Nueve.

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No terminaron de abrazarse, nunca lo harían. Solo por ese intervalo de tiempo, el asesino haría lo que fuera.

Sus brazos alrededor del otro y sus lágrimas cayendo en sus hombros.

Su rubio estaba alto, sus cabello seguía igual pero podría jurar que su voz cambio demasiado.

El asesino rompió el abrazo limpiándose las frescas lágrimas en sus mejillas, dando un paso atrás y agachando la cabeza.

–Y-Yo de verdad, sí te he extrañado demasiado.

El rubio se acercó tan rápido tratando de que sus labios conectaran, trato de buscarlo. Decirle atreves del besó un te amo, pero el asesino no se lo permitió. Volteó su rostro hace la izquierda haciendo que los labios del rubio fueran a su mejilla.

El rubio no respiró por un momento, y lo miró a los ojos.

Fue una conexión infinita y completamente hermosa para ambos.

Nunca antes se habían mirado de esta manera, ambos ojos estaban tristes y ambas almas rotas ¿y eso qué quería decir? ¿Podría de verdad besarlo tan lento? ¿Podría de verdad abrazarlo otra vez?

–Ese chico, Matthew. Era tu novio.

–No, Michael. Todo fue una confusión, él no es mi novio. Yo no sé por qué me beso. Te lo juro, aún te extraño.

El asesino frunció el ceño y lo miró desafiante, ¿por qué simplemente no le creía? Acaso él ¿estaba mintiendo?

–No tienes por qué mentirme, Luke. No es necesario.

El rubio bajo la cabeza, y las lágrimas se escaparon de sus ojos.

–C-Créeme... por favor.

El sollozo del rubio hizo que el corazón del asesino saltara y le gritara con toda su sangre ¡Sí! Así que lo hizo, hizo todo lo que quiso hacer desde hace casi tres años.

Le agarró el rostro empapado secando cada una de las zonas húmedas, sintiendo sus dedos resucitar por el contacto tan suave que le estaba brindando, sus ojos pasaron de un lugar a otro observando unos pequeños vellos en su mejilla, sonriendo y muriéndose mentalmente, paso sus dedos por sus labios.

Y tan suave como pudo, lo besó.

Lo besó porque le creía, porque por él volvería a escaparse una y otra vez, porque por él cambiaría las estaciones y bajaría la estúpida luna, porque por él mataría.

El sollozo del rubio rompió el beso, las lágrimas bajaban y el asesino no sabía que había hecho mal.

–T-Te he extrañado tanto.

Y luego el rubio le agarró el rostro y lo besó.


El asesino supo que después de eso, se sentiría estúpido. Lo había visto en tantas películas que pensó que tal vez al rubio no le gustaría, pero lo hizo. Porque por él haría todo.

–Y... ¿Qué vas a hacer mañana por la tarde?

El rubio sonrió amplio y luego miró sus manos, dios esa sonrisa se repetiría una y otra vez en su cabeza esta noche.

Era un hecho, su rubio estaba aún más hermoso de cómo el asesino se acordaba. No había recordado cuántos lunares tenía pero ahora le parecía importante, sus ojos se encontraban tan alegres y brillosos que por un momento quiso tomar tantas fotos del niño sonriendo. No recordaba que alguna vez lo haya visto vistiendo tan rudo, pero la tierna actitud le hacía valer mierda. No había cambiado nada, seguía siendo ese niño hermoso niño de ojos azules y gran sonrisa.

Tenía una respuesta a su pregunta: ¿cuán peligroso fue enamorarse? Vaya, la respuesta era infinita. Y ¿qué podía hacer ahora? Ya se había enamorado, ya había caído.

Cuántas veces prometió no hacerlo y sin embargo ahí se encontraba con un corazón bombeando y una sonrisa en la cara.

–Nada –el rubio movió su cabeza y lo miró fijamente– ¿Por qué?

La sonrisa tan tonta y vergonzosa del rubio lo había puesto nervioso y quiso responder un frío "Para nada" porque ya era una costumbre, pero se abstuvo y lo miró.

–Tú- quieres tomarte... un café ¿conmigo?

No sabía cómo hacerlo, ni siquiera sonó como una patética pregunta y ¿de dónde venía eso? Si a él ni siquiera le gustaba el café.

Oh, quería golpearse en la cara y tirarse por la ventana cuando el rubio soltó una risita.

–Está bien.

No se había sentido así, nunca se había sentido de esa manera. Pero era algo tan hermoso como el rubio, y le gustaba, le gustaba quedárselo mirándolo y alimentarse de cada vez que sus hoyuelos aparecían, y se sentía como uno de esos muñequitos flotando con corazones rojos saliéndole.

Lo había besado tanto, y el rubio lo había abrazado cayendo dormido en su pecho, y nunca en su vida se sentiría tan completo como en ese momento.

***

¿Qué había estado buscando? Si la carta el rubio la tenía en su bolsillo trasero de sus pantalones ajustados.

Ese chico Matthew había desordenado dramáticamente la habitación tratando de encontrar algo acerca del chico de ojos verdes y cabello rojo. ¿Acaso era que él estaba celoso?

Él no estaba enamorado, como el asesino lo hace.

Él estaba obsesionado, como el asesino lo hacía.

Acaso ¿cometería alguna locura por celos?

After The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now