45-El amor de mi vida

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*Dani*

Ansu se había encargado el resto de la semana de hacerme compañía, habíamos vetado el tema de España. Solo hablábamos de cosas de aquí.

Se encargaba de que no me saltara ninguna comida, y aunque mi ánimo mejoró un poco, la sensación de mal cuerpo no se me iba, ni mucho menos los vómitos, y ya estaba asustada, porque la regla no me había bajado y no podía ser lo que mi mente pensaba.

Mick tocó en la puerta de mi despacho con una sonrisa, sin duda era el único que se había preocupado de conocerme un poco más en estas tres semanas.

-Buenos días-me dijo dejando un café sobre mi mesa.

-Buenos dias, ya tengo los informes-le dije levantándome a buscar los papeles.

-Eres la mejor en esto, Daniela-me dijo con su sonrisa perfecta cuando le di los papeles.

-Gracias-Le sonreí amable.

Sabía que le gustaba, no era tonta, pero yo ahora mismo no podía pensar en tener nada con nadie.

-Me gustaría invitarte a salir esta noche, una cena..-me dijo y yo dirigí mis ojos a los suyos asombrada.

-Gracias, pero esta noche cenaré con un amigo-le dije volviendo la vista a mi ordenador.

-Ops, lo siento, no sabía que tenias novio-dijo algo avergonzado y yo negué.

-No, no es mi novio, es solo un amigo, pero no puedo esta noche-expliqué y el volvió a sonreír.

-¿Crees que podrías hacerme hueco en tu agenda mañana por la noche?-me preguntó y yo le dedique una sonrisa efímera mientras me levantaba a por unos folios y pasaba por su lado.

-Me lo pensaré-le dije y el sonrió mientras me miraba cruzado de brazos.

-Me conformo con eso, española-me dijo justo antes de salir de mi despacho sin dejar de sonreirme.

El sabía que era guapo, y seguramente si no estuviese enamorada de un desgraciado como Pablo estaría saltando en una pata de que un tío así me hubiese pedido una cita.

Pero Gavi estaba demasiado metido en mi pecho y no sabía si llegaría alguien alguna vez que consiguiera arrancarmelo del pecho.

Le di un sorbo al café, y me arrepentí a los pocos instantes cuando otra vez mi barriga me jugó una mala pasada y se me venían unas arcadas detrás de otras, no podía seguir así, con esta incertidumbre.

El día se me hizo larguísimo, porque solo quería salir del despacho y pasar por una farmacia.

Fui, compré lo que quería comprar y llegué a mi casa donde seguramente estaría ansu con gol.

Al entrar un olor a pescado me invadió las fosas nasales haciendo que otra arcada me viniese y ansu salió con un delantal puesto de la cocina y una paleta de palo en la malo.

-Te estoy preparando una delicatessen que...-se puso serio al mirarme-¿otra vez te encuentras mal?-me preguntó soltando la cuchara y yo asentí muy revuelta.

-¿Qué estás cocinando?-Le pregunté.

-Salmón-me dijo apenado y una arcada se apoderó de mi.

-Que asco-le contesté y el me miró frunciendo el ceño.

-Si te encanta desde siempre-me dijo poniendo los brazos en jarra.

-Ya, pues ya no-le dije tapandome la nariz mientras soltaba mi bolso en el perchero de la entrada e iba hasta el baño una vez más.

Me dolía incluso la garganta de todas las veces que habia vomitado en el mes que llevaba aquí, y tuve que sentarme en el suelo frente a la taza de váter llorando de impotencia.

JURAMENTO ETERNO DE SAL-PABLO GAVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora