𝟒𝟕. 𝐅𝐑𝐔𝐒𝐓𝐑𝐀𝐂𝐈Ó𝐍

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Capítulo 47

Una vez las puertas de la sala privada se cerraron, Veikan se acercó a su esposa al verla melancólica y sentada en el sillón con la mirada fija en un punto en la habitación. Él necesitaba hablar con ella.

—Diana…

La rubia se levantó de su lugar tomado una pequeña distancia de él mientras respiraba profundo.

—Diana, escúchame, yo sé que esto que acabamos de enterarnos es muy confuso y puede que no te sientas muy cómoda, pero créeme que el hecho de que Minerva esté viva o no, jamás cambiará lo que siento por ti.

Diana volcó sus ojos en Veikan y con cierta rabia en su mirada le dio una bofetada al Worwick en la cara; misma bofetada que él aceptó sabiendo que le merecía.

—Siempre me pregunté el porqué, ¿por qué tuviste que buscar a alguien más después de que partí a Armes? ¿Por qué no preguntaste un poco más? ¿Por qué no me esperaste? ¿Por qué tuviste que involucrar a terceras personas en tus asuntos personales? ¿Por qué no fuiste capaz de acabar con eso cuando te diste cuenta de que yo seguía ahí? ¿Por qué, Veikan, por qué?

—Diana…

—En ese momento me sentí tan aliviada de que hubieras vuelto a mí que no me lo cuestioné, pero conforme pasó el tiempo me lo pregunté una y otra vez y jamás dije nada  porque no quise remover viejos pesares; sé que esa dichosa carta te dio razones para alejarte de mí, pero no te dio razones para querer enamorar a alguien que sabías que no ibas a poder amar, porque mientras yo estuve en Armes lidiando con Aiseen con sus malos tratos y luchando conmigo misma buscando la valentía suficiente dentro de mí para salir de ahí ¡tú estabas intentando enamorar a otra mujer!

—Diana yo sé que esto es mi culpa, reconozco que debí de haber tenido un poco más de paciencia contigo con respecto a Aiseen, pero así como está es tu realidad; esa carta que creí que tú me habías escrito se convirtió en mi realidad y sí, tienes razón, no debí de involucrar a terceras personas en esto, pero los dioses saben que en mis intenciones jamás estuvo dañarte a ti o dañarla a ella, todos cometemos errores y sé que eso no limpia todo lo que sucedió, pero al menos soy consciente de ellos y los acepto.

En medio de un sollozo, Diana se acercó a su esposo y se dejó caer en su pecho abrazándolo mientras él la envolvía en sus brazos, sintiendo esa misma aflicción que ella padecía en ese momento.

—Tú eres la única mujer a la que amo y a la que amaré por el resto de mis días. No importa quién se vaya, quién vuelva o quién aparezca, Diana; tú eres y siempre serás el amor de mi vida.

Con lágrimas en sus ojos, Diana se aferró a Veikan mientras él la abrazaba con fuerza, brindándole la seguridad que ella necesitaba sentir en ese momento, pero la curiosidad la invadió.

—¿Vas a buscar la verdad?  —preguntó la rubia separándose de su esposo.

—Bueno yo...

—Hazlo. —Veikan la miró confuso—. Búscala, estoy segura de que ya sabe lo que nuestro hijo le hizo a su hija y no debe de sentirse muy contenta por la historia que ya conoces.

—¿De verdad no te molesta que hable con ella?

—Veikan sé lo que se siente vivir con dudas e incertidumbre constante, lo experimenté cuando estabas con ella y yo intentaba hablar contigo para explicarte y para que me explicaras qué había sucedido al no entender tu rechazo y tu desdén hacia mí. Cuando me enteré de que estabas con ella, muchas dudas llegaron a mi mente. Yo quería saber todo, incluso lo que había significado yo en tu vida, y ¿por qué decías que me querías si estabas con alguien más y fue horrible? Fue horrible vivir con ese sentimiento en el pecho. —Diana secó sus lágrimas—. Lo mío fueron días Veikan, pero lo de ella han sido años donde seguramente se habrá hecho un sinfín de preguntas sin respuestas, al menos yo las tuve, pero ella no y quizás tú ya cerraste con esa etapa de tu vida, pero como mujer estoy segura de que ella no.

𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎: 𝐇𝐈𝐄𝐋𝐎 & 𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄Место, где живут истории. Откройте их для себя