𝟑𝟐. 𝐂𝐔𝐑𝐈𝐎𝐒𝐈𝐃𝐀𝐃

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Capítulo 32

La luz del sol brillaba intensamente en cada rincón del palacio Wiczex

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La luz del sol brillaba intensamente en cada rincón del palacio Wiczex.

Un ligero rayo de luz entraba por la ventana de los aposentos del príncipe Timothy, quien leía junto a la ventana el mismo tratado que no pudo terminar la noche anterior por la llegada de Kara ante su presencia.

Como era costumbre, él ya estaba vestido con uno de sus tantos uniformes de la armería militar que optaba por usar diariamente. Aunque el día había comenzado para él hace dos horas, él aún no abandonaba su habitación. El rubio estaba esperando que su hermoso cielo despertara.

Ante la persistente luz del sol que se empeñó en adueñarse minuto a minuto de todo el lugar, Kara comenzó a despertarse, estando en el centro de la cama envuelta en las sábanas, aferrada a una almohada. Una ligera sonrisa salió de los labios de Timothy al verla despertar; ella abrió los ojos poco a poco, tratando de adaptarse a la luz, viendo la figura de Timothy acercarse a ella.

—Buenos días.

—Buenos días, mi pequeña. —Él caminó hasta ella, sentándose en la orilla de la cama.

—¿Es muy tarde? —preguntó ella, sentándose en la cama.

—Para ti no.

—Es que ya estás vestido.

—No, no te preocupes, mi día empieza muy temprano, pero el tuyo no debe empezar igual. Puedes seguir descansando si quieres.

—¿Aquí puedo?

Con delicadeza, Timothy acomodó el mechón de cabello de ella tras su oreja. —Si te quieres quedar aquí no hay problema. Pediré que te traigan el desayuno.

—Perdón por lo de anoche. —Ella agachó la cabeza con pena—. Yo soy buena.

Timothy llevó su mano al rostro de Kara y, agarrando su mentón con delicadeza, alzó su rostro para verla a los ojos y dijo: —No tienes que pedir perdón, no hiciste nada malo. Y sí, tú eres un tierno y dulce angelito que me hace feliz al estar cerca de mí.

Kara se acercó al Worwick y plantó un rápido beso en sus labios, igual que la noche anterior, volviendo rápidamente a su posición. Lleno de ternura por sus lindos gestos, el rubio se acercó y puso sus manos en el rostro de Kara, acortando el espacio entre ambos y posando sus labios sobre los de ella, disfrutando nuevamente de un suave y tierno beso al que Kara correspondió muy bien.

Una vez el beso culminó, ambos se miraron en silencio unos segundos, como si se estuvieran tratando de decir miles de cosas en silencio, hasta que unos golpes en la puerta llamaron la atención de Timothy por lo insistentes que eran. El rubio se levantó rápidamente de su lugar, corrió hacia la puerta y al abrirla se encontró con la cuidadora de Kara sumida en preocupación.

—¡Príncipe! ¡Príncipe!

—¿Qué sucede? —preguntó el rubio cerrando la puerta tras él.

—Príncipe, es la niña Kara, no está en ningún lugar, no está en su habitación. La busqué por varios lugares del palacio, pregunté por ella, pero no está.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 & 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄Where stories live. Discover now