliciosos pezones comenzando a marcarse bajo la fina tela del vestido. Molly palpa de cuadrito a cuadrito, hasta que llega justo la comienzo de mi V. Ahí se detiene sin apartar la mano del sitio.

Sus ojos suben a mi cara casi cómo pidiéndome permiso. Mi garganta se seca con solo ver la inocencia que desprende ahora mismo. Mi verga se pone demasiado dura y cada vez que esto sucede con ella me quedo casi de piedra. Ni siquiera ha llegado a rozarme y ya tengo un empalme que duele.

AtándonosWhere stories live. Discover now