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CONSECUENCIAS

Seraphina caminaba por los viejos pasillos con una pila de libros bajo el brazo. El sol aún estaba saliendo, pero se prometió a sí misma que se levantaría muy temprano para poder visitar a Tom antes de clase.

Los pasillos estaban vacíos y silenciosos, a diferencia de su mente, que estaba llena de pensamientos de temor y aprensión. No había estado en la enfermería de Hogwarts en mucho tiempo, así que no estaba precisamente feliz de visitar a Tom allí. Ir a la enfermería nunca fue algo positivo ya que significaba que algo terrible había sucedido. Y efectivamente sucedió.

Su noche fue inquieta pensando en lo que Tom había hecho, lo que significaba que solo había dormido un par de horas. Todavía era difícil creer que Tom creara un Horrocrux y ahora estaba extremadamente enfermo por hacerlo. Ella no podía entender cuánto sufrió al hacerlo, pero la forma en que gritó y gritó la noche anterior demostró que estaba sufriendo mucho.

Había poco que ella pudiera hacer para ayudarlo, pero quería hacerlo un poco más feliz. Es por eso que decidió traerle un montón de libros para mantenerlo entretenido mientras descansa en la enfermería.

La bruja finalmente llegó a la enfermería y suspiró profundamente antes de abrir la puerta en silencio, temiendo despertarlo en caso de que estuviera durmiendo.

Al mirar dentro, Seraphina se alegró de que él fuera el único en la gran enfermería y se sintió bastante aliviada cuando lo vio con los ojos abiertos. Giró la cabeza sobre la almohada para mirarla, aunque no necesitó mover un músculo para saber que era ella. En realidad, lo único que quería era verla a ella, a su preciosa Seraphina.

—Tom, estás despierto.—caminó hacia la cama y él no dijo nada, mirando los libros que llevaba consigo.—¿Cómo te sientes?.

Permaneció en silencio unos segundos, admirando sus facciones y apreciando su presencia. Por más patético que estuviera siendo, la verdad era que la necesitaba.

—Estoy bien.—respondió sin quitarle los ojos de la cara.

Dejó los libros en una silla al lado de su cama.—Me alegro.—sonrió.—Te traje algunos libros de tu dormitorio. Pensé que querrías hacer algo productivo mientras estás aquí.

—Gracias.—susurró débilmente, ya cansado de hablar. Tom la vio sentarse en la cama junto a él y tomar sus manos.

—Tus manos están tan frías.—frunció el ceño después de tomar sus manos sobre las suyas y acariciarlas con sus pulgares.

Él se encogió de hombros.—Las tuyas son más cálidas.—abrazó el calor de sus manos y se sintió mucho mejor por su cercanía. Al menos, no tenía tanto frío como antes, pero todavía se sentía cansado como nunca antes.—¿Cómo dormiste?.

—He tenido mejores noches, si te soy sincera. Estaba realmente preocupada por ti.—admitió, mirando los círculos oscuros bajo sus ojos preocupada.—Supongo que tampoco descansaste bien.

—De hecho, dormí mucho tiempo, pero todavía me siento agotado.—admitió, haciendo un esfuerzo por apretar sus manos entre las suyas, pero fue inútil.

—Bueno, esas son las consecuencias de querer ser inmortal. Eso es lo que obtienes por ser tan tonto como para crear un Horrocrux a la edad de dieciocho años.—bromeó en voz baja, asustada de que la enfermera apareciera de repente y escuchara sus palabras. Tom no dijo nada, solo miró las pecas en su rostro, las cuales estaban iluminadas por el sol que salía por la ventana detrás de su cama.—¿Te sientes diferente?.

Sacudió la cabeza.—En realidad no, supongo.

—Bueno, te partiste el alma por la mitad.—señaló.—¿Te sientes menos humano?.

KNEEL | TOM RIDDLE ✓Where stories live. Discover now