5. A casa por Navidad

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La academia ya está decorada con adornos navideños, han pasado la tarde entera colocando árboles, guirnaldas y luces. Noemí ha subido a comunicarles la noticia: se irán un par de días a casa por Navidad. Saltan de la alegría y se abrazan todos, eufóricos. Pero Martin y Juanjo tienen ciertas preocupaciones desde que se han enterado de su salida.

Mientras Naiara se cuelga de Juanjo, abrazándolo con brazos y piernas, este ríe y salta. Pero su mente maquina planteándose mil cuestiones. Tres días sin Martin. Bueno, esto no es tan terrible. Pero, ¿y si en este tiempo Martin se da cuenta de que no quiere estar con Juanjo? ¿Y si decide que merece otra cosa, que Juanjo no es suficiente para él? Después de todo, Juanjo es consciente de que son muy distintos, y de que su manera de expresar su amor es distinta a la de Martin. ¿Y si no quiere estar más con él?

Ruslana abraza a Martin, sin parar de hablar de todo lo que quiere hacer al llegar a casa. Martin sonríe y finge escucharla, pero su mente está muy lejos. Juanjo es muy de rayarse, Martin lo sabe. Lo ha comprobado varias veces. Y Martin es muy consciente de que su relación con Juanjo no es del todo secreta. Él, aunque respetando la intimidad de Juanjo, nunca ha tratado de ocultar nada. Y está seguro de que se sabe: estas cosas no pasan desapercibidas por un público como el de Operación Triunfo. Sin embargo, no está seguro de que Juanjo sea consciente de esto. ¿Y si al ver que todo el mundo lo sospecha, se echa para atrás? ¿Y si se asusta por la respuesta del exterior y todo cambia? Peor aún, ¿y si la familia de Juanjo no lo acepta?

Ruslana lo suelta y se gira para abrazar a Violeta. Martin se encuentra con la mirada de Juanjo. Este se le acerca y esboza una sonrisa, que Martin le devuelve con algo de esfuerzo. Juanjo abre los brazos y abraza a Martin, que sin querer se concentra en inspirar el olor del otro, ignorando lo que Juanjo le susurra al oído.
—¿Eh? ¿Quieres contestarme? —dice Juanjo.
—Ah, perdón. ¿Qué?
—Que si tienes ganas de irte.
—Ah. Eh... Sí. Claro.
—No pareces muy convencido. —dice Juanjo frunciendo el ceño.
—Luego hablamos. —susurra Martin.

Y ambos son abducidos por otros abrazos y vuelven a actuar felizmente. Es una sensación agridulce la que les está invadiendo. Juanjo necesita que hablen cuanto antes. Si no sabe ya qué es lo que está rayando a Martin va a empezar a asumir cosas y a asustarse. Martin, por su parte, no ha notado preocupación en Juanjo, como si no fuera consciente de lo que se viene. Y no sabe si podría soportar que algo cambiase entre ellos. Sabe que es defecto suyo, cuando se enamora de verdad lo da todo. A veces hasta quedar destrozado... Necesita hablar con Juanjo.

Están en la zona de los armarios, rodeados de gente. Martin está guardando ropa en su armario y sorprende a Juanjo mirándolo. Pero este no aparta la mirada. Le hace un gesto con la cabeza, apuntando hacia los baños con disimulo. Martin lo mira levantando una ceja. Entran en un cubículo y cierran la puerta detrás de sí. Juanjo se apoya contra ella, con los brazos cruzados. Martin lo mira sorprendido. Este es el tipo de acción que evidencia su relación: entrar juntos al baño. Martin no cree que Juanjo se dé cuenta de estas cosas. Pero de hecho, Juanjo es plenamente consciente. Y de vez en cuando le da el punto y se preocupa, pero en otros momentos le da igual lo que la gente piense o sospeche sobre ellos. Y este es uno de esos.

—¿Ahora? —pregunta Martin, pensando, por lo visto, en algo muy distinto.
—¿Qué? ¡No! No... ¿No querías hablar? Porque yo también. No me quiero ir, Martin.

