Veinte.

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El asesino tenía el cabello mojado cuando salió y solo se colocó la primera gorra que vio en el ropero de Luke. No le quedaba para nada bien a su vista, pero no se la quitó.

Cuando entró al hospital, las enfermeras pasaban de un lado otro, habían camillas en la primera planta y un pasillo que se dejaba de iluminar lentamente, era algo tétrico con  el aire acondicionado.

El uniforme era un color típico, celeste, o tal vez era verde.

—Buenas tardes, en qué puedo ayudarle.

—Busco al Dr. Hemmings.

El asesino sonrió, bajando la mirada. Joder, nunca lo había dicho, y se sentía jodidamente orgulloso de su lindo niño

—Oh, Robbert.

La enfermera no lo había mirado, parecía decirlo para ella misma y frunció el ceño. 

—Él no trabaja aquí señor, pero en este momento se encuentra de reemplazo del Dr. Wan. Piso 3, sexta puerta a su derecha.

—Gracias.

El asesino no utilizó el ascensor y terminó corriendo escaleras arriba sin dificultad, su ceño seguía fruncido cuando vio un grupo de enfermeras conversando y riéndose cerca de la puerta donde estaba su rubio.

Se acercó con las manos en los bolsillos y una mirada tan profunda y de frente. Las enfermeras se callaron por un largo suspiro y el asesino entró sin tocar la puerta.

La cabeza del rubio se encontraba sobre sus brazos recostados sobre el escritorio, antes de que él entrara y lo asustara.

—¡Michael!

El asesino solo abrió los brazos y sonrió porque el rubio ya estaba rodeando su cuerpo. Sabía que había estado llorando, pero no le preguntaría. Eran esos días cuando él se ponía tan sensible y más con el accidente de unos días, podría decir que lo entendía.

Rodeo su cuerpo y aspiró su aroma -que nunca dejaba de ser esas ridículas flores- como nunca antes. Había venido literalmente trotando y su corazón palpitaba agitado. Pero sabía que al rubio le gustaba, agarró su mentón y lentamente unió sus labios. 

Sus manos se entrelazaron y escuchó el pequeño suspiro del rubio mientras se besaban. 

Él también tenía miedo, había aprendido ha hacerlo. El miedo era constante en él desde que lo encontró sin buscarlo. Sus manos siempre buscaban al rubio en las mañanas cada vez que dormían juntos. Y sus ojos siempre buscaban la calma que el rubio daba. Tal vez su único miedo era perderle sin tenerlo aún.

—Te tengo una sorpresa en casa.

El rubio sonrió con esa sonrisa tan estúpida pero sin embargo era la más bonita que apreciaría.

—Espero que no sea ese jodido tutú, por que no me lo volveré a poner-

El asesino soltó una risita que para el rubio sonó como pequeñas campanas, y besó sus mejillas antes de volver a hablarle.

—Te prometo que no lo es.

Sólo cuando ambos estaban juntos, perdían todos sus sentidos y se envolvían en una burbuja tan transparente pero indestructible. 

Luke se tomó un momento para admirar al asesino, mientras él hacia lo mismo. Se fijó en la gorra, en el arete negro y los lentes negros colgando en su camiseta. Su barba de unos 2 días y su piel tan fresa que aún olía al jabón de avena que el rubio había comprado junto con unas velas. 

—¡Oh, mira que tienes ahí! 

El rubio jaló un poco más la camiseta y se vio la marca morada y roja que él mismo le había dejado la noche pasada. Aprovechó y cayó en el encanto del cuello del asesino besándolo y mordiendo pequeños pedazos de piel haciéndolo sisear.

Dejo de hacerlo inesperadamente, viendo al asesino respirar pesado y relamiéndose los labios, su cuello dándole un espacio y sus ojos cerrados. Rió como un niño pequeño.

—¿Por qué te detienes? 

—¿Quieres más?

—Sabes que de ti, siempre quiero más.

Sus labios chocaron y sus cuerpos se restregaban el uno con el otro de la forma más descarada. Sus prendas empezaban a sobrara, el asesino empezó a acariciar el abdomen del rubio mientras desabotonaba los pantalones negros.

—¿Sabes algo?

El asesino no estaba para adivinar en ese momento que habían dejado de basarse y necesitaban aire. Restregó su pene erecto con la entrada del rubio bruscamente recibiendo sonidos tan dulces y esperados.

—¿Umm, qué?

—Me- Ah, Michael. Ummm, me e-estas cumpliendo una fantasía.

—¿Follar en este consultorio era tu fantasía?

—Cerca, follar en su hospital.

—Justo ahora te la voy a cumplir, bebé.

La frase "follaron como conejos" no funcionaba realmente aquí. Follaron como gorilas, como animales salvajes y el hecho de no tener lubricante en ese momento lo hacía doloroso y placentero.

El rubio respiraba sobre el cuello del asesino y pedía más y más en pequeños suspiros. Los gritos, los rasguños y toques hicieron olvidar el hecho de que la puerta no estaba con seguro.

El rubio se corrió en la mano del asesino y este no paro de penetrarlo hasta que se corrió segundos después.

Ambos se sentían tan cansados y tan vivos a la vez, el asesino tenía dos grandes marcas nuevas en su cuello y un par de rasguños en sus hombros. Y el sonrojado rubio sólo tenía una marca y el cabello totalmente despeinado.

El rubio estaba tratando de botar los papeles manchados de semen por la ventana cuando la puerta se abrió.

—Muchas gracias, Luke. Te debo otra más. Oh, buenas tardes.

—Buenas tardes.

—Soy el Dr. Wan. 

—Gallager, Wilson.

— Un gusto.

El rubio sonrió nervioso y arrugó los papeles que tenía en la mano y los guardó en el bolsillo de su bata cuando fue a recoger el maletín. 

Cuando salieron y cerraron la puerta rieron como niños pequeños y el asesino arregló un poco el cabello del rubio. Y este le besó los labios tan rápido que si parpadeabas te lo perdías.

Ambos salieron aún riéndose como adolescentes y cuando pasaron por la recepción, el asesino no dudo en agarrar la mano del rubio y acercarlo un poco a él. La señorita los miró con el ceño fruncido y Luke se despidió de ella son una sacudida de manos a lo lejos.

Era celoso, era un jodido celoso, pero al fin y al cabo ¿quién no iba ha estarlo? Era la criatura más hermosa en ese miserable mundo, y su objetivo había cambiado, tal vez ya no era asesinar en su ley si no, ahora era cuidarlo como un rey. 


***


—¡Lo encontramos, señor!  ¡Encontramos el lugar!

—Ubicación.

—Carretera Euston Rd A501 con Ossuylston St, señor.

—Buen trabajo, soldado. Al amanecer a primera hora haremos la persecución. 

—Está bien, señor.






























After The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora