Capitulo 8

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Evelina

Sus palabras se repetían en mí cabeza una y otra vez como si de un tocadisco se tratase. Soy consciente de las peleas y los insultos sin ningún filtro que tenemos a diario ambos, es algo completamente común desde que cruzamos palabra por primera vez. Sin embargo, el que las diga de esa menera, provocó sin ser consciente «o al menos eso quiero creer» un deje de molestia en mí.

Trato de mantenerme cuerda y obligarme a mí misma a estar bien para que su comentario no provoque un torbellino a lo largo del desayuno y que el ambiente no se sienta más tenso.

_¿Tienes trabajo hoy?_Zaiden se atreve a romper el largo silencio que comenzó a formarse en la cocina.

Asiento con la vista fija en mí teléfono, mientras que llevo un poco de fruta a mí boca y siento su mirada de reojo sobre mí esperando algo más que un simple asentimiento.

_Tengo una campaña de anuncios para filmar hoy con Isaac_le cuento viendo cómo va tensando su mandíbula a media que me escucha.

_Con ese estupido_mumura en forma de queja con el ceño relativamente fruncido.

_No le digas así.

_¿Y cómo quieres que lo llame. Evelina?

_Como corresponde. No tienes 12 años, joder.

_Se la edad que tengo_me fulmina con la mirada_El no me simpatiza para nada. Además no soy tan estupido como para no darme cuenta que quiere ligar contigo en cualquier oportunidad que se le presente.

_Haber si nos logramos entender, Zaiden_planto el vaso de jugo que tenía en la mano con fuerza sobre la mesa_El que Isaac no te simpatice no es mí problema. ¿Vale? Y si el pretende ligar conmigo en cada oportunidad que se le presenta no es asunto tuyo porque al fin y al cabo lo nuestro es solo una «f -a- r- s- a».

_No hace falta hablarme con si fuera un niño. Comprendo que no es tu problema que Isaac no me simpatice_suelta como un gruñido, mientras que va apretando los puños hasta colocar sus nudillos blancos.

_A veces parece que si hace falta.

_Deja de destilar veneno. ¿Quieres?

_Si tu eras el primero en hacerlo hace tan solo unos días. ¿que ha cambiado ahora?

_Nada cambió_se tensa de inmediato al escucharme.

_No. Quiero saberlo_insisto presa por el enojo acumulado.

_¡Que no ha cambio nada
joder!_suelta en grito, perdiendo los estribos por un momento, pasando las manos por lo largo de su cara con clara exasperación.

_Si a cambiado todo, pero no quieres aceptarlo porque no tienes lo cojones suficientes como para admitirlo_expreso con voz dura al mismo tiempo que me levanto de la silla en un salto apuntándole con mí dedo índice el pecho.

Niega soltando una risita totalmente amarga, vacía de un solo trago su vaso con jugo de naranja, lo deja sobre la mesa con la misma fuerza que yo utilice hace unos minutos y se dispone a tomar su teléfono y llaves del auto en mano para encaminarse hacia la puerta de entrada.

_No_suelto duro y claro.

_¿No, qué?

_No vamos a seguir teniendo esto_nos señaló aunque me esté dando la espalda_Al menos que resolvamos está situación.

_No hay nada que resolver y punto.

_Joder. Era verdad cuando decía que parecías un niño.

De inmediato se da la vuelta y a grandes pasos se acerca a mí.

El deseo, de tu cuerpo Where stories live. Discover now