45. Habitación de hotel

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Al día siguiente hacen más y más fotos, con distintos looks y en distintos lugares de la isla. Vuelven al hotel para almorzar sobre las 14h, y tras la comida tienen rato para descansar hasta las 19h, cuando retomarán la sesión de fotos.

Cuando se los dicen, inmediatamente Martin y Juanjo se miran y dicen, a la vez: "¡Piscina!".
Corren a la habitación a por sus bañadores y toallas, y bajan a la piscina, que está increíble. Hace calor, así que los chicos se pasan prácticamente una hora chapoteando y charlando y riendo, y no les da ni frío.

—Va, ¡súbeme a tus hombros, porfa!—pide Martin.
Juanjo, riendo, se hunde para que Martin se le suba encima, y le agarra las piernas para que no se caiga.
—¡Sácanos una foto, Maite! —le pide Juanjo entre risas a la repre de los triunfitos, que también ha viajado con ellos y está tomando el sol en una hamaca.

Después de un rato hablando de mil cosas mientras se mueven de acá para allá por la piscina, y de jugar mil veces a adivinar la palabra que el otro está diciendo debajo del agua, Juanjo dice:
—¿Salimos?
—Noooo. Un ratito más. —contesta Martin.

Entonces Juanjo va nadando hacia él y le da un besito en los labios que Martin recibe con una sonrisa.
—Venga. Vamos a la habitación un poquito... —murmura Juanjo.
—Ah, claro. Ya entiendo lo que quieres. —ríe Martin.
—¿Y tú no quieres? —pregunta Juanjo alzando las cejas.
—...Vamos.

Se secan con las toallas y suben a la habitación riendo. Nada más llegar, se quitan los bañadores mojados y se secan bien con las toallas. Desnudos y secos, se tiran en la cama. Martin no se hace de rogar, inmediatamente se coloca encima de Juanjo, listo para profundizar un intenso beso. La almohada en la que Juanjo tiene la cabeza apoyada se humedece por su pelo mojado, ese que Martin agarra con fuerza mientras se besan.

Las manos del aragonés bajan por la espalda de Martin, y llegan hasta sus nalgas, que acaricia sabiendo lo que le gusta esto al otro. Entonces los interrumpe el sonido de una llamada entrante, asustándolos y haciéndoles romper el beso de un brinco.
—¿Pero quién coño...? —suelta Juanjo, cogiendo su móvil de la mesa de noche. —Ostia, ¡pero si es tu madre!

Juanjo coge la llamada y la pone en altavoz.
—¡Hola, Rebeca! ¿Qué tal? —dice el chico. Martin tiene cara de extrañado.
—Hola, Juanjo, cariño. Mira, ¿estáis bien por aahí? Que Martin no me contesta a los mensajes.
—Ah. —dice Juanjo, mirando a Martin con el ceño fruncido.
—Hola, ama. Perdón, creo que me he quedado sin batería.
—Ah, vale, hijo. Pues enchufa el móvil, anda. Juanjo, cuídamelo. Que este niño es un desastre.
—Yo lo cuido, no te preocupes. —dice Juanjo entre risas.

Cuando cortan la llamada se vuelven muy conscientes de que están desnudos, Martin encima de Juanjo, sus entrepiernas tocándose y sus bocas a milímetros de distancia. Una situación curiosa para hablar con tu madre (o tu suegra en el caso de Juanjo). Ambos estallan en carcajadas.

En cuestión de segundos, retoman lo que habían interrumpido. Martin vuelve a besarlo, y Juanjo cruza las piernas alrededor de las de Martin juntando más sus pelvis. Enseguida, Martin se levanta de encima de Juanjo para ir a por un condón. Se sienta a horcadas sobre su chico y él mismo le coloca el preservativo. Con impaciencia, agarra el miembro de Juanjo y se coloca alineado con él.
—¡Ala, ala! No seas bruto. —le riñe Juanjo. —Acuéstate que te voy a preparar un poco, anda.

Martin le hace caso porque le encanta como lo cuida Juanjo. El aragonés le besa el cuello y, sin romper el contacto visual se lame un dedo y lentamente lo mete en la entrada de Martin.
—Pero... ahhh... —murmura el vasco, sonriendo muy sonrojado. Podría chillar de la excitación, pero se controla. Con cuidado Juanjo va añadiendo más dedos hasta llegar a cuatro.
—Venga, ya. —pide Martin.

Juanjo se alinea con su entrada, sonriendo por la impaciencia del chico.
—Voy, ¿eh? —avisa.
Y comienza a embestirlo con control y cuidado, pero cada vez va subiendo más y más el ritmo, viendo que Martin en vez de pararlo, lo incita a seguir. Nota como empieza a entrar de lleno tras unas cuantas embestidas.

En una de estas, a Martin se le escapa un gemido agudo y Juanjo sabe que ha dado en un punto. Se asegura de volver a impactar en el mismo lugar varias veces, llevando a Martin a agarrarse a las sábanas con fuerza y a arquear la espalda involuntariamente, respirando de manera agitada.
—Joder, Juanjo... es que lo haces tan bien... hmmm sí, ay, así...

Juanjo se da cuenta de que va a correrse ya, y aumenta el ritmo a la vez que se pone rojo del esfuerzo y sonríe por el placer que está consiguiendo. Martin se da cuenta de que Juanjo va a terminar, y agarra su cadera para acompañarlo en el movimiento y ayudarlo a ganar velocidad. Martin no puede dejar de mirarle la cara. Le encantan las expresiones de Juanjo cuando hacen el amor.

Este, con la boca entreabierta, suelta un jadeo entrecortado con el ceño fruncido cuando al fin termina, y se colapsa sobre el pecho de Martin, donde se queda reponiendo fuerzas unos 5 minutos mientras el otro le acaricia la espalda. Pasado este corto tiempo, Juanjo se levanta, se quita el preservativo y lo tira a la papelera del baño.

Vuelve a la cama, se coloca sobre Martin y le da un beso lento en los labios, abriendo la boca y dejando que Martin meta su lengua, solo para presionar la suya contra la de él y empezar una lenta pelea dentro de sus bocas. Martin sonríe en el beso, no puede evitar hacerlo cuando se besan así.

Juanjo entonces rompe el beso y le deja un beso en la mandíbula a Martin, claramente dejándolo marcado. Baja besando sus clavículas, su pecho. Le da un mordisquito en el pezón derecho, ganándose una risilla y una caricia en el pelo por parte de Martin. Y sigue bajando, cuando besa su abdomen bajo a Martin le dan escalofríos y suspira, preparándose para lo que viene.

Juanjo coge el miembro de Martin y comienza a frotarlo con cuidado, sin dejar de mirarlo, de mirar su carita de concentración y disfrute. Mientras frota, comienza a lamer la parte frontal, consiguiendo jadeos de Martin.
—Más... más... —pide Martin, poniéndosele los ojos en blanco del placer.

Juanjo profundiza más y más, todo lo que puede.
—Voy... voy a... —intenta decir Martin un par de minutos después.
Juanjo lo entiende, vuelve a agarrarlo con la mano para frotarlo con más rapidez y presión, mirándolo a los ojos. Martin le aguanta la mirada mientras suelta gemidos por la boca, y al fin se corre por el brazo de Juanjo.

Martin echa la cabeza hacia atrás y la apoya en la almohada, exhausto. Juanjo se levanta, sonriendo satisfecho, le da un beso en la frente sudada a su novio y va al baño a lavarse las manos. Vuelve enseguida y se acuesta en la cama al lado de Martin, que se gira para acurrucarse sobre su hombro.

—¿Estás bien? —pregunta Juanjo.
—¿Bien? Estoy flotando. He revivido. —susurra Martin abrazado al otro con los ojos cerrados.
—Te adoro, Martin... Te comería entero.
—Vale, vampiro. —dice Martin con voz de bebé.
—Vale, hombre lobo. —contesta Juanjo de la misma forma, acariciándole la espalda.
—Me encanta... hacer el amor contigo. —susurra Martin.
—Y a mí. Nunca pensé que podría... sentirme tan cómodo con alguien.
—Te quiero. ¿Quieres que te ponga un poco de crema? —propone Martin.
—Sí, por favor.

Mientras Martin extiende crema hidratante por los brazos de Juanjo, a la par que le da muchos piquitos, hablan de la emoción por mañana: viajarán hasta Barcelona para empezar los ensayos de la Gira OT2023. Aún no se lo creen...

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinWhere stories live. Discover now