34

3.2K 199 0
                                    

Tohbías

Mis ojos aunque ya no la ven directamente, no dejan de proyectar su deliciosa imágen a mi mente una y otra jodida vez, sus firmes tetas redondas, su cabello rojo caído hasta su cintura lleno de rizos grandes, sus labios rojizos debido a nuestros besos, y en sus ojos se reflejaba ese deseo por mí y que corría todo su cuerpo, como malditas corrientes que llegaban directamente hasta mi entrepierna.

¡Maldición!

Acabo de meter la pata bien metida hasta el fondo, jamás pensé que fuesemos a acabar cogiendo de esa forma. Aunque yo lo llame coger, mi interior expresa a gritos su descontento pues sabe que fue algo más que coger. Me perdí en cada curva, cada poro, cada lunar, cada beso y cada sonoro y jodidamente placentero gemido salido de su boca.

¡Esa mujer tiene demasiado poder sobre mi cuerpo!

Quiero no llegar a pensar que cuando se desnuda ante mí, tiene incluso más poder que yo mismo. Irónicamente es como estar completamente ebrio, te vuelves aún más sensible a todo y no estás en tus cinco sentidos, dejas tus emociones mandar por sí mismas.

Y ella para mí es como ese alcohol que hace que hombres vayan a terapias para limpiarse de él, porque con solo olerlo es imposible no desfallecer y caer de nuevo bajo su puto dominio.

Camino por el oscuro pasillo hasta que entro a otra habitación de la casa, pedí a Lulú que bañara al niño y luego lo trajera hasta acá. Al entrar veo que no ha llegado, voy directo al baño a quitarme su aroma de encima, siento cada que respiro su olor y me hace cada segundo replantearme la idea de no volver a hundirme dentro de ella.

Nunca antes una mujer había logrado tanto sobre mí, más que una simple erección. Pero ella con solo estar estar a mi lado es como si fuese la maldita Mano de Midas, una mano de oro que todos querían tener. Hubieron hasta ladrones en su búsquedad y muchos perdieron la vida por ella, aunque valiosa y infinitamente dorada con solo tocarla perdías la vida, te convertía en oro y todo por dejarte envolver con su brillo.

Molly es eso, infinitamente ella e inalcanzable para mí, con solo rozarla mi vida cayó en un profundo precipicio. No puedo sacarla de mi jodida mente un puñetero minuto y me jode. El agua cae a chorros sobre mí y lavo mi cuerpo echando más gel de baño de lo normal.

¿Qué mierda quiere?

¿Volver juntos solo porque follamos?

Mi pecho se aprieta un poco al pensar en lo feliz que se sentía justo luego de correrse, estaba radiante y me jode que nuevamente llore por mi causa. ¿Pero qué más quiere?

Solo el hecho de pensar lo apretada que estaba cuando la penetré, su chillido de dolor por poco me hace perder la cabeza. Fue como una puta confirmación de lo que antes dijo, nadie más ha entrado en ella en cinco largos años y un sonoro suspiro sale de mis labios al sentirme bien con eso.

Me arde internamente la idea de que otro haya estado antes donde yo hace unos instantes, disfrutando de sus gemidos, de sus orgamos, de su mirada corrompida por el placer.

Pero Molly fue clara y determinada al decir que no volvería a suceder sino dejaba a Alara. Y de por mí esto que sucedió no volverá a ocurrir. No voy a caer de nuevo entre sus piernas y llevarlo todo al traste.

Soy un hombre que mantiene su palabra y ella conmigo no va a hacer lo que se le da la gana. Sé que si le pidiera a Máximo ladrar como un perro al instante lo haría, pero no es el caso conmigo pues no soy hombre que se deje dominar por las que usan falda.

Y por lo que veo está adaptada a eso, a tener a todos rendidos bajo sus encantos, incluso hasta mi padre la trata con tanto cariño que hierve mi sangre al solo verlos. Pero conmigo el cuento es más corto, yo no soy lo que ella está adaptada.

AtándonosWhere stories live. Discover now