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Unos días después...

Destiny

Salgo de la casa echando mi celular a mi bolso. Había quedado de salir con mamá para desayunar juntas en un café cerca de su departamento.

Ya iba un poco atrasada, me levanté tarde por no poder dormir. Creo que estuve despierta hasta las casi cinco de la mañana. No pude dormir ni cinco horas.

Me sentía agotada pero, ya había quedado de hacer esto con ella. Luego no lo olvidará y me lo reclamará por días.

Uno de los escoltas que me puso mi padre en contra de mi voluntad abre la puerta de la camioneta para que entre.

—Se ve muy hermosa, señorita Morgan. —sonríe amable.

Detengo el paso de golpe.

Sostengo el lienzo y mi pequeña mochila llena de pinturas cuando salgo de casa.

Sonrío al ver a mi escolta parado a un lado de la camioneta, él abre la puerta trasera.

—Se ve muy hermosa, señorita Morgan.

—Gracias, Alekser.

Subo a la camioneta dejando mis cosas a un lado. Alekser se sube al asiento del piloto para manejar. Me mira a través del retrovisor.

—¿Algún lado en especial?

Pienso por un segundo.

—Llévame al bosque. —pido.

Estamos en otoño, los colores serán hermosos y quiero pintar algo diferente.

—Al bosque será, señorita. —sonríe. 

—¿Señorita Morgan?

Dejo caer mi bolso, y el ruido que hace al dar contra el suelo me hace dar un paso atrás.

—¿Se encuentra bien?

No respondo.

Doy otro paso atrás.

Entro otra vez a la casa, sintiendo como el corazón me late con rapidez. Subo a mi habitación intentando respirar hondo.  No sé cómo llego pues los oídos mi pitan.

Cierro la puerta detrás de mi una vez entro, camino hacia la cama, sentándome en ella apretando una almohada. Cierro los ojos, haciendo los ejercicios de respiración que mi psicóloga me dice siempre que haga cuando tengo estos momentos.

—¿Destiny? —la voz de papá se escucha al otro lado de la puerta.

No respondo.

La puerta se abre, no volteo a verlo.

Papá se para delante de mi, sólo miro sus zapatos.

—¿Puedo sentarme?

No me muevo ni digo nada por unos tres segundos, pero asiento lentamente para que lo haga.

—¿Qué pasa, cariño?

—No es nada, yo... —respiro profundo— Sólo he tenido muchas pesadillas estos días papá, es todo.

—¿Quieres que llame a tu terapeuta?

—No yo, yo la llamo en un rato. —me dejo caer en la cama— ¿Podrías llamar a mamá y decirle que no iré con ella? No me siento bien para salir.

Papá asiente. Se recuesta a mi lado, ambos mirando al techo blanco.

—No hagas eso. —murmuro— Luego no podrás levantarte.

A New BeginningWhere stories live. Discover now