Capítulo 46

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Observó que la oscuridad a su alrededor era tan densa y espesa que, por un momento, pensó que se perderían, afortunadamente sus instintos lo poseían en totalidad para guiarlo. El viento helado flagelaba su rostro y agitaba su cabellera castaña.

Montado en el lomo del gran lobo blanco de casi dos metros de altura, se sintió como parte de un sueño agotador que lo consumía dentro de la realidad inmediata.

No obstante, tal vivencia no se trataba de un sueño, era tan real como el invierno mismo, tan real como el viento lastimando sus heridas.

El animal debajo de su cuerpo saltó fácilmente la muralla divisoria y tal hecho logró preocuparlo un poco.”¿A dónde vamos, omega?” Cuestionó débilmente el príncipe Taehyung cuando se percató de que estaban traspasando los límites del reino.

Conocía ese camino, se trataba de una zona neutral entre el reino de los Jeon y Kim. No se podía desatar un conflicto en ese lugar, pisar dicho territorio era una señal de tregua entre ambos reinos, pero al mismo tiempo era tan prohibido para ellos encontrarse ahí.

El omega volteó la cabeza para asegurarse de que su alfa estuviera cómodo sobre el pelaje de su lomo, pues le preocupaba su estado de salud débil debido a sus heridas corporales.

“Jungkook” le llamó en un suspiro de voz, como si fueran sus últimas palabras, recostado completamente sobre el lobo “A pesar de que el mundo se desmorona a nuestro alrededor, te amo eternamente, mi amor.” Dijo antes de caer rendido en el profundo sueño.

Jungkook sintió su corazón latir con mayor intensidad ante las hermosas palabras que le dedicaba su amado príncipe. No se había equivocado en su decisión, si ambos se amaban, ¿qué más podrían necesitar?

El omega movió la cola queriendo expresarle que sus sentimientos eran correspondidos, que nadie se interpondría más en su amor; sin embargo, el alfa no lo sintió, pues el dolor de sus heridas y el frío lo noquearon en un profundo sueño.

Aquello, de cierta forma, era normal, puesto que sus golpes y heridas lo tenían en un estado crítico; además, no solo se trataba de lo externo, sino que también se encontraba deshidratado. En el palacio se encargaron de hidratarlo e inyectar los medicamentos necesarios, pero Jungkook lo desconectó del suministro de suero y medicina.

Esperaba por todos los dioses existentes que el príncipe no decayera en su estado de salud. A pesar de eso, el alfa sentía mucho frío en su cuerpo, no sabía si era debido al clima decembrino o por su malestar físico, a pesar de que se refugió en el pelaje de Jungkook.

El omega, por su parte, entró en preocupación al no encontrar el camino que ni siquiera conocía en persona, tan solo en planos que estudió cuando era un príncipe en el palacio de los Jeon.

En esos instantes se arrepintió tanto de haberse saltado las clases de sus tutores, pues de no haberlo hecho entonces no se habría sentido perdido en esos momentos.

A pesar de la parte negativa de no encontrar el camino correcto, sus instintos ya no le obligaban a mantenerse alerta, pues desde que cruzaron el área límite, todo se volvió árboles y arbustos, ya que aquel sitio no era más que un bosque denso entre montañas. 

En los acres de aquel bosque no se encontraban edificaciones, ni mucho menos habitantes. A pesar de todo, no dejaba de sentirse indebido merodear por dichos terrenos, pues como miembro de la realeza, por ley, no debería pasearse por aquellos rumbos. Aquella acción era vista como una amenaza de guerra e invasión.

Mas Jungkook se aprovechó del privilegio de ser la obsesión del actual rey y el amado hijo de los reyes Jeon. Se sentía intocable, a pesar del odio que Seokjin podría guardarle, sabía que jamás le haría daño, se lo había dejado claro al darle la espalda a la madre de su cachorro por desposarlo a él.

Un esposo para el príncipeWhere stories live. Discover now