Martin suspira y mira al suelo.
—Yo tampoco me quiero ir.
Martin baja la tapa del váter y se sienta.
—Tengo miedo. —dice.
—¿De qué? —pregunta Juanjo, aún de brazos cruzados apoyado en la puerta.
—De que todo cambie.
—Ya... Es cuestión de no mirar mucho las redes... Pasar dos días con la familia tranquilos. Volver aquí como si nada hubiera pasado y...
—Tengo miedo de que tú y yo cambiemos. —lo corta Martin.
—Ah. Bueno... yo no voy a cambiar. —le asegura Juanjo, más tranquilo de ver que están preocupados por lo mismo.
—No lo sabes, Juanjo.
—Bueno... a lo mejor eres tú quien cambia.
—No lo creo. —dice Martin rotundamente.
—¿Asumes que yo voy a cambiar?
—Me da miedo que te vayas a... influenciar.
—No me jodas, Martin. No me puto jodas.
—Siento que te vas a rallar con todo.
—¿Qué cojones estás diciendo? —pregunta Juanjo, muy molesto.
—Nada, es que...
—¿Piensas que voy a joderlo todo?
—No he dicho eso. —dice Martin, llevándose las manos a la cara.
—Lo parece.
—Escucha. No es eso. No te enfades conmigo. Tengo miedo de que salgas y veas cosas fuera que te hagan... querer... apartarte de mí. —dice Martin, buscando la mirada de Juanjo, que se intenta esconder.
—¿Qué cosas?
—No sé. La gente habla mucho... los espectadores y también nuestras familias. Juanjo... va a haber sospechas de nosotros.
—Lo sé. —responde Juanjo, en voz baja.
—¿Y estás preparado?
—No lo sé. Dependerá de la reacción, supongo.

Martin alarga los brazos y Juanjo da un paso hacia él. Martin, sentado, le abraza las piernas a Juanjo, que apoya sus manos en los hombros del otro. Martin mira hacia arriba para encontrar los ojos de Juanjo.
—Pues a eso me refiero. Me da miedo que la reacción no sea tan buena como querríamos y eso te eche para atrás.
Juanjo asiente en silencio.
—Yo... también tengo miedo, Martin. No quiero que de fuera veas cosas o te digan cosas y te convenzas de que quieres... algo mejor. No quiero que me dejes.

Martin se pone de pie. Juanjo está mirando hacia un lado. Le agarra las mejillas con las manos y lo obliga a mirarlo. Cuando sus miradas se encuentran, a Juanjo se le humedecen los ojos y se trata de deshacer de Martin, avergonzado.
—Estáte quieto. —susurra Martin.
—Perdón. —dice Juanjo, dejando que Martin barra con sus pulgares las lágrimas que le caen por las mejillas.

Martin rodea el cuello de Juanjo con sus brazos y este se aferra a su cintura, fundiéndose en un fuerte abrazo. Ambos respiran con algo de dificultad, intentando no llorar. Separan sus caras un par de centímetros. Y al verse, ojos rojos y mejillas sonrosadas, estallan en una risa irónica.
—Que pesado, siempre haciéndome llorar. —se queja Juanjo.

Se miran y se ríen. Juanjo lo vuelve a abrazar.
—Por mi parte, no tengas miedo: te quiero demasiado como para dejar que algo cambie entre nosotros. —le dice Martin.
Juanjo ordena sus ideas.
—Martin, yo sé que no soy tan... expresivo como tú. Pero no significa que no te quiera más que a nada. Y no voy a cambiar. Te lo prometo.
—Entonces todo va a salir bien.
—Sí.
—Eres lo mejor que me ha pasado, Juanjo. Lo sabes, ¿no?
—Lo sé. Te voy a echar demasiado de menos.
—Son tres días. Podemos. Podemos hacerlo. Estamos juntos.

Martin le estampa un beso a Juanjo, empujándolo contra la puerta. Le acaricia el pelo. Juanjo sonríe contra el beso, y pega el cuerpo de Martin al suyo, apretando la cintura del vasco. El beso se intensifica bastante, y Martin baja por la mandíbula y el cuello de Juanjo. A este se le escapa algo a medio camino entre un gemido y un suspiro.
—Para, para. —dice Juanjo, recuperando la compostura y alisándose el pelo. —Ahora no, amor.
Martin le dedica una sonrisa pilla.
—Vale. —dice.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinWhere stories live. Discover now