Veintidós.

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Los ojos del rubio se encontraban rojos, no le importaba ser culpable de algo que no hizo ni tampoco quería un abogado. Su cuerpo estaba cansado y su estómago dolía pero la idea de algo de comida solo lo hacía marearse.

Sus manos estaban acariciándose una a la otra, no tenía esposas y solo estaba sentado en una pequeña carceleta con varios policías afuera. Su pecho dolía y solo quería una par de besos del asesino y un "Todo va a estar bien"

Sabía que iba a salir lastimado, por que mientras no estaba con el asesino todo iba a afectarle.

Su cuerpo iba a caer si el asesino no estaba en su espalda, sus palabras no iban a salir si el asesino no lo estaba escuchando. Su vida no iba a continuar si su asesino no estaba a su lado.

Sus ojos viajaban de un lado al otro, quería al asesino, quería que le acariciara sus muñecas y le besara las manos, porque solo así estas dejaran de doler. Soltó más lagrimas cuando los policías empezaban a moverse fuera de él.

Se escuchaban murmullos y su cuerpo temblor cuando escucho la palabra juzgado.

Sus manos se fueron a su pecho y trato de regular su respiración.

Y lo único que hacia en ese momento era recordar ridículamente cada cosa que hizo con el asesino. Como la vez que le bailo esa canción de Michael Jackson que ni siquiera le gustaba y nunca supo quién era Annie. Hasta la vez que el asesino se ducho con las cortinas abiertas y el rubio paso de estar cepillándose los dientes a estar mojado y devorando los labios del asesino.

Su cabeza seguía reproduciendo recuerdos y haciéndolo sufrir más. Se preguntó qué era lo peor que podía pasar. Él lo esperaría, claro que lo haría.

Pero no sabía por cuanto tiempo más y eso no le importaba, lo iría a visitar y le daría tantos besitos como los que no le dio. Y se abrazaran hasta que el guardia los separara.

Puso sus manos en su quijada sosteniendo su cabeza y su carceleta se abrió y los policías empezaban a enguardarlo y él se dejó por completo.

Entraron a una sala amplia con varias personas y cámaras apuntando al asesino estando parado con la misma pose que lo conoció. Y su corazón solo dio un vuelco.

El asesino podía sentir su presencia y volteo observándolo y murmurándole un "Todo va a estar bien" Su cuerpo se calmo y solo se dirigió hasta el sintiendo un descanso en su pecho.

Ambos tenían esposas en las manos y solo se miraban profundamente con un brillo inolvidable y unos Te amos reflejando. El rubio no entendía nada de lo que estaba sucediendo y su mirada solo caía en el asesino. Su cuerpo se veía tenso y él solo quería estar encima de él y sobarle la espalda, darle unos besos y luego mirarlo dormir.

El corazón del rubio latió fuertemente, y casi podía escuchar los del asesino también. Sus ojos se empaparon de lágrimas y su cuerpo pareció caer en un pozo oscuro y profundo.

—¿Cómo se declara, señor?

Y con una voz clara y fuerte dijo:

—Culpable.

El rubio dejó de respirar por varios segundos y buscaba la mirada del asesino, buscaba transmitirle ese dolor que al parecer no sentía y buscaba pedirle un por qué.

El rubio nunca quiso aceptarlo. Siempre vio una cara diferente a la que todos vieron, siempre vio a Michael consigo y no conocía mucho al asesino en serie que realmente era.

Por su mente pasaron tantos momentos juntos, tantos besos y caricias y otra vez aún estando cerca de él, lo sentía como si estuviera lejos. Sentía que lo extrañaba y que no podía vivir sin él, aún estando a su lado.

Sus labios y rodillas temblaban. Bajó la cabeza y quiso llorar, porque para él esto era injusto. Él había cambiado ¿verdad? Él era otra personas, de las buenas ¿no era así?

—Y de ser sospechoso al último asesinato del joven Matthew Smith, el pasado 16 de Agosto del 2015, falsificar una identidad, y escapar de la cárcel con mayor seguridad en Australia.

El rubio lo miró buscando una respuesta, lo miró y espero que volteara que dijera "No te preocupes, eso es mentira" Pero ni siquiera lo miró. Se sentía hecho polvo cuando el asesino lo ignoraba. Se sentía realmente inservible cuando el asesino no ponía sus ojos en él.

Y el asesino trataba de no mirarlo, y ahora más que nunca sólo quería voltearse y tocarle sus mejillas, quería abrazarlo y decirle que se calmara, porque todo iba a salir bien después de todo. Por que sea lo que sea que le den de condena, se lo merecía.

Había hecho tanto daño a tantas personas para no solo despejarse él, si no su entorno. Pero se había hecho un daño profundo ahora que se separaría de él.

No parpadeo y las esposas atrás de él ahora parecían no sentirse, solo escuchó al rubio caer de rodillas y unos sollozos, su mente ya lo había procesado y lo único que le decía era un "Te lo mereces". Cerró los ojos esta vez y bajó la cabeza despacio, la gente en el salón se cayó por completo y luego empezaron a hablar como si hubieran visto a un fantasma.

El asesino no tardó en sentirse tan mal, no por él, por el amor de dios. Quién se sentiría mal por un asesino. Si no por su rubio que ahora tendría que cargar en peso de su partida y ausencia.

Cada vez que el asesinaba a alguien una parte de él se fortalecía, se sentía invencible. Se sentía como un dios. Sentía que nada podía afectarle, y nada realmente lo hacía.

Pero esta vez con tan solo mirarlo, tan indefenso, tan pequeño y con los ojos tan húmedos, recordando aquella vez en su casa de campo. El dolor, le entro con demasía.

Sintió auténticas ganas de llorar otra vez y su cabeza solo volvía a reproducir.

—Condena: Pena de muerte.

Como si esa fuera realmente su condena. Su condena más grande sería dejar a su rubio y que su último recuerdo fuera verlo llorando por algo que no se lo merecía. Llorando por un maldito asesino.




After The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now