Cuatro.

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Bruce lo despertó, a una nada de la media noche, todos los presos estaba durmiendo, se escuchaban los profundos ronquidos y el asesino abrió los ojos casi de inmediato.

Se paró rápido y ayudo a Bruce a abrir la reja con esa tarjeta que unos de sus hermanos de Bruce había falsificado. Solo abrieron lo necesario, el asesino salió y la volvieron a cerrar.

Sonrieron como unos psicópatas y regularon su respiración excitada.

El asesino estaba hecho de adrenalina en ese momento, y se sentía casi como pasar un cuchillo por el cuello. Oh, vaya que lo recordaba.

Se colocaron justo de najo del ventilador y el asesino se subió en los muy exagerados hombros de Bruce para alcanzar el ventilador.

Sus manos le temblaban potentemente cuando el trato de encajar el destornillador, las tuercas se caían y resonaban fuerte al piso de concreto, Bruce le dio un impulso más y él pudo subir sin problemas.

Podía escuchar los latidos de su corazón y sentir el sudor correr por su frente a pesar de ser una noche muy fría. Tenía una ira interna que hizo subir a Bruce con tan solo una mano y le pareció impresionante la fuerza que podía tener.

Bruce era el que tenía el pequeño mapa del tesoro, si se le podía llamar así, pero el asesino había tenido demasiado tiempo para aprenderse cada chueco trazo que ellos habían hecho juntos.

Derecha muy al fondo a la izquierda y encontraban el salón de comidas, las luces estaban apagadas y el sonido del silencio abundaba junto a ellos.

La puerta cerrada y la escapatoria se dio por perdida, el asesino encontrando un pedazo de alambre en el piso sucio, logro abrir la puerta ahogando una risa con Bruce.

Solo fue un tiempo muy lento y unas ansias muy grandes, la reja sonaba con cada corte y la ropa de ambos ya estaba sucia. Todo pasaba tan rápido y tan lento que hacía que sus visiones se nublaran.

Una pequeña alarma sonó, no se preocuparon, la celda era tan sensible que sonaba con el movimiento del aire, se apagó y el asesino volvió a respirar.

Bruce se deslizo por el suelo, rasguñándose la ropa y ensuciándose con la tierra mojada. El asesino pensó que ya no lo vería, pensó que correría y se salvaría antes que él. Pero no lo hizo y solo se quedó para ayudarlo.

¿Por qué no salió corriendo?

Le tendió la mano y el asesino la sostuvo. A caso eso era como se sentía tener un amigo. Había cambiado su parecer con respecto a la confianza.

Ellos empezaron a correr sin descanso por todo ese desolado campo, sabían que al sur de este había un pueblo con grandes granjas, donde podía conseguir transporte.

Corrieron aproximadamente unos 4 kilómetros con dos paradas. El asesino se encontraba exhausto y la camiseta de Bruce se encontraba mojada. Les faltaba unas cuantas millas y llegaban, se notaba que ya estaba a punto de amanecer así que apresuraron pasos.

Nadie decía nada, solo se escuchaban las respiraciones pesadas y el sonido redundante de sus zapatos en la ahora carretera. No sabían qué hora era exactamente, pero la noche ya estaba clara.

Encontraron un puerto, había barcos atados y la luz del cuarto de seguridad apagada, corrieron hacia el muelle sin ni siquiera pensarlo.

La energía se estaba agotando y sus cuerpos ya estaban cayendo.

–E-El de motor, el de motor.

El asesino le hizo caso y subió a ese lancha, no tenían ni llave y la gasolina estaba dentro de una de sus cajas, así que Bruce volvió a utilizar su misma táctica.

La mirada del asesino daba vuelta cada cierto tiempo, el miedo estaba en todo su ser. Sabía que ahora tenía una gran ventaja, pero no era motivo para celebrar.

Se sentía como un fugitivo de Alcatraz ahora ya estando en el agua. Bruce lo golpeo en el hombro, mientras él dirigía la lancha, el asesino trataba de abrir la caja de gasolina.

La lancha de detuvo y el asesino aprovecho para entregarle la gasolina a Bruce.

–Cerca hay un puerto más, pero dejaremos la lancha andar en el agua, con suerte parara en el pueblo del oeste. Los despistaremos.

Bruce tiró de una patada otro de las cajones que se encontraban en esa pequeña lancha y empezó a sacar la comida de emergencia, entregándole una botella de agua al asesino.

Encontraron unas monedas y el asesino las guardó en sus pantalones sucios.

Apenas y se notaba lo anaranjado en una pequeña zanja y el asesino lo estaba invadiendo el terror de nuevo, el agua de la lancha salía por detrás y la brisa despeinaba por completo su cabello rubio. Se había hecho un par de heridas en la cara que recién se deba cuenta que el ardía.

–Saltaremos a la cuenta de tres.

Bruce contó y cayó al agua antes de que siquiera contará tres, el asesino lo siguió. El agua estaba malditamente fría, beneficiándoles a ambos por el calor de su cuerpo. El asesino casi ya no se acordaba como nadar.

La lancha avanzó, escuchando desde lo lejos su motos andante.

Ahí se separarían y tomarían caminos diferentes, ya no podían tomar de la mano de otro, ahora cada uno dependía de un hilo. El asesino ayudó a Bruce y Bruce lo ayudó a él. Ambos estaban bien ahora y no sabían si iban a estar bien después.

–Fue un gusto.

–Espero volver a verte. 

After The Killer [Muke Clemmings]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن