17. Terror en el paraíso

2K 104 1
                                    

Martin sigue a Juanjo a las duchas porque se lo ha pedido, pero está molesto. El aragonés se ha frustrado en el ensayo de "Take on me" y Martin ha intentado consolarle, pero Juanjo se ha puesto a la defensiva. Martin le ha intentado decir que tiene que permitirse fallar, que solo ha sido el primer pase de micros. Pero Juanjo ha saltado, como siempre. Y Martin está cansado y tal vez eso esté multiplicando todo, pero ahora mismo está muy cabreado.

—¿Te has mosqueado conmigo? —dice Juanjo nada más entrar en las duchas.
Martin no contesta, lo mira a los ojos, mordiéndose el interior de la mejilla.
—Martin... —sigue Juanjo. —¿Qué pasa? No te enfades... Lo siento, ¿vale? Me he frustrado, no tendría que haberte hablado así.
Martin suspira y mira al suelo.
—Oye... mírame... Por favor. Perdón, no tendría que haber saltado.
—Es que siempre es lo mismo. —dice Martin.
—No es verdad.
—Sí es verdad. Sin haberte dicho nada ya sabes qué me ha molestado.
—Lo siento...
—No, —Martin lo enfrenta —¿para qué me pides consejo si siempre te pones a la defensiva? Diga lo que diga.
—No es verdad, no siempre.
—A menudo. —Martin está muy molesto. Juanjo está preocupado. Nunca lo había visto así.

—Lo siento. Tienes razón. —dice el aragonés.
—Da igual, Juanjo.
—No, Martin... Mira, me agobié y te contesté mal, me equivoqué...
—Yo también me canso. —suelta el vasco.
—Oye... Martin, no te enfades, por favor. Eres lo más importante que tengo... Vamos a intentar arreglarlo, anda.
—Tú también eres lo que más me importa, Juanjo. Pero... ahora mismo necesito espacio.
Suena el timbre. La cena.
—Voy a cenar. —suelta Martin, y sale de las duchas.

Juanjo se queda ahí quieto un par de segundos, procesando lo que acaba de ocurrir. Nunca habían discutido así. Martin no se enfada. No se enfada en serio. Respira hondo y va a la cocina, donde ya están todos sirviéndose los platos. Martin no se sienta a su lado y no interactúan en toda la cena. Pero ambos actúan fingiendo normalidad. Tras la cena hay "DMs", y Martin intenta no sentarse al lado de Juanjo, pero Chiara y Ruslana no le hacen caso y acaban juntos. Todos están empezando a notar que algo les pasa. Responden a los mensajes de sus fans, pero hay tensión entre ellos, Juanjo intentando encontrar la mirada de Martin y Martin intentando evitar la de Juanjo. Cuando termina ambos se van por su lado, Martin con Rus y Kiki en un box, y Juanjo con Naiara y Lucas en la terraza.
—¿Qué le pasa? —le susurra Lucas a Naiara, en un momento en el que Juanjo se va a buscar un jersey.
—Me huele a pelea de agapornis. —responde Naiara.
—Y... ¿le decimos algo?
—No, no. Fijo que se arreglan en 15 minutos.
—¿De qué habláis? —pregunta Juanjo, que acaba de volver a la terraza.
—De la gala. —miente Lucas.

En el box, Kiki, Rus y Martin están tirados en el suelo, escuchando canciones.
—¿Y Juanjo? —pregunta Chiara de pronto.
—No sé. —dice Martin.
—¿Estáis bien? —insiste Chiara.
—Sí. Hemos discutido, pero lo arreglaremos.
—Uy. Terror en el paraíso. —canturrea Ruslana.
Martin pone los ojos en blanco.

Esa noche, Juanjo entra a la habitación el último, tras una ducha larga. Cuando entra, mira directamente a su cama. Martin no está. Entorna los ojos, sorprendido, y ve a Martin en su propia cama, esa que lleva semanas sin usar. Juanjo no se lo puede creer. ¿De verdad Martin lo va a llevar tan lejos? Pensó que ya habría cedido. Sin más remedio, Juanjo se acuesta en su cama, solo por primera vez en mucho tiempo.  Escucha las respiraciones de sus compañeros, los ronquidos suaves de Ruslana y Paul. Busca entre el ruido el sonido de la respiración de Martin, pero está demasiado lejos. Le gusta más cuando no tiene que esforzarse por oírlo, porque están juntos, abrazados, acariciándose. La mente de Juanjo se va a mil sitios en un segundo. Una parte está dolida, otra está muy mosqueada, otra está confundida. Y otra se da cuenta de que así no se va a dormir: no puede.

Juanjo se levanta sigilosamente y camina de puntillas hacia la cama de Martin. Se lo encuentra acostado boca arriba, con el antebrazo bajo la cabeza. Tiene los ojos cerrados, pero Juanjo confía en que esté despierto. Con cuidado le da unos toques en el hombro. Martin abre los ojos.
—¿Podemos hablar? —susurra Juanjo.
—¿Ahora? —pregunta Martin, frunciendo el ceño.
—Por favor. No quiero que nos vayamos a dormir así, enfadados...
Martin suspira y se levanta, yendo directamente fuera de la habitación, y caminando hasta el salón con Juanjo detrás, siguiéndolo a una distancia prudente.

Martin nunca lo admitirá, pero le faltaban unos 10 minutos para volverse a la cama del otro. Se sienta en el sofá y Juanjo, silenciosamente, se sienta a su lado. El salón está a oscuras, solo cuentan con la tenue luz parpadeante de los electrodomésticos de la cocina. Juanjo lo mira y espera unos segundos a que Martin le devuelva la mirada. Entonces habla.
—Lo siento muchísimo, Martin. Te prometo que me voy a controlar, no voy a volver a hablarte así. He sido un gilipollas. Y si vuelvo a portarme así en algún momento te doy permiso para que me des una hostia, te lo juro. Pero no quiero que estemos enfadados. Perdóname, por favor.
Martin resopla, escondiendo una sonrisita.
—No te voy a pegar, tonto.
—Te quiero más que a nada en el mundo, Martin.
—Y yo a ti. Mira, a lo mejor me he pasado un poco... Tampoco fue tan terrible. Pero es que yo también estoy cansado, ¿sabes? Estoy cansado y asustado, porque esto se acaba en nada. Y no quiero que se acabe.
—Ya lo sé.
—Y cuando te pones así parece que tú eres el único que está agobiado. Y no es así, Juanjo
—Lo sé.
—Y lo haces bastante. Y es que todos estamos viviendo lo mismo aquí, todos nos estresamos y tenemos miedo. No es justo que te pongas así.
—Lo sé, lo voy a cambiar. Te lo prometo.
—Pues eso.

Juanjo sabe que lo está consiguiendo, Martin lo está perdonando, y no puede esconder el brillo de sus ojos. Cuánto quiere a este chico. Martin se muerde el labio y agarra la mano de Juanjo. Juanjo se lleva la mano de Martin a los labios y la besa.
—Te quiero, Do. —le dice Juanjo.
Y Martin no se resiste más, se inclina y besa a su novio. Se intensifica el beso rápidamente, tanto que parece que siguen discutiendo. Y Martin no le va a dejar ganar. Agarra a Juanjo por la nuca y dirige el beso, subiéndose a horcadas encima del otro. Juanjo desliza sus manos por la lumbar de Martin, por debajo de su camiseta. Con las puntas de los dedos recorre el elástico de sus calzoncillos. Martin se vuelve loco, nunca ha besado a Juanjo así, pero le encanta.

—Uy. —escuchan de repente.
Ambos se separan, sobresaltados.
—Joder, Lucas. Qué puto susto. —suelta Juanjo.
—Perdón. No sabía que estaban "agaporneando", boludos.
—Joder. —ríe Juanjo.
—Solo venía a por agua. Váyanse ya a la cama, que es tardísimo, wachos. Se pueden besar allá también, eh. —dice el uruguayo, yendo a la cocina.
—Qué vergüenza. —susurra Martin, sonrojado, cuando vuelven a estar a solas.
—Vamos, mi amor. —dice Juanjo, dándole un último beso antes de llevarlo de la mano hasta la habitación.
Se acuestan juntos, abrazados. Juanjo se centra en el olor de Martin, su tacto, su respiración. Siente un alivio increíble.

Por la mañana, se da cuenta de que Martin no había deshecho la otra cama. "Iba a volverse conmigo", piensa, feliz.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinWhere stories live. Discover now