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Molly

Yo me quedo pasmada cuando le escucho decir semejante cosa al prometido de mi amiga. Busco la mirada de la chica y noto su ceño fruncido.

—Sentémonos y pidamos los tragos —intenta amenizar el sitio pues está demasiado tenso.

De fondo suena Tiesto feat Karol G y a nosotros llega el bartender del reservado.

—Un martini, un ron en las rocas y... —Anna mira a Tohbías.

—Un whisky —increpa mi esposo al barman.

Todos fijan su atención a mí, muevo mis manos nerviosa.

—Una margarita estaría bien —hablo un tanto nerviosa.

El chico se marcha y Anna se pone a contarme todo sobre su pedida de mano.

—¿Cuánto fue que costó usar delfines Dylan? —pregunta a su novio.

Según me cuenta fue en un yate en una preciosa zona arrecife cerca de las Bahamas.

—Cien mil dólares —responde el chico y ella sonríe con suficiencia.

Aparto la mirada de Dylan porque se me queda viendo un poco raro mientras mi esposo le lanza dagas asesinas con su mirada.

—Que bonito debió quedar todo Anna.

—Ay amiga ni te lo imaginas. Yo estaba hipnotizada viendo los delfines cuando se hincó justo en la puesta de sol. Salieron todos de dentro del yate y él me lo pidió Molly —cuenta con ilusión.

Le sonrío con felicidad pues se hizo realidad su sueño. Ella siempre quiso casarse con alguien más adinerado que su padre y ya decir eso es bastante, pues su progenitor no es nada más que Jason Bustamante. Tiene el mayor viñedo de toda América y exporta su vino a todo Europa.

Me enseña el ostentoso anillo que porta en su dedo. El barman llega con los tragos y cada uno toma el suyo. Trago grueso por lo que está por venir.

—Brindemos Moll, porque al fin tenemos estos bombones a nuestros pies —anuncia con picardía.

Ella siempre ha sido el alma de la fiesta.

Todos nos ponemos de pie y chocamos nuestras bebidas, y beben.
Digo beben porque yo solo me pego el trago en los labios sintiendo la mirada de Tohbías en mí.

—Vamos Moll a bailar —dice y me toma de la mano.

Miro a mi esposo que aprieta su mandíbula cuando la peli negra me jala abajo a la pista.

El gentío nos envuelve y el olor a humo de tabaco me asquea a nivel dios. Trato de dejarlo pasar porque llevo a mi amiga a otro lado del lugar y ya más calmada comienzo a mover mis caderas siguiendo el ritmo.

Anna me iguala con pasos sensuales y yo hago lo mismo. Cómo en los viejos tiempos, tiempos que extrañé luego que me casé con Dereck.

Suena Alan Walker a todo decibel y dos hombres se nos acercan. Mi cuerpo se eriza al ver que no es Tohbías.

—¿Quieren compañías hermosuras?

—Claro —grita Anna debido a la música.

«¡Espera qué!»

Los dos tíos robustos se nos pegan atrás y yo me alejo por inercia.

—¿Qué pasa preciosa no quieres bailar? —brama el tipo.

Es castaño y hace casi dos yo. Niego con la cara seria, miro a mi amiga que se restriega completa en la entrepierna del otro sujeto.

—¿Qué sucede? —Llega Tohbías a nuestro sitio mirando con muy mala cara a el tío que se me pegó.

AtándonosWhere stories live. Discover now