✨ Capítulo: 36✨

4 2 24
                                    

Muy temprano en la mañana decidí dar una vuelta por el invernadero para luego ir a desayunar, después de ello me senté en el balcón por mucho tiempo, ese día se terminó muy rápido me pasé gran parte de el ayudando en los quehaceres de la casa, también decidí cocinar yo esa noche, me divertí mucho al hacerlo, hacían varios meses que no cocinaba..

Fue una cena para tres aunque Criss ya llegó casi cuándo terminábamos..

Fuí a mi habitación y decidí bajar mi retrato, lo limpié un poco tenía una gran capa de polvo, quedó reluciente como el primer día, pasé mis manos por cada trazo y al sentir en las yemas de mis dedos lo áspero de la pintura recordé como disfrutábamos pintar juntas, de ella aprendí todo lo que se, aunque no soy la mejor en ello mis pinturas han llegado a impresionar a muchas personas, incluso una de ellas se interesó hace mucho por ellas y las quería para una exposición, pero la inexperiencia no me permitió decirle que si y entonces perdí la oportunidad de ser reconocida como decía mi amiga Hannah.

De pronto, me dieron muchos deseos de hacer algo que hace tiempo no hacía, así que me puse de pie y me dirigí al salón de pintura de mi abuela.

Apenas abrí la puerta el olor a pintura ya un poco vieja invadió mis fosas nasales. Encendí las luces y busqué con la mirada los materiales de mi abuela, no estaban  por ningún lado, así que deduje que debían estar en las gavetas.

Cuando abrí la primer gaveta una oleada de polvo se extendió por toda la habitación, causándome una tos momentánea. Sacudí un poco el polvo y comencé a buscar.
Había un cuaderno de hojas blancas, cuando lo tomé en mis manos para ponerlo en el escritorio se me resbaló de las manos y cayó al suelo desprendiendo sus hojas por el piso, comencé a recogerlas y entre ellas había un sobre con mi nombre.

—Y esto?. —Pregunté en voz alta para mí misma, el mismo estaba intacto pero con un color amarillento, como de estar guardado por mucho tiempo.

Comencé abrirlo y habían dos hojas en el, cuando abrí la primera hoja mis ojos se abrieron como platos, era la letra de mi abuela y esté sobre era una carta para mi.

Cuando terminé de leerla mi cabeza daba tantas vueltas, todo este tiempo el me ha estado utilizando para luego sacar partido a la situación, yo no entendía nada, no sabía que tan grave podía ser lo que el había echo para llegar a ese punto.

—Pero que ruin, no lo puedo creer, así de grave fue lo que hizo como para no decirme nada y utilizarme como una marioneta. —LLoré y lloré mucho, me dolía el pecho al leer cada una de las palabras que dejó mi abuela escrita en aquella carta, trague en seco aquel nudo de dolor que estaba en mi garganta.

Mi cerebro no dejaba de pensar rápidamente en todo lo que había leído, ahora entendía muchas cosas, ahora entendía todo. Respiré profundo una y otra vez para tratar de pensar con claridad, pero le eche un vistazo más a la despedida de la carta, justo debajo de su firma estaba la fecha en que había escrito la carta y en ese justo momento me quedé en shock, respirar se me volvió difícil, mi corazón me daba fuertes aleteos en el pecho. Llevé mis manos a la cabeza, mis oídos comenzaron a hacer un pitido ensordecedor junto a un dolor de cabeza muy intenso.

Grité desconsolada, grité tan fuerte, que Andrés y Criss vinieron a mi encuentro y ambos hablaron al unísono.

—¿Que fue lo que sucedió.?

Yo no hablaba, me quedé totalmente paralizada sin saber que decir.

Andrés se acercó rápidamente y me levantó del piso, sacándome del salón y llevándome a la habitación.

—Criss, en... mi bolso... hay un medicamento. —Hablé con dificultad.

Me tomé no una pastilla sinó varias y a los 20 minutos ya pude respirar un poco mejor, pero sintiéndome atontada por los efectos, aún me sentía muy mal, la opresión y la culpa seguía estando allí, clavadas en mi pecho.

 No te Niegues, aún te queda mucho por sentir.Where stories live. Discover now