Diecinueve.

1.9K 281 158
                                    

No habían dormido después del accidente. Luke se encontraba sobre el pecho del asesino.

Se sentía tan cómodo sobre él, sentía sus caricias con sus dedos, por su espalda. Se sentía como lo más cercano al cielo, justo ahí. Sus cálidas y cómodas sábanas, y un frío que calaba los huesos afuera.

 —Supongo que no te irás a clases hoy.

El asesino sonrió y vio el rostro del rubio, quien había puesto una mueca molesta.

—Lo siento.

Pero el asesino rió antes de darle un gran beso en sus labios tan carnosos.

El rubio abrazo al asesino, y acarició su cabello. Ya no sentía miedo, amaba estar cerca del asesino. y decirle cuánto lo había extrañado. Le encantaba besarle el cuello.

Y otra vez, volvía a preguntarse si seguirían así por siempre. Odiaba pensar en un final obligatorio y volver al principio. 

Así que ambos no pensaron mucho en eso cuando hicieron el amor, no era la primera vez que lo llamaban de esa manera. Luke se había puesto meloso una vez y empezó a pedirle al asesino que le hiciera "el amor" y entonces fue cuando el asesino lo folló muy fuerte en las pequeñas escaleras que llegaban a la única habitación que tenían. 

Pero esta vez, si se podía llamar de esa manera, por que se sentía.


***

La policía londinense no había puesto ninguna negación, es más simplemente corrieron hacia el punto de recorrer varias comisarías para recomendar. Por una parte en Australia seguía el alboroto 3 o 4 años después.

Nunca se llegaría a olvidar el asesino tan grande que tenía Australia en esta época, la gente aún no entendía lo que pasaba por la cabeza del asesino y temblaba de miedo al enterarse de la noche a la mañana que se había escapado de la cárcel de máxima seguridad.

Los oficiales estaban nerviosos y alterados, habían visto seis asesinatos recientemente que la causa o razón principal de dos no se entendía correctamente y sospechaban que fuera ese asesino en serie con la sangre tan fría como la nieve que se almacenaba en los techos a esta época.

Por otro lado el asesino ni el rubio sabían de esa alerta que se le dio al país muy por lo bajo. Y si se enterarían en algún momento no harían más que esconderse.

El grande temor que rodeaba al asesino desde que conoció por primera vez eso ojos tan celestes, asustados y húmedos. Era involucrarlo, en lo que era, en lo que vivía y en lo que sería. Pero era muy tarde para vueltas atrás. Ahora el rubio estaba dentro de esto y nadie más que él mismo podría salir.

Sin realmente serlo se había convertido en una víctima del asesino australiano.

El estado estaba dando información, y la policía empezaba a almacenar y aprender la información. Aun no encontraban la identificación falsa con la que él evidentemente estaba sobreviviendo en Londres.

Pero estaban muy pronto con el sistema de rastreo facial.

Con la llamada que hizo un chico a las 03:49 de la tarde, descifraron el lugar y la ubicación.

El chico de rulos se encontraba sentado en unas de las sillas negras, dando algunas declaraciones y hundiéndose en la culpabilidad.

"Si nos llamaste debes tener información" "¿Dónde está?" "¿Dónde fue que lo viste?" "¡Habla de una vez!"

Queriendo llamar a su amigo rubio y pedirle disculpas, llorando de la impotencia y de la culpa, se quedó en la comisaria.

La cara del asesino había salido en algunos noticieros ese día.


***


—Emm, no creo que... Okey, está bien.

El rubio colgó el teléfono y miró la espalda del asesino sobre su cama. Quería tirarse a su lado y enterrar su cabeza en el hueco de su cuello. Volver hacer lo que hicieron y besarle el rostro sintiendo su barba sobre su piel una y otra vez.

Maldijo la hora en la que aceptó cubrirle el puesto de uno de sus compañeros que se había graduado el ciclo pasado, para remplazarlo "solo unas horas" en el hospital estatal.

Se mordió los labios y tuvo una pequeña guerra mental <Voy o no voy, voy o no voy>

Sentía algo desagradable al dejar al asesino solo, por una extraña razón ese día no quería dejarlo tan siquiera por un minuto solo. Pero ya le había dicho a su amigo que sí, así que alistó su uniforme de practicante en una maleta y su portátil—que no era nada importante pero lo llevaría de todos modos— 

Dejo un pequeño post-it sobre la cama "Tuve que ir al hospital para reemplazar a un amigo. Llego en unas horas. Te amo."

Y salió.

No podía negar que se sentía inseguro, no podía negar que se sentía desprotegido. Tras ese incidente— o podría decir claramente accidente— No podía voltear sin sentir miedo. Así que apresuró sus paso y trató de no mostrar una cara preocupada o angustiada. Quería estar con el asesino, ahora.

Sus manos bailaban por su cabello cuando llegó al grande hospital, veía a su amigo venir apresurado con un maletín muy negro, abrazarlo y simplemente dejarlo.

No hizo nada interesante durante todo el tiempo que estuvo ahí, y el único paciente con el que tenía una consulta, la había cancelado.

Se preocupaba del hecho, del día en que trabaje en un puesto como ese y en un hospital como ese, no le gustara. Se sentía incómodo y completamente solo en esa habitación blanca. Quería al asesino ya y tal vez era algo muy infantil cuando sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

¿Qué ocurría? ¿Por qué sentía ese extraño nudo en el pecho?

Lo extrañaba, así que agarró el teléfono y marco al número del asesino-que por ciento se lo sabía de memoria-

No contestó.

Y el rubio empezó a llorar ¿Qué estaba pasando?

Contestó de inmediato cuando el teléfono volvió a sonar.

—Lo siento, bebé. Estaba en la ducha ¿pasa algo?

Su voz era tan suave y al rubio simplemente le encantaba, suspiró y sonrió.

—Sólo te extrañaba.

Escuchó su suave risa y le limpió las mejillas.

—Estaba a punto de irte a ver ¿sabes? 

—Te espero.






After The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now