Diez.

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–Estudio medicina, pero estoy especializándome en Neurología.

–Vas a ser un gran Neurólogo.

El rubio rio y el asesino le acaricio la mejilla, admirando cuan suave se sentía la pequeña barba que tenía en su rostro. Dios, estaba admirado e impresionado como una simple camiseta y vaqueros negros le quedaban tan jodidamente—y calientemente—bien.

No lo había tocado de una manera inapropiada ayer—lo dudo en tocarle más que su cintura—pero no podía negar que lo deseaba, no se sentía de esa manera, se sentía como si fuera una persona nueva pero conocida.

Sus ojos casi nunca se separaban del rubio, siempre andaba mirando sus manos y su rostro, su cuerpo y sus ojos, sus labios y sus mejillas. Era como si fuera el mejor regalo de cumpleaños que nadie le había dado.

Habían contado mil y una historias entre los dos, que el rubio casi vomita cuando vio un cuerpo muerto—que por cierto, no era la primera vez que lo hacía—o cuando salió bien la pequeña operación que él realizo, cuando lo aceptaron para la universidad.

Y ¿qué iba a pasar más adelante? Acaso ¿se quedaría con el rubio por siempre? Y si el rubio se cansa de todo esto ¿Qué sucedería con el enamorado asesino? No quería ponerse a pensar en el futuro, porque sabía que siempre iba a terminar mal.

Sabía que el rubio se cansaría y luego se iría o talvez lo reemplazaría. El asesino nunca llegaría a ser una buena persona para el rubio, y el rubio en cualquier momento se daría cuenta.

El asesino parpadeó mientras miraba como el rubio tomaba su café frío.

–Ayer me olvidé de darte esto.

El asesino sacó la cadena de su bolsillo de aquel jean azul. El rubio lo observó detenidamente y luego sonrió, y todo eso se repitió una y otra vez.

–Oh, Michael.

Se sentía tan bien, se escuchaba tan bien.

El rubio iba muy orgulloso de aquel asesino, con sus manos juntas, los lentes oscuros puesto y la cadena colgando en su pecho. Oh, para el asesino era un trofeo brillando bajo el sol.

El rubio iba señalando una que otra cosa que al asesino le importaba una mierda, sus manos daba una cálido calor juntas y sus labios se conectaban cada vez que el asesino decía algo estúpido y el rubio sonreía.


Podrían morir tranquilos, podrían agarrar un arma y asesinarse, pero muriendo con una sonrisa en la cara, se encontraban felices, se encontraban completos.

No era un domingo aburrido, como el asesino ya se había acostumbrado, lo tenía en sus brazos, observando todas esas fotografías que el rubio había tomado en su nuevo celular, conversando tanto y besando el cuello del rubio haciéndolo reír.

Tocando su abdomen y oliendo su cabello, le recordaba tanto aquel día en ese cuarto barato, antes de separarse de él.

Y lo abrazó fuerte.

Y le recordó una y otra vez, cuan lindo era. Y lo hizo durante toda la noche.


Los días transcurrían tan rápido y el asesino se aburría cuando el rubio se iba a hacer sus trabajos en la universidad. Contaba las horas y quiso recoger un perro de la calle.

No había encontrado una sonrisa tan linda como la del rubio rondando por ahí, no había otra alma preciosa que lo quisiera tanto como el rubio.

Le había dado dinero al rubio para que alquilara un departamento cerca del centro, cerca de la universidad. Donde venía cada vez que tenía tiempo, solo para estar junto sin nada ni nadie de intermedio.

Él ya se había, sabía que alguien lo miraba extraño a él, cuando iba a dejar al rubio cada mañana a la universidad. Observaba muy detalladamente su rostro, contaba cada una de sus expresiones. ¿Acaso ese ingenuo adolescente planeaba algo? Bueno, si lo hacía. Él asesino ya se estaba riendo.


Y por otro lado muy aparte Matthew se encontraba observándolo al rubio, viendo su cambio tan de repente. Con una sonrisa nunca antes vista y unos ojos muy prendidos, pareciendo unas antorchas en plena oscuridad, fruncía el ceño y lo miraba tan de frente. Como si su mirada, de verdad podría matar.

¿Qué estaba pensando en hacer? ¿Quería meterse con el rubio? ¿O con el asesino?

Pero cualquier cosa que el trate de hacer, terminará mal.

Porque el que juega con fuego, se quema.

After The Killer [Muke Clemmings]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora