Dieciséis.

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No hizo nada más que ir a distraerse en una discoteca del centro de la ciudad y el alcohol ya lo estaba controlando, era bastante fastidioso en cierto caso. Pero él estaba pensando aun.

No podía meterse con un asesino ¿quién podría hacerlo? Tenía mucho miedo.

¿Qué pasaría si le cuenta a la policía ahora mismo? Ese criminal ya conocía su rostro y sabía por todas esas víctimas que él iba a salir dañado. Podía asesinarlo y solo darle más hambre al psicópata.

¿Qué pasaría en ese tiempo que quedaba cuando avisara a la policía? Él no podía arriesgarse, él se sentía culpable de igual manera.

Él era el único ahí que podía salvar a su amigo rubio.

Pero no podía apresurarse ¿Qué tal si ese tipo no era el asesino? ¿Qué pasa si ese chico tenía solo un parecido?

***


El rubio perdía el tiempo, eso era lo que él hacía ahora. Tenía una pequeña semana de descanso antes de comenzar sus prácticas en un hospital del estado por lo que queda del resto del año.

Su cuerpo se encontraba sobre del asesino mientras leía una que otra información o biografía de alguien involucrado en la medicina.

Sonrió ampliamente y lo desconcentró por completo el suave beso que el asesino dejó en su cuello.

—Las camisetas grises te quedan bien.

El rubio miro el libro que tenía en las manos y el asesino se hundió en la profundidad de sus hoyuelos.

A veces se sentía estúpido mientras pensaba todo el día en el rubio. Se sentía manipulado cuando todo lo que su mente podía acapar era a su lindo adolescente que ya estaba creciendo. Siempre andaba imaginándose infinidad de vidas con el rubio y nunca se cansaba de verle el rostro antes de caer dormido.

—Y los vaqueros ajustados, también. Tienes buenas piernas.

El asesino rio cuando vio al rubio cubrirse la cara con el libro, y podría jurar que sus mejillas estaban rojas en ese momento. El rubio siempre hacia eso, haciendo que el corazón del asesino palpite.

Y por un momento recordó las veces que soñó abrazar al rubio otra vez. Y olvidó todos los días que lloró y solo lo abrazó más. Y a veces el asesino odiaba no demostrar lo romántico, cursi y cliché que era, por que le parecía ridículo.

Agarró a su delgado rubio de la cintura y besó lo visible de su mejilla.

—¡Oh, Michael! ¿te acuerdas cuándo me regalaste esta cadenita? —el rubio buscó la cadena con la letra "m" en su cuello y se la enseño haciéndolo sonreír.

El asesino asintió.

—Yo también te he comprado algo.

El rubio corrió hasta su mochila que estaba a un lado de la puerta principal y saco una caja larga dorada. Y el asesino supo que era chocolates.

—Eh, pero. Me he comido dos.

El asesino cerró los ojos sonriendo suavemente, luego los abrió y subió la mirada, viéndolo, con una mano en la boca y la otra sosteniendo la caja en dirección a él.


Ambos estaban en la habitación y el asesino besaba sin un orden ni control al rubio. Sacándole muy despacio esa camiseta que le quedaba tan bien.

No hubo apuro como las otras muchas veces.

Ambos se sentían en el cielo justo en esa cápsula de tiempo, cuando su piel rozaba y daba toques eléctricos. Cuando sus dedos recorrían más de lo que pensaron.

El asesino nunca se había puesto a pensar realmente en el amor, su vida fue rutinaria y escondida. Su vida siempre fue lo que él quería, y sin embargo, esto solo dio un giro. Nunca se esperó encontrar a una persona tan hermosa en todos los sentidos, son unos sentimientos preciosos y el alma tan buena. Nunca pasó por su cabeza tan siquiera adorar a alguien.

El asesino bajo sus besos, a la cadera del rubio. Besó por mucho tiempo esa cicatriz susurrando muchos "Lo siento" y mirándolo a los ojos, joder, con esos ojos puede poner de rodillas a la persona más despiadada del mundo.

Y lo admiró tanto como pudo mientras sus cuerpos de unían.

Estaba siendo demasiado romántico hoy, o tal vez él lo era siempre.

Sus cuerpos se mantenían juntos y sus mentes puestas en el otro. Se durmieron dando una última sonrisa y solo un "Te amo" flotando en el aire.

***

—Buenos días, Policía Estatal de Australia ¿en qué puedo ayudarle?

—Buenos días, tengo información del paradero de Michael Clifford.


After The Killer [Muke Clemmings]Where stories live. Discover now