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ABRAXAS MALFOY

—¡No puedo creer que no me dijiste que estabas enferma! Estaba viviendo mi mejor vida y tú estabas aquí muriendo sin decirme nada.—regañó Abraxas a Seraphina mientras envolvía una manta sobre sus hombros.—Te das cuenta de lo preocupado que estabas. ¿Lo sabes? Tú nunca estás enferma. ¿Qué pasa?

Ella trató de no protestar cuando él la envolvió con la manta, porque era un día cálido y no tenía frío con ella.—Estás exagerando, Brax. Estoy bien, solo hace un poco de frío.

Se sentó a su lado en el sofá y la miró atentamente.—¿Por qué te resfriaste?.—no parecía convencido.

—Fue el clima en Albania.—mintió, tratando desesperadamente de cambiar de tema.—esperaba que fueras tú quien viniera aquí.

Él levantó una ceja.—¿Y eso por qué?.

—Necesito que vayas a algún lugar conmigo.—explicó y él esperó a que ella le diera más detalles.—Necesito ir a la casa de mis padres a buscar algunas cosas y no quería ir con Tom.

Abraxas suspiró y permaneció en silencio por unos segundos.—Riddle me dio órdenes específicas de no dejarte salir del departamento. Me matará si descubre que te llevé a la casa de tus padres.

Ella puso los ojos en blanco, ya adivinando que sería difícil convencerlo.—Prometo que no se enterará. Usaremos polvos flu y en media hora estaremos aquí como si nada hubiera pasado.

Parecía inseguro de su plan.—No estoy seguro de que funcione, Seraphina. Nunca podremos ocultarle nada a Riddle.

—Confía en mí, ¿quieres?.—Ella tomó sus manos entre las suyas y las apretó ligeramente.—Si él descubre que salimos del departamento, entonces le diré que no es asunto suyo. Soy una mujer libre y puedo hacer lo que quiera.

Todavía no parecía convencido.—¿Qué pasa si algo te sucede mientras estás allí? Estás enferma, Phiny. Realmente creo que deberíamos quedarnos aquí para que puedas descansar tu cuerpo o lo que sea.

—¡Brax, por favor! Realmente necesito ir allí y Tom no puede venir conmigo, ya que no soporto escuchar a mis padres felicitándolo por existir.

Abraxas se frotó la frente.—¿Pero por qué tengo que ir? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Ayudarte a empacar?.

—No.—hizo una sonrisa traviesa.—obviamente tendré que hablar con mis padres cuando llegue, pero mientras tomo lo que necesito, debes distraerlos.—explicó.—La cosa es que voy tomar más de lo que debería.

Abrió mucho los ojos.—¿Vas a robarles a tus padres? ¿Estás enojada?.

—Simplemente voy a tomar lo que es mío y todos los retratos que mis padres tienen de mí y de Tom. Tienen como mil y quiero tener algunos.—habló.—tengo todo listo, incluido un retrato encantado en un bolso donde puedo llevar lo que quiera conmigo.

—No puedo creer que vaya a decir que sí a esto.—resopló Abraxas y se levantó del sofá, siendo inmediatamente seguido por Seraphina, quien tenía una gran sonrisa en su rostro.—Sólo por la ayuda que me brindaste con Magda.

Corrió hacia la chimenea y juntó el polvo flu en su mano, dándole una cantidad igual a Abraxas.—Eres el mejor.

—Lo sé.—le dedicó una sonrisa torcida.—¿Vas a usar eso?.—Preguntó, mirando su ropa informal.—Mis padres me repudiarían si apareciera en su sala con pantalones deportivos.

—Mis padres nunca me repudiarán, Tom no los dejará.—se preparó para entrar a la chimenea y le sonrió.—Así que no tengo que preocuparme por lo que piensen. Además, me muero por ver la decepción en sus caras.

KNEEL | TOM RIDDLE ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora