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DE VUELTA A CASA

—¡Tom, llegamos tarde y es tu culpa!.—Seraphina escupió mientras corrían hacia el Expreso de Hogwarts, donde prácticamente todos ya estaban dentro.—¡Si no podemos regresar a Hogwarts, les diré a todos que tuviste relaciones sexuales con Margaret Crabbe el año pasado!.

—¿Cómo es mi culpa? Me desperté contigo encima de mí, tuve que ducharme o llegaríamos incluso más tarde.—respondió, sin necesidad de correr, sino simplemente caminar lo suficientemente rápido.—Si alguien tiene que hacerlo. La culpa la tienes tú.

Ella jadeó, viendo cómo las puertas comenzaban a cerrarse.—Sólo estaba tratando de ver qué hora era en tu reloj de pulsera y estaba en tu mesa de noche, ¡así que realmente no tuve otra opción!.

Ambos corrieron más rápido, imaginando ya lo trágico que sería si no subieran al tren a Hogwarts. Con mucha suerte a su lado, llegaron a tiempo y entraron al tren justo cuando se cerraba la puerta. La pareja intentó recuperar el aliento mientras caminaban por los largos pasillos, llenos de estudiantes emocionados por comenzar un nuevo semestre.

—¿Seraphina?.—Tom llamó, caminando justo detrás de ella.—Antes de que encontremos un compartimento, tengo que decirte algo.

Ella dejó de caminar y se giró para mirarlo.—¿Qué pasa? ¿No puedes decírmelo más tarde?.

—No. ¿Recuerdas la mañana después de Navidad?.—La bruja asintió con la cabeza, sin poder olvidar lo enferma que se sentía.—Cuando escuchaste mi conversación con Mulciber, me pediste que te dijera de qué se trataba en el momento adecuado, para que no estuvieras, hum- triste.

—Tom, ¿cómo puede ser este el momento adecuado para decírmelo? ¿Quieres verme llorar frente a cien estudiantes?.

Tom resopló, frustrado por lo complicada que estaba siendo.—¡Escúchame!.—él la agarró del brazo y la llevó a un compartimiento, que estaban dos Gryffindor besándose.—Váyanse.—Tom los fulminó con la mirada.—Y diez puntos menos para Gryffindor, pero si no se van ahora, 50.

Miraron a Tom con ira antes de irse sin decir una palabra. Tom cerró la puerta del compartimento y empujó a Seraphina hacia abajo para que se sentara.—¿Por qué tan agresivos hoy?.

—Esto es serio, deja de ser desagradable por un segundo, ¿quieres?.

Ella suspiró y asintió con la cabeza.—Muy bien, ¿qué pasa?.

Tom se sentó a su lado y miró el paisaje que se movía rápidamente ante sus ojos.—Se trata de Greengrass.

—¿Leo? ¿Qué le pasa?.

Tom se cruzó de brazos frente a su pecho y la miró fijamente.—Te ha estado mintiendo sobre sus padres.

Ella frunció el ceño.—No son sanadores, ¿verdad? Él siempre se sentía muy incómodo cuando le preguntaba por sus padres y cuando me di cuenta de que mis padres realmente los conocían, realmente sospeché que algo no estaba bien.

Tom asintió con la cabeza con una expresión pensativa.—Eres una chica inteligente, Seraphina, pero esa no es toda la historia. ¿Recuerdas la cena de Slughorn cuando te dije que Leo estaba mintiendo?.

—Sí. ¿Has sabido la verdad desde entonces?.—ella abrió la boca en estado de shock.—¿Por qué no me lo dijiste?.

—Le leí la mente el primer día que me hablaste de él. Además, no querías que te dijera la verdad, seguiste hablando de su privacidad y el valor de la confianza.—dijo con cara de disgusto.—Bueno, sus padres no son sanadores ni nada por el estilo.—se rascó el dorso de la mano.—son uno de los seguidores más importantes de Grindelwald.

KNEEL | TOM RIDDLE ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora