36. De cumpleaños

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Martin y Juanjo están en la cama, acostados hombro con hombro. Juanjo tiene el móvil encendido en la pantalla de bloqueo y ambos están observando la pantalla, esperando. Son las 23:59 del 29 de marzo. Tras lo que se siente como una eternidad, los números cambian. Son las 00:00, del 30 de marzo de 2024. Martin siente que explota de felicidad, siempre le hace ilusión esperar al primer minuto de su cumpleaños, y nunca antes lo había hecho acompañado. Juanjo y él se miran, sonriendo.

—Feliz cumple, cariño. —dice Juanjo.
Le agarra la mejilla al vasco y lo besa con todo su amor. Martin cierra los ojos y se pierde en los labios de Juanjo, en su sabor a pasta de dientes, en su respiración sobre su bigote, en los movimientos delicados de su lengua. Después de un rato el beso se calma y terminan con muchos piquitos rápidos y cariñosos. Y al fin se separan.

—Bueno, ¿qué? ¿a dormir? —dice Juanjo.
Martin resopla con una sonrisa.
—Vale. —dice, sin dejar de mirar los labios de Juanjo.
Se acuestan cómodamente, Martin pasando su brazo por encima del abdomen de Juanjo. Este le da un beso en el pelo al cumpleañero.
—Tengo una sorpresa.
—¿Qué? ¿Cuál? —pregunta Martin, levantando la cabeza emocionado para mirar a Juanjo.
—Mañana verás.
Martin, con una sonrisa enorme, le planta un beso en los labios.
—¿Me va a gustar? —pregunta, con los ojillos brillantes.
—Yo creo que te va a encantar. —dice Juanjo, con una sonrisa tímida.

Pasan el día con la familia de Martin, Juanjo conoce a sus tíos, primos y abuelos, que llevan muchísimos regalos para Martin. Además, Juanjo le da al chico los regalos que le dejaron los fans en Magallón. La familia de Martin es muy tranquila y Juanjo se siente muy cómodo y feliz. Su abuela se pasa todo el día hablando con Juanjo, por lo visto era su favorito del concurso y la señora se entretiene muchísimo hablando con el aragonés.

Mas tarde, a las 18:30, Juanjo sigue el GPS del móvil, conduciendo por las afueras de Bilbao. Martin va poniendo música y ambos cantan alegres. El vasco no tiene ni idea de a dónde están yendo, Juanjo no le dejó ni hacer su propia maleta, para que no adivinara el destino a raíz de lo que se llevaban.
—Ya no tengo ni idea de dónde estamos. —dice Martin.
—Ya verás... —dice Juanjo, misterioso.
—¿Cuánto falta? Qué nervios.
—15 minutos. —dice Juanjo, mirando a la pantalla de Google Maps.

Martin mira alrededor mientras canturrea "El mundo", de Ruslana, que está sonando en el coche. Están en el campo, hace un día increíblemente soleado. No parece haber nada alrededor. Juanjo conduce por una especie de valle, y Martin ve al fin signos de civilización: unos apartamentos en la distancia. Se fija bien. No puede ser... Juanjo mira a Martin, sonriendo ante su cara de sorpresa.

—No me lo creo... —murmura Martin, tapándose la boca con la mano, mirando fijamente a las burbujas transparentes en la distancia.
—¿Qué? ¿Qué es? —pregunta Juanjo, divertido.
—¡Me has traído a un apartamento burbuja! —exclama Martin, mirando a Juanjo sonriendo, emocionado. —Para ver juntos las estrellas... —añade, con voz de bebé.
—Te prometí que lo haríamos. —dice Juanjo, satisfecho.
—Eres el mejor novio del mundo mundial. Te quiero te quiero te quiero te quierooo —dice Martin, llenando la mejilla de Juanjo de besos.
—Amor, que estoy conduciendo. —dice Juanjo, apartándolo entre risas.

Se bajan y entran en la recepción.
—Hola, buenas. —saluda Juanjo a la chica del mostrador.
—Buenas tardes. ¿Tenían reserva?
—Sí. A nombre de Juanjo Bona.
—Vale, Juanjo... —la chica teclea en su ordenador. —Sí, perfecto. Está todo pagado. Es el apartamento 4.
Juanjo coge la llave que la chica le da y salen, Martin parece tener corazones en los ojos. Caminan hasta su apartamento.

Juanjo abre la puerta.
—El 4... las majas alucinarían. —dice mientras gira la llave.
—Total, da un poco de miedo ya. —ríe Martin.
Juanjo hace un gesto a su novio para que pase primero. Martin pega un chillido al entrar, emocionado.
—¡Ayyy! Qué suerte he tenido contigo, es que me muero.
—Mi amor... —murmura Juanjo, mirando a su novio con ternura. Martin recorre la habitación, que tiene un baño con una bañera enorme y una cama de matrimonio con vistas al cielo, a través de la burbuja transparente.

—¡Hay piscina! —dice Martin, mirando en frente, a la terracita que tienen.
—Es un jacuzzi, se supone. —dice Juanjo.
—Me muero. Me muero ahora mismo, Dios. Te amo. Es el mejor regalo que podrías haberme hecho. —chilla Martin, tirando a Juanjo a la cama, y saltando encima de él para dejarle besos por toda la cara. Juanjo ríe, feliz.

Martin se levanta de pronto, de un salto.
—Oye, amor, pero ¿esto cuánto te ha costado? —pregunta preocupado.
—¿A ti que más te da? Eso es problema mío. —contesta Juanjo, dándole un pellizcón cariñoso en el cachete.
—No quiero tampoco que estés gastando dinero...
—Si me lo gasto en estar juntos y felices es un buen gasto. —ante esta respuesta, Martin sonríe haciéndole pucheros. No se cree que este sea su novio.

—Vamos a bañarnos, que aún hay solito. —dice emocionado, abriendo las dos mochilas para buscar bañadores.
—Amor, tranquilízate... —ríe Juanjo, pillando el bañador que Martin le lanza.
—No. —contesta Martin, quitándose la camiseta.
Juanjo se parte de risa, su novio parece un niño pequeño y le encanta.
—Oye... no nos hacen falta bañadores, estamos solos y esto está vallado. —dice entonces Juanjo, en voz baja.
Martin sonríe mordiéndose el labio.
—Es verdad —dice. Se acerca a Juanjo para quitarle la camiseta lentamente, mirándolo a los ojos fijamente. Entonces ambos se quitan los zapatos, pantalones y se lanzan miradas pillas al quitarse los calzoncillos, quedándose desnudos.

Al fin, salen de la habitación y caminan hasta el jacuzzi. Martin entra y ronronea como un gatito al sentir el agua calentita. Juanjo suelta un suspiro de felicidad al entrar tras él.
—Joder, qué rico. —murmura el aragonés. Se sientan uno en frente del otro, Juanjo apoya los brazos en los bordes del jacuzzi y pulsa el botón de las burbujitas. Ambos cierran los ojos disfrutando del hidromasaje. Cuando se paran, Martin se mueve hacia Juanjo, sentándose entre sus piernas y recostándose contra el torso del otro. Juanjo le abraza el abdomen.
—Me haces muy feliz. —susurra Martin, mirando al cielo.
—Y tú a mí, Do. —contesta Juanjo.

Se quedan en esa misma postura un bien rato. Podrían quedarse en ese agua calentita todo el día. Ven un atardecer muy bonito, algo nublado pero colorido. Juanjo deja besitos en la mejilla de Martin mientras este se relaja entre sus brazos.
—Mi chico.... Me gustas enterito. Tu carita preciosa, los ojos más bonitos del mundo, esa sonrisa, el bigote... —le susurra Juanjo, a lo que el vasco cierra los ojos y sonríe disfrutando. —Tu pelo de erizo adorable, tus manicas, tus bracicos que los mordería... tus muslos... uf. Te comía entero.

—Dime más cosas... —pide Martin.
—Ay... Te amo. Mi bebé. Mi cosita. Que ya tienes 19 añicos, eres más lindo... Estoy tan enamorado...
Ve de reojo la sonrisilla de Martin, y nota como este se acurruca aún más contra su cuerpo.
—No puedes ser más bonito. Eres mi persona favorita de todo el mundo mundial... Quiero estar contigo para siempre.

Esa noche, se acuestan en la cama y miran al cielo, disfrutando de las brillantes estrellas. Se emocionan al ver un par de estrellas fugaces y se sienten totalmente relajados y felices. No tienen preocupaciones más allá de encontrar un equilibrio entre
admirar al precioso cielo y admirar al aún más precioso novio que tienen al lado.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinWhere stories live. Discover now