31. Sueños cumplidos

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Martin y Juanjo están esperando a entrar a la alfombra roja de "The Producers", el musical de Manu Guix. Martin está totalmente eufórico: cuando lo sacaron de la academia para ver este musical como premio por haber sido favorito, lo único que quería era que Juanjo estuviera viéndolo a su lado. Y hoy esa ilusión se va a cumplir. Por fin los mandan a pasar, se sacan fotos con todos los demás triunfitos y con Manu, y luego algunas solos.

Entonces se les acercan un par de periodistas, que les preguntan por sus singles que están en proceso, si se plantearían hacer musicales en el futuro, cómo han visto su paso por la academia... y entonces llegan a un chico (más tarde sabrían que era periodista de Socialité), y les suelta: "El PH de la piel bien, ¿no? Con tanta ducha...".
Ambos se quedan algo impactados, les habían aludido al tema pero nunca de forma tan directa. Reaccionan rápido, Juanjo ríe y dice que sí, que muy bien, y Martin contesta que están muy sanos, mientras empuja a Juanjo para que salgan de ahí.

—¿Qué cojones ha sido eso? —murmura Juanjo.
—Qué imbécil. —contesta Martin.
—Uf... —murmura Juanjo, riendo molesto.
—Bueno, ya está, hemos contestado bien.
—Me ha tocado los huevos. —suelta Juanjo.
—Y a mí. Pero no voy a dejar que un gilipollas nos arruine el día.
—Ya. Tienes razón. —dice Juanjo, asintiendo.

—Chicos, podéis ir entrando ya. —les dice de repente Manu, que acaba de aparecer por detrás.
—Vale, vamos. —dice Juanjo.
—¿Vosotros dos todo bien? Que antes no he podido preguntaros. —les dice, rodeándolos a los dos con sus brazos.
—Sí, genial. Todo es una locura, qué te vamos a contar a ti. —dice Juanjo.
—¿Pero estáis bien?
—Sí, sí. Aprendiendo a sobrellevarlo todo. —dice Martin.
—Bien, bien. Os tenéis el uno al otro y me tenéis a mi, recordadlo, eh.
—Gracias, Manu. —dice Juanjo.
—¿Os están tocando mucho los cojones con la relación?
—Bueno... —ríe Martin, mirando a su novio.
—De vez en cuando hay ciertas pregunticas... —añade Juanjo.
—Pues los mandáis a la mierda, eh. A todos los periodistas gilipollas y haters de Internet y estas movidas, ni puto caso.
—Sí, lo intentamos. —dice Martin.
—Pues eso. Venga, para dentro. Juanjo, tío, te va a flipar el musical.
—Eso me ha dicho Martin. —contesta el aragonés.

Juanjo y Martin se sientan en sus asientos en la quinta fila del teatro. Cuando se apagan las luces, Martin le da un beso en la mejilla a Juanjo y le susurra:
—Qué ilusión estar contigo.
Juanjo sonríe en la oscuridad. A este efectivamente le encanta la obra. Martin lo sabía porque el humor de los personajes es muy de Juanjo. El aragonés se pasa la obra partiéndose de risa, esa risa que a Martin tanto le enamora. Martin no presta mucha atención a la obra, sino que se pasa el rato observando las reacciones de Juanjo, sus carcajadas, cómo se le saltan las lágrimas de la risa, cómo le pega manotazos en la pierna, pasándoselo increíble.

Cuando termina, Juanjo se pone de pie para aplaudir a los actores, sonriendo como un niño. Martin lo imita, y lo observa de reojo, totalmente enamorado.

Esa noche, se meten en la cama nada más llegar al hotel.
—¿Te ha gustado? —pregunta Martin, abrazado a Juanjo, acostado con la cabeza en su pecho.
—Me ha flipado. O sea, qué puta fantasía de musical.
—Me ha encantado verlo por fin contigo. —dice Martin, sonriendo como un bobo.
—Y a mí, amor. —dice el otro, agarrándole la barbilla para que alce la cara. Le da un beso lento en los labios.
—Mmmm... otro. —pide Martin, acomodándose para llegar mejor a la boca del otro.
Juanjo obedece, rascándole la cabecita a Martin mientras le da muchos besos cariñosos.
—Venga, a dormir que mañana madrugamos. —le corta Juanjo, después de un rato besándolo.
—Jo... —se queja Martin, y le da un último beso antes de estirarse para apagar la luz, y acomodarse sobre el pecho de Juanjo. Ambos cierran los ojos y se duermen enseguida.

Por la mañana cogen el tren a Pamplona bien tempranito, y se pasan el trayecto dormidos, Juanjo con la cabeza apoyada en el hombro de Martin en una postura que le dará un dolor de cuello terrible cuando se despierte.

El tren se para y se agarran de la mano para salir. Los recogen e inmediatamente los meten en un coche para llevarlos al centro comercial donde estarán firmando discos. En el coche ya está esperándolos Naiara, que los aprieta a los dos en un abrazo.
—¡Mis agapornis!
—Te he echado de menos, Narilea. —le dice Juanjo.
—Y yo. ¿Cómo estáis? Joder, tengo un pedazo chisme... pero ahora no os lo puedo contar. —dice Naiara.
—Venga ya, no nos dejes así. —se queja Martin.
—Calla, amor, qué nosotros también tenemos un chismaco, acuérdate. Hacemos un intercambio. —suelta Juanjo.

—Vale. Vosotros primero. —dice Naiara.
—A ver, es predecible. —comienza Martin.
—Sí, bueno, pero te lo confirmo: Alex y Denna están liados. —cuenta Juanjo.
—¿Qué? ¿Y el cabrón de Alex no me lo ha dicho?
—Es muy reciente. —dice Juanjo.
—Vale. —sigue Naiara. —El mío es mejor: Lucas y la novia están a esto de romper.
—Noooo ¿qué dices? —dice Martin, flipando.
—Te lo juro. Es secretísimo, no sabéis nada.
—¡No jodas! ¿Y él está bien? —pregunta Juanjo.
—Pues no mucho. Pero ya lo superará.
—Jo, pobre Lucas... —murmura Martin.
—Chicos, vamos. —dice su manager abriéndoles la puerta del coche. Han llegado.

Hay muchísima gente, traen carteles con mensajes, bolsas con regalos, y no paran de gritarles. Empieza a pasar gente y Juanjo, Naiara y Martin empiezan a firmar, tan rápido como pueden. A Martin le emocionan mucho los regalos personalizados y sobre todo le emociona ver a la gente cantar sus canciones. Pasan niños con carteles de "Juantin", haciéndolo llorar. No se puede creer que ellos hayan hecho que niños tan pequeños normalicen el amor entre dos chicos. Juanjo se lo pasa de lujo, recibir el cariño de la gente es lo que más le llena de todo esto. Se siente súper agradecido de todo el mundo, solo que vayan a decirle algo bonito le calienta el corazón, y ya los regalitos que le traen lo matan de ternura.

Durante toda la firma se echan vistazos el uno al otro de vez en cuando. Martin adora ver a Juanjo tan feliz. Juanjo se muere de amor con la timidez de Martin. Una vez se levantan todos para abrazar a un niño en silla de ruedas. Antes de sentarse de nuevo, Martin le pregunta a Juanjo al oído si está bien. Este, enamoradísimo, asiente, pensando que tiene el mejor novio del mundo. Naiara y Juanjo cantan una jota de Pamplona, y Martin no quiere interponerse. Se aparta del escenario y aprovecha para admirar a su novio cantando desde primera fila. Cómo ama su voz. Y lo guapo que está...

A Martin le da vergüenza, pero la gente está coreando para que él también les cante algo. Juanjo no va a irse de allí hasta que su novio enseñe su preciosa voz. A regañadientes, Martin coge el micrófono.
—Canta una tuya. —le dice Juanjo, acercándosele.
Martin pasa de él.
—O canta algo en euskera. —dice Juanjo, volviéndosele a acercar.
—¡Ay, déjame! —se queja Martin, nervioso.
—Perdón.

Pero le hace caso y canta un trocito de una canción popular en euskera, y todo el público la canta con él. Juanjo se ha llevado un rebencazo de su novio el picón, pero no podría importarle menos. Ha conseguido que él y todos oigan su preciosa voz, y sabe la ilusión que a Martin le hace que la gente cante con él en euskera. Y encima es tan bonico, se quedaría mirándolo para siempre. Se lo toma como una victoria.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinWhere stories live. Discover now