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— ¿Acaso no lo viste venir? — preguntó la pelinegra sonriendo con un toque de ironía  — Todo iba a cambiar por aquí desde que tenemos un lunático asesinando estudiantes.

Entrar a la universidad hoy había sido un desafío, distintos policías revisaban las mochilas y los bolsos de cada estudiante que quería entrar.

— Estos idiotas se creen que somos nosotros los que asesinamos a chicas inocentes — siguió — me encantaría que revisen y controlen a los profesores y a los directivos — se acercó y susurró en mi oído — siempre creí que el rector Bines tenía pinta de asesino.

— Hazel, en serio — dije advirtiéndole — será mejor no hablar, esto de un día para el otro se convirtió en una escena del crímen.

— Me da igual, en un año dejaré este lugar de una vez.

Sonreí, Hazel era probablemente mi única amiga en la universidad, era bella, intuitiva pero podía llegar a ser muy cruel. Eso es lo que me gustaba de ella, era auténtica y decía las cosas de frente.

—¿A ti no te da miedo que te maten?

Me miró como si yo estuviera diciendo estupideces, aunque quizás si las esté diciendo.

—¿En serio? ¿Crees que me planteo esas cosas? — respiró mirando hacia otro lado — pero lo único que sé es que hay alguna razón, que desconocemos, las eligieron a ellos por alguna razón. Son todas chicas jovenes, tal como nosotras, ¿Por qué no te eligieron a ti en lugar de Iris? ¿O por qué no a mí?

Me había preguntado muchas veces eso, había cierto criterio de selección que no tenía sentido. Ninguna de las chicas tenía algo en común.

— ¿Crees que se trate de una secta de hermandad? — preguntó — sé que aparentemente eso solo aparece en las películas, pero ya no sé qué pensar. Cómo sea, no estoy preocupada por lo que me pase, no le tengo miedo a la muerte. No le tengo miedo a un asesino.

Iba a contestar pero la consejera de la universidad se acercó con una mirada inquisidora, al parecer había escuchado nuestra conversación.

— Señoritas, me parece que no es apropiado estar hablando de esto en los pasillos de la universidad.

—¿Por qué? Vivimos en libertad.

— Es por respeto a la alumna asesinada hace menos de una semana, nadie duda que vivamos en libertad, pero hay un límite en todo eso.

Ví que Hazel iba a contestar algo más pero la tomé del brazo y susurré en su oído un simple "Vamos, no tiene sentido". Y la saqué de ahí, aunque parecía enojada, y lo entendía. No era una insensible, por más frontal que sea, a nadie le gustaba tener contacto con el crímen todo el día.

—¿Vamos al campus? — pregunté — mi primera clase es en una hora.

Ella sonrió — La mía también, estaría bien un tiempo a solas entre nosotras, ¿Sabes?

— Por supuesto, lo necesitamos, y además, es una buena excusa para escaparnos de los policías.

Hazel iba a decir pero miró detrás de mí y rodó los ojos.

— Creo que nuestro tiempo a solas va a tener que postergarse al menos unos minutos.

No entendía qué estaba diciendo, así que gire y me encontré con Elio, que nos miraba con las manos en sus bolsillos y una pequeña, casi imperceptible, sonrisa.

— Dame un momento.

— Oh, claro, cámbiame por el encantador y joven profesor — bromeó.

Caminé en dirección a Elio, su sonrisa parecía crecer mientras me acercaba.

¿Que podía decir de él? Tenía la sospecha de que no era fácil ser el profesor más joven de la universidad, sus clases comprendían un 90% de chicas deseosas de verlo mientras explicaba la adquisición del lenguaje según la perspectiva internista, y luego al restante 10% que si le importaba. Cómo sea, entre tantas chicas implorando por un poco de su atención, él me vió a mi.

— No quiero interrumpir tu reunión con tu amiga— susurró cerca de mi —¿Tienes planes para esta tarde?

— Esperaba acordar planes contigo.

— Eso está bien — dijo acariciando mi mejilla — porque planeaba invitarte a merendar a nuestro café, solo nosotros

— Suena muy bien, ¿Entonces es una cita?

— Por supuesto, tengo ganas de pasar más tiempo contigo.

— Bien — murmuré entusiasmada.

— Seguiría hablando contigo, pero tengo que dar clases, ya sabes.

Rei, a veces olvidaba que mientras yo venía a estudiar, él venía a trabajar.

— Esta tarde entonces — repitió y depositó un beso en mi mejilla, cerca de la comisura de mis labios, escuché sonidos de asco provocados por Hazel.

— Nos vemos esta tarde — asentí, era un hecho.





Doctora Bloom || Hannibal.Where stories live. Discover